Capítulo 74:

El Abuelo Hugo caminó hacia las dos mujeres que cubrían con sus cuerpos a sus nietos.

“Sussan y Emilia entren a la mansión y encárguense de los niños”

“Yo quiero ver a mi mamá ¿Dejaron que esa mujer se la llevara?”, soltó el más serio de los trillizos.

“Mi niño querido, sé que estás molesto por todo esto, pero como hombre te doy mi palabra de que pronto estará con ustedes”

“¡Eso espero! Porque si no aparece, no les hablaré ni al abuelo, ni a mi papá”

Sussan sorprendida por las palabras de Lucas, lo miró con tristeza, se le comprimió su corazón al verlo tan rígido y con las cejas arqueadas.

Tomó su manito y comprendió su enojo, camino con él y Luna que era mar de lágrimas.

Stefany continúo abofeteando a Catrina hasta que quedó desmayada, se levantó y colocó sus manos en cada lado de su cintura para controlar su agitada respiración.

Mientras hacía eso busco a su madre con la mirada.

Fabiana refunfuño varias veces, sobarse el trasero maldijo por el dinero que no llegó a tocar sus manos, empezó a gatear hacia la salida rogando que en medio del alboroto nadie la notara su escape.

Stefany la localizó con la vista, detalló que iba en dirección a la entrada de la mansión, tomó impulso y corrió por detrás de las sillas para alcanzarla, esta vez se las iba a cobrar.

Fabiana suspiro de alivio, al verse fuera de la mansión, se levantó soltando una risa de satisfacción.

Cuando estaba cruzando el portón hacia la calle, sintió un fuerte dolor que produjo el agarre de su cabello, su expresión cambia a consternación y miedo.

“¿A dónde crees que vas? Esta vez no voy a permitir que te salgas con la tuya”

Stefany se afianzó con fuerza de esa maraña de mechones, se introdujo de nuevo hacia el interior del evento.

Fabiana sentía cómo sus pies rozaban por el duro suelo provocándole dolor y el desespero la invadió al ver por primera vez los ojos de su hija inyectados de sangre.

“Te lo ruego, hija, ten piedad de tu madre, déjame ir y prometo desaparecer de tu vida”

“Has hecho mucho daño Fabiana y es hora de que pagues”

“Yo estoy enferma, por favor, hija, no quiero morir en una cárcel”

La mujer exasperada luchaba por zafarse del agarre de su hija.

Stefany ya no la escuchaba, al llegar donde estaba Mario, se la lanzó a sus pies con fuerza haciendo que el contacto que tenía Fabiana con el suelo emitiera un sonido.

“Esta mujer es otra cabecilla de lo sucedido y de mi fallido secuestro”

Mario llamó a uno de los guardias de seguridad para que se llevarán a la mujer.

Fabiana con una mueca de dolor y el desasosiego en su rostro pedía piedad.

“¡Hija! Yo soy tu madre, ayúdame, no dejes morir en una cárcel”

Stefany la miró con aborrecimiento y escupió:

“¡Yo no tengo madre! Ni una p$rra trata a sus cachorros como tú me trataste a mí, nunca supe que fue un gesto de amor de tu parte, solo te obedecí por miedo a ser golpeada, aborrezco haber salido de tu vientre”

Le dio la espalda y con las piernas casi temblando salió a pasos firmes a buscar a su hijo. Mientras caminaba albergó una liberación en su interior, una paz que la embriaga, comprendió que estaba sellando un ciclo de su vida.

Maximiliano, al ver a su esposa que se aproximaba con mirada pérdida, le dio un beso en la frente a su hijo y lo bajó de su regazo, observo a su madre que estaba a su lado y exclamó:

“¡Mamá! Lleva a Max con sus primos y quédate con ellos, yo tengo que prestar apoyo para el rescate de Lin y su hermana”

Cecilia, con los nervios latentes por lo ocurrido, agarró a su nieto por una mano y con otro se aferró a su bastón y empezó a caminar hacia el interior de la mansión.

Maximino dio zancadas hasta llegar al frente su esposa, la abrazo con conmoción y le dio un tierno beso.

“Mi pequeña valiente, gracias por salvar a nuestro hijo, no cabe duda de que el cielo se apiadó de mí y me mando la mejor madre y esposa del mundo, ya todo acabo mi amor, deja el destino de tu madre en mis manos, ella solo será un mal recuerdo en tu mente”

Stefany se embelesó con sus palabras y levantó la cara dibujando una campante sonrisa.

“Maxi ahora siento que mi pasado se esfumo, quiero ser feliz con mi nueva familia”

“Claro que sí, mi pequeña”

Él volteó hacia donde se encontraba Janna y un melancólico Luan.

“Ahora ve con Janna y su amigo a apoyarlos, tú eres fuerte y ellos te necesitan, yo voy a ver cómo va la búsqueda de las hermanas”

Stefany le dio un tosco beso y pasó a su lado, llegó donde estaban sus amigos, con ellos estaba Jimena que no salía del asombro de lo ocurrido.

Estaban tratando de convencer a Janna para que fuera a descansar.

“Stefany, mi niña, lamento lo que has tenido que vivir”, expresó con melancolía Jimena.

“Estoy bien Jimena, ya me liberé de una carga, ahora vamos a llevar a esta mujer a una de las habitaciones”

“Yo tengo rato tratando de convencerla y nada”, soltó Luan.

“Yo quiero saber que estaba pasando con Lin, no dicen nada”

“Janna los hombres se van a encargar de su búsqueda, nosotras no podemos hacer nada, solo estorbar, mejor vamos a la habitación, quitémonos esta ropa, pongámonos algo más cómodos y esperemos noticias, Fernanda debe de estar peor que nosotras. Piensa también en tu princesa”

“Está bien”

“Yo me voy a la casa hogar, ¡chicos! Me estaré comunicando con ustedes para saber de mis niñas”

Los tres jóvenes asistieron, abrazados a la embarazada, se encaminaron hacia la mansión, Janna se encontró con la mirada de su esposo, ellos se dedicaron una cálida sonrisa.

Mario se acercó a Isa que desbordada adrenalina.

“Hicimos un buen equipo, gracias por ayudarme a controlar la situación”

“No hay de qué, ahora nos toca buscar a Lin, a Courney y a Oriana”

Una hora antes Isa y Mario salieron de la celebración hacia la nueva mansión de los recién casados, ellos eran los encargados de tomarle fotos y que todo estuviera preparado para su llegada.

Lindsey y Kyle le compraron una mansión a Janna y Freed a pocos kilómetros de la suya. Ellos se apreciaban como hermanos y ese era su regalo de bodas, soñaba que los niños se criaran todos juntos.

Isa y Mario estaban de regreso cuando a lo lejos se fijaron que en la entrada de la mansión había tres hombres extraños.

Isa se llevó la mano a la boca de la impresión al percatarse del aspecto de cada hombre y de las armas de fuego que portaban.

Mario siguió de largo sin antes echar un vistazo a lo que podía ver desde su carro hacia adentro del lugar.

“¿Qué hacemos? Llamamos a la policía, son muchos hombres”

En la voz entrecortada de lsa se podía notar los nervios que ya se habían apoderado de su cuerpo.

“De aquí a que la policía llegue todo ya habrá terminado y quién sabe si con masacre incluida”

Mario siguió de largo para salir de esa calle y tomar el retorno.

“Por lo que vimos esos hombres no les va a temblar el pulso para matar, ¿Tú sabes usar armas de fuego?”

“He practicado en campo de tiro, pero nunca he matado a alguien”

“Te aconsejo que tengas mente fría, nos toca hacer algo y rápido”

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