Capítulo 7:

Al día siguiente se levantó, hizo su higiene personal, se vistió como normalmente lo hacía, con camisa holgada y un pantalón ancho.

Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina a desayunar, saludo a dos personas que estaban allí.

“¡Buenos días mi niña! Siéntate ya te van a servir el desayuno”, recitó Emilia entrando a la cocina.

“¡Buenos días, Emilia!, ¿Kyle ya se ha ido?”

“¡Sí! Se fue temprano a la empresa”

Lindsey sintió un alivio al saber que no le vería la cara al ogro, se sentó y desayuno en silencio, luego subió a su habitación, agarró su cartera y bajó las escaleras.

Se encontró en el camino a Emilia.

“¿Por aquí habrá una parada de autobuses o taxis?”

“¡Robert la puede llevar para donde usted le ordene!”, indicó Emilia, sorprendida, por cómo la señora de la casa pregunta por el transporte público.

“¿Quién es Robert?, no se preocupe, yo estoy acostumbrada andar en transporte público y desplazarme en ellos, solo dígame donde lo puedo agarrar”

“Robert es el chofer asignado para nosotras, el personal de la mansión, para cuando Gladys, la cocinera. va al mercado, cuando a mí me toca pagar algún servicio o surja cualquier eventualidad, él no tendrá inconveniente en llevar y traerla si así lo desea”

“¡Gracias Emilia! ¡Pero no! Puedo desplazarme sola”

“Si así lo deseas, no creo que haya problemas, vamos te acompaño hasta la entrada”

Las dos mujeres salieron de la mansión y caminaron hasta el gran portón.

“Va a caminar hasta llegar al final de esta calle, al salir a la calle principal, caminas dos cuadras del lado derecho y allí podrás visualizar la parada de tránsito, se estacionan tanto autobuses como taxis”, explicó Emilia señalando con la mano.

“Gracias por ser tan amable conmigo”

“No tienes que agradecerme nada mi niña, estoy para servirte”, dijo con una efusiva sonrisa.

Lindsey se despide.

Camina y toma el autobús hacia su taller, allí la esperaba una ansiosa Janna.

Su amiga estaba atenta a todo lo que le contaba Lindsey. De rutina después del trabajo se dirigió a la universidad.

En la noche, al llegar a la mansión, subió las escaleras directo a su habitación, no quería cruzarse en el camino con su esposo.

Así pasan dos meses donde cada uno hizo su vida sin saber del otro.

Kyle sale temprano de la mansión para no toparse con su esposa, él no sabe qué hace ella todos los días, pero ha notado que los fines de semana no está en la casa.

Le estaba empezando a molestar no saber de su vida. Le enfurece que no lo ha llamado, no le ha mandado mensaje, no le pide dinero, es como si no existiera.

Un domingo se quedó acostado en la cama pensando.

‘¿Qué estará haciendo esa niña mientras yo no estoy en la casa?, ¿Quién estará financiando sus caprichos?, hasta donde tengo entendido, su familia se desentendió de ella, ¿Será que tiene un amante igual de insípido como ella? Por eso no me molesta’

Entrecerró los ojos y su mirada se tornaba más fría, al no saber de su esposa.

Ese día bajó tarde a desayunar.

“Emilia ¿Qué hace esa niña cuando no estoy en casa?”

“¡Mi niño! Ella sale temprano todos los días y regresa en la noche”

Kyle se enojó al enterarse de que Lindsey no pasa el día en la casa, varias cosas pasaron por su mente y la teoría de un amante se consolida en su cabeza.

Lindsey llegó a la mansión como de costumbre, cuando estaba dando unos pasos en la punta de las escaleras escuchó una voz intimidante.

“¿Dónde estabas?”

Lindsey pone los ojos en blanco y volteó para mirarlo.

“¡Buenas noches, Kyle! ¿Cómo estás?”

“Para ti soy el señor de la casa, debes dirigirte a mí, como Señor Kyle”

A Lindsey no le gustó como él le estaba hablando, su mirada oscura la asusto, sintió miedo de ser maltratada nuevamente.

Sus manos empezaron a sudar, las une para agarrar fuerza, estaba cansada de ser pisoteada.

‘Así no salga viva de esa casa, no voy a dejar que nadie más siga humillándome’

Levantó las cejas y con voz irónica respondió:

“Discúlpeme su majestad, como mi esposo, aunque sea por un papel, no veo la necesidad de tanto formalismo”

“¡Cállate!”, gritó al escuchar su tono sarcástico y la mirada retadora de la joven.

“¡A mí no me gritas! ¡Que no somos animales! ¡Somos dos personas civilizadas!”

“¡Quiero que expliques por qué llegas a esta hora a la casa!, se supone que una mujer casada, debe dedicarse a su hogar, pensé que eras una mujer de buena familia. Cómo es posible que, al otro día de casada, sales en la mañana y llegas en la noche, no me importa si tienes un amante, lo que me enfurece es que no tengas vergüenza, ¿Qué crees que dirán los medios de comunicación cuando se enteren de que la esposa del presidente de las Empresas Pratt se acuesta con otros hombres?”

Lindsey engrandeció sus hermosos ojos grises, estaba asombrada por lo que escuchaba, hasta amante tenía, con una mirada desafiante y voz firme comentó:

“¡Querido esposo! ¡Ahora si estás interesado en lo que hago!, te cuento que yo trabajo y lo del amante si lo tengo no creo que haya problema, porque si tú mantienes tus amiguitas en secreto, yo también podré hacer lo mismo”

Kyle la mira fijamente, no esperaba esa respuesta, al verla en el registro tan tímida, pensó que era una chica sumisa, no una retadora y altanera.

Se acercó a ella para quedar frente a frente.

“¿Quién te crees para hablarme así?, desde mañana te quedarás en la casa, ¿Quieres dinero?, mañana te entregaré un número de cuenta bancaria, donde se te depositará constantemente una suma de dinero y una tarjeta de crédito ilimitada a tu nombre”

“No será necesario el dinero y la tarjeta, me gusta valerme por mis propios recursos y no me voy a quedar encerrada en esta casa”

“Te vas a quedar porque te lo ordeno, no vas a salir a revolcarte con tu amante y mi nombre no se verá envuelto en un escándalo”

Lindsey se sintió humillada por el insulto de ese hombre, sin pensarlo levantó una mano para meterle una cachetada, él se la agarró en el acto y trato de jalarla, pero eso hizo que se fuera para otra.

Kyle, al ver ese movimiento con la otra mano, la agarró por la cintura atrayéndola a pocos milímetros de él, verla encrespada le produjo unas ganas de reír.

No sabía ¿Por qué esa chiquita le producía ese sentimiento?, su boca expresa una sonrisa y en sus ojos azulados aparecieron un brillo de serenidad.

“Suéltame imbécil, ¿Por qué te ríes? ¿Acaso tengo cara de payasa?”

Él suelta una carcajada, la forma como ella dijo esas palabras le pareció gracioso.

“Con esa vestimenta, claro que lo eres”

Ella se alteró y trató de zafarse, pero la reacción de él, la dejó confundida.

Kyle la sostiene fuertemente al ver como ella se movía, su reacción fue besarla, pego sus labios a los de ella, los sintió suaves y carnosos, los saboreo con intensidad por unos segundos.

Lindsey trato de empujarlo, pero sus instintos no se lo permitieron, cerró los ojos al percibir las sensaciones de ese beso que la dejaban cada vez más sin aliento.

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