Derribando las barreras de mi CEO -
Capítulo 25
Capítulo 25:
“¿Qué? No me hagas esto Kyle, no me puedes botar como un perro de esta empresa, recuerda que yo te amo, llevo 5 años demostrándote mi amor y desviviéndome por ti”
Empezó a derramar unas lágrimas, desesperada gritó en tono sarcástico.
“Así me pagas, ¿Qué pasó con el nunca te voy a dejar sola y siempre te voy a proteger?”
Ella nunca pensó que llegaría el día en ser rechazada por él, siempre soñó con ser la esposa del Señor Pratt.
“Por eso te voy a ayudar económicamente, las tarjetas de crédito que tienes a mi nombre las cancelaré, mensualmente recibirás una cantidad de dinero para tus gatos, tú ves como los distribuyes, eso va a ser hasta que te establezcas como modelo en otra empresa. Eres una modelo hermosa que puede conseguir trabajo por tu talento”
“Así tiras a la basura lo nuestro, teníamos planes. Después que pasara el tiempo de tu maldito matrimonio, nos íbamos a casar. Tu abuelo iba a dejar que hicieras con tu vida lo que quieras sin amenazar de destituirte de la presidencia”
Victimizándose prosiguió.
“Unos meses atrás te querías casar conmigo, ¿Dónde quedó ese hombre cariñoso que me hacía feliz?”
Kyle la miró fijamente, sintió compasión por ella, son 5 años conociéndola, los recuerdos se asomaron en su mente.
Un día llegó a la empresa desvalida pidiendo trabajo, lo convenció cuando le dijo que había quedado huérfana y que no tenía familia, sus padres fallecieron el día del intento de su secuestro.
Poco a poco establecieron una relación, era la única con quien salía a sitios públicos, entraba a su oficina sin permiso y pasaba una noche en su departamento.
La buscaba siempre para descargar su estrés y como recompensa la tenía en su departamento de lujo y cubría sus gastos.
Fue ella quien insistió en casarse, Kyle pensó que lo que sentía era amor y accedió, pero su abuelo le puso una condición, cuando Catrina se enteró le propuso cancelar la boda y esperar.
Después que estuvo con Lindsey descubrió lo que es realmente el amor, pensar y desear estar con alguien. Allí se fijó que lo que sentía por Catrina no era amor, si no lastima, debe dejarla hacer su vida lejos de él.
Volviendo a la realidad gruñó.
“Las cosas han cambiado, en esa época no nos casamos por ti, cuando te enteraste de que no iba a seguir con la presidencia, me dijiste que mejor era esperar a que mi abuelo razonara”
“Recapacité por los dos, esta empresa es tu patrimonio y si te la quitaba, ¿Dónde quedaba tu estatus económico?, ¿Cómo íbamos a sobrevivir?”
“Siempre pensando en el dinero, no quiero seguir discutiendo, por favor déjame solo”
“¿Es por tu esposa verdad?, no me digas que te enamoraste de esa insignificante mujer”
La rabia la estaba consumiendo, la comodidad se le estaba yendo de las manos.
“Te voy a agradecer que a mi esposa no la metas en esto”
Él la regaño enojado, por alguna razón no le gustaba que hablen mal de su esposa.
“Retírate de mi oficina, por favor”
“Yo te amo, te amo, no me dejes mi amor”, gritó histérica mientras unas gotas corrían desoladas por su cara.
Kyle, ya fastidiado por el teatro, se inclinó hacia delante, entrecerró los ojos y con un tono tosco repitió:
“Si no sales de mi oficina ahora, me veré en la obligación de mandarte a sacar con uno de mis hombres”
“Está bien, me retiro, pero te juro que esta me las cobro”
Se limpió las lágrimas de la cara, recuperó la compostura, se levantó, le dio la espalda y salió como si nada hubiera pasado.
Esa tarde Kyle sintió la necesidad de estar con su esposa, sin pensarlo apago la computadora y salió de la oficina, al pasar al lado de su secretaria le comento.
“Rebeca, te puedes retirar a tu casa, nos vemos mañana”
Con el maletín en la mano se dio media vuelta y desapareció de la vista de su secretaria sin esperar respuesta.
Rebeca sonrió, lleva años trabajando con su jefe, conoce su carácter, sabe que detrás de esa fachada de hombre frío y calculador hay una persona que se preocupa por sus empleados.
Desde hace tres semanas ha notado su cambio, su mirada no se refleja tosca, al contrario, la nota más relajada.
Antes pasaba horas sin salir de su oficina y se marchaba a altas hora de noche, ahora sale temprano de la oficina y tiene mejor expresión en su rostro.
Lindsey estaba llegando a su casa, estaciono el carro, agarró su cartera del asiento del copiloto y bajó.
Caminó hacia la entrada de la casa y cuando está a punto de entrar escuchó de forma grosera.
“Maldita desgraciada, sabemos que fuiste tú quien dañó la reputación de nuestra hija, ¿Cómo pudiste perjudicar así a tu hermana?”, soltó con veneno Kathen.
“La integridad de Courney estaba por el suelo, no ha salido de la habitación desde el viernes”
Lindsey entrecerró los ojos, se giró y los observó, no podía creer que fueran tan cínicos de aparecerse en su casa.
Ellos sabían todas las maldades que su hermanastra le hacía, no decían nada, la castigaban a ella.
Ahora que se las cobro, aparecen ofendidos como las alimañas que son.
“Señores, les voy a agradecer que se retiren de mi casa y dejen las ofensas, quién sabe quién se estará cobrándose las que su hija les ha hecho”
“Como que señores, nosotros te criamos, eres una z%rra mal agradecida”, soltó Kathen altanera y soberbia.
“¿De qué tengo que estar agradecida?, ¿de los golpes que recibí en esa casa que era de mi madre? Por eso me tenían retenida, porque mi supuesto padre la podía perder”, gritó enojada.
“Tienes razón, debería agradecerles las veces que me quede dormida sin comer cuando era niña porque no supe preparar mi propia comida y de las humillaciones que me hacías cuando me cruzaba en tu camino.
Dio un paso adelante, decidida.
“No seas ridícula. Tantos años de desprecio y ofensas, ¿Ustedes creen que les debo agradecer algo?”
Era el colmo de esa gente malvada, trató de mostrarse fuerte, aunque por dentro estaba temblando de miedo.
Kathen se indignó al escucharla tan altanera, decidió darle una lección, dio unos pasos hacia adelante.
“Maldita insignificante te voy a enseñar a respetar”, gritó mientras sube una mano en alto.
Lindsey al ver las intenciones de Kathen toma valor y la agarró por la muñeca, con fuerza la empujó haciendo que la mujer caiga, su trasero sonó en el piso provocando una mueca de dolor.
“¡Nunca en tu vida me vuelvas a poner una mano encima!”
Lindsey no vio el movimiento de su padre.
¿Cómo te atreves a golpear a tu madre?, yo sí te voy a enseñar a respetar”
John inmediatamente le dio una cachetada a Lindsey con furia que volteó la cara y le parte la comisura de la boca.
Lindsey se sobó la mejilla con los ojos inyectados de sangre.
Sin retroceder gritó:
“¿Cómo te atreves a tocarme?, esta es la última vez que permito que me toques, te desconozco como mi padre, nunca lo fuiste”
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar