Capítulo 40:

Las dos caminaron hacia un restaurante que se encontraba a pocos metros del taller, era el favorito de los trillizos, como decía Lindsey cada vez que pisaba ese lugar.

Mientras esperaban la comida, Lindsey se tomaba una malteada de chocolate, de repente sintió un pinchazo en su parte íntima, que provocó que se arrugara la cara.

“¿Qué sucede?”, expresó asustada lsa.

“Nada solo fue un…”

No pudo terminar la palabra otra vez con el mismo dolor.

Isa llamó a uno de los meseros que la conocía y le pidió ayuda para trasladar a Lindsey al carro y la metieron acostada en la parte de atrás del vehículo.

Salió a toda prisa vía al hospital.

En el carro, Lindsey sintió como un líquido se escurría por sus piernas, entrando en pánico.

“Isa manché tu carro”

Preocupada, echó un vistazo por el retrovisor y vio un líquido mezclado con sangre, aceleró el carro.

“Le va a salir caro la carrerita jefa, no vaya a pensar que no le voy a cobrar el auto lavado y va a hacer el más lujoso de la ciudad”

Lindsey quiso sonreír, pero el dolor no se lo permitió.

Diez minutos después estaban estacionando frente al hospital, aterrorizada, lsa empezó a tocar bocina y a pegar gritó como loca.

“¡Ayuda! ¡Un médico! ¡Ayuda!”

Dos enfermeros corrieron a su dirección, ayudaron a sacar a Lindsey del carro, otro enfermero se aproximó con una silla de ruedas y la sentaron.

“Por favor llame a mi obstetra, es el Doctor Samuel Ferrer”, susurró asustada por las contracciones.

Al llegar al consultorio del doctor la acostaron en una camilla.

Samuel la revisó, tenía tres de dilatación.

“Lin, en un rato vendrá una enfermera, te llevará a sala de parto, estos traviesos pronto van a estar entre tus brazos”

En la sala de espera Isa estaba hecha un manojo de nervios.

“¿Cómo está? ¿Qué te ha dicho el doctor?”, expresó Antonella acercándose a ella.

“¡Nada! Solo que tenemos que esperar unas horas, todavía no ha entrado en la labor de parto, dijo algo de dilataciones, pero no sé nada de eso”

La anciana sonrió y se sentó con ella emocionada.

Mientras tanto en Manhattan, tres personas están abordando un avión privado directo a Florencia.

Varias horas después llevaron a Lindsey a la sala de parto.

Lindsey había logrado tener dos bebés con éxito, el tercero tenía el cordón umbilical enredado en su cuello, se lo quitaron de inmediato, estaba morado y trataban de reanimarlo.

Ella al ver la escena se alteró y su presión arterial se elevó provocando que se desmayara. La pediatra se encargó del bebe.

“Vamos, Lin reacciona”, gritó el doctor.

“Enfermera colócale 250 miligramos de metildopa inyectable”

La sala de parto era un caos, pronto se escuchó el llanto del tercer bebe, la doctora suspiro aliviada, logro reanimar a la niña.

Lindsey al escuchar un llanto abrió los ojos.

“Lin tu niña está a salvo, las dos si supieron cómo darme un susto”, dijo el doctor recuperando el aliento.

Llevaron a los bebés al área neonatal, mientras que a la madre la trasladaron a una habitación.

El doctor se acercó a la sala de espera.

Antonella se levantó de su asiento y preguntó:

“Doctor ¿Cómo está mi nieta y los bebés?”

“Tuvimos algunas complicaciones, la niña nació con el c%ndón umbilical enredado en su cuello y a Lin se le subió la tensión arterial, gracias al cielo pudimos lograr reanimar a la niña y normalizar los valores de la madre”

“¿Pero estarán bien doctor?”, preguntó el Abuelo Hugo que estaba llegando junto a su hija y Janna.

“Sí, ellas ya pasaron el peligro”

“¿Podemos ver a Lin y a los niños?”, soltó Sussan.

“Vamos a dejar que Lin descanse un rato, no es fácil traer tres niños al mundo, una enfermera los vendrá a buscar para llevarlos a su habitación y, en cuanto a los bebés, están el área neonatal, cuando la pediatra los termine de revisar y me informe que está todo bien, serán traslados junto a su madre”

“Gracias doctor”, dijo Antonella abrazando a Isa.

Una enfermera se aproximó a ellos para buscar la vestimenta de los bebés, Antonella le entregó la pañalera.

“En diez minutos los vengo a buscar para que puedan ver a la Señora Lindsey”, informó la enfermera.

El Abuelo Hugo soltó unas lágrimas de emoción con tristeza, sentía pena por su nieto que no supiera la existencia de sus hijos.

Cuánto daría por compartir esta alegría con él, pero tenía que respetar la decisión de Lindsey, Sussan al verlo afligido se acercó.

“Papá, no llores, verás que pronto Kyle va a conocer a sus hijos, yo también tengo el corazón arrugadito de saber que nuestros pequeños tesoros van a estar lejos de nosotros, pero tengamos fe que pronto estaremos todos juntos”

“Si hija, yo veré la forma de convencer a esa cabeza dura de Lin para que pronto regrese a Manhattan”

Antonella, que escuchaba la conversación, interrumpió.

“Ahorita ella tiene que recuperar fuerza y conocimiento, pronto ella va a regresar a Manhattan para recuperar lo que le pertenece”

Una enfermera apareció y los guio a la habitación de Lindsey, entre risas conocieron a los nuevos miembros de la Familia Pratt Girt.

A regañadientes, Lindsey tuvo que aceptar que los niños llevarán el apellido Pratt.

Lindsey estaba observando dormir a los trillizos en la cuna, ya habían pasado tres meses desde su nacimiento.

“Lin, vamos a la sala de descanso, es hora de que tú y yo tengamos una conversación sobre Lina”

Lindsey se intranquiliza, meses atrás había querido hablar con su abuela sobre su madre, pero con lo del embarazo ese tema había quedado en el olvido.

Tomó la mano de la anciana y se dirigieron a la sala de descanso, se sentaron juntas frente a frente.

“Mi niña lo que te voy a contar, tómalo con calma, una parte me lo contó tu madre y otras son investigaciones que hice en su momento”

“Está bien, yo también estaba por preguntarte sobre mi madre y ¿Por qué mi padre me odia tanto?”

“Quiero que sepas que tu madre no murió por una enfermedad, a ella la mataron y la empresa textil Rose S.A., y la mansión que era de tu madre te pertenece”

Lindsey al escuchar que a su madre la mataron se congeló de inmediato, sin comprender del todo lo que acababa de oír.

Una palabra solo pudo salir de su boca.

“¿Qué?”

“Cómo lo escuchaste mi niña. Te voy a contar todo desde el principio.”

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