De odiarnos a amarnos
Capítulo 16

Capítulo 16:

Extendió las llaves hacia ella dejándola aún más sorprendida.

“Tuvo que valer demasiado… ¿Estás seguro?”.

Nunca le había gustado recibir regalos tan costosos, la hacían sentir incómoda.

“Es tu regalo de bodas… disfrútalo”.

Sin pensarlo dos veces, Emma se sentó sobre las piernas de William y lo abrazó con fuerza, su corazón estaba tan acelerado que él podía sentirlo a través de la ropa, retumbando contra su pecho. La calidez de Emma y su aroma dulce lo reconfortaban.

Envolvió a la delicada mujer entre sus brazos y escondió su rostro en ese espacio entre su cuello y su hombro, sus labios rozaron la suave piel, causándole escalofríos.

“Gracias…”, dijo Emma suavemente en su oído antes de levantarse y sonreír como niña con juguete nuevo.

“¿Estás listo para dar una vuelta?”.

“No, por mi situación es imposible entrar ahí, además… ¿dónde colocaré la silla de ruedas? Si deseas usarlo hoy, entonces… hazlo. Yo me iré con Mike y Lorena en el otro auto”.

‘¿Qué harás Emma? ¿Te irás sola en tu auto nuevo o vendrás conmigo, con tu esposo, en el auto aburrido?’, pensó William escondiendo su sonrisa.

Esperaba que ella no lo escogiera a él, sino al auto, que se dejara llevar por la emoción y lo ostentoso, pero de pronto Emma alzó la mano hacia Mike, quien esperaba recargado en el otro carro junto a Lorena.

“¡Mike! ¿Te puedo pedir un favor?”, dijo emocionada.

“Ah… Claro, Señora. ¿En qué le puedo ayudar?”, preguntó Mike paseando la mirada entre William y Emma como si viera un partido de tenis.

“¿Puedes ayudarme a subir a William al hermoso y maravilloso Bugatti, y tú llevarte la silla de ruedas en el otro auto?”, inquirió mordiéndose los labios.

No podía contener la euforia de su corazón.

“¿Cómo?”, Mike volteó hacia William esperando que él la corrigiera.

“William tiene razón, la silla no cabe en el auto y no hay forma de llevarla… supongo que tendremos que poner alguna clase de adaptación…”, dijo pensativa.

“Adaptar este auto lo echará a perder”, respondió William con la mirada ensombrecida.

“Se vería horrible con una silla de ruedas en el techo o colgando de algún lado”.

“Dijiste que era mi carro… ¿Cierto?”.

“Está a tu nombre…”.

“Entonces puedo hacer con él lo que yo quiera… Encontraremos la forma de adaptar algo para poder poner tu silla, me importa poco si a alguien no le parece”, dijo Emma frunciendo el ceño.

“¡Estoy tan emocionada! ¡Vamos!”.

Dio un par de saltitos a su lado, dejándolo desconcertado. No había hecho ninguna de las dos opciones que había pensado, ella había creado su propia opción.

“No tiene sentido que Mike lleve solo la silla de ruedas…”.

“Me diste la oportunidad de conducir el auto hasta la casa de tu familia, de todas formas, íbamos a usar dos carros”, agregó Emma guiñándole un ojo.

Con cuidado, Mike ayudó a William a entrar al auto, Emma acomodó sus piernas con gentileza, sin importar si su vestido se arrugaba o rompía y en todo momento le dedicó una sonrisa amplia a William mientras él no sabía qué pensar.

La vio rodear el auto trotando y cuando entró, notó como sus ojos se abrieron, su sonrisa se hizo más grande y comenzó a acariciar el tablero y el volante.

“¡¿Lo puedes creer?!”, dijo emocionada y William no supo si le estaba preguntando a él.

“¡Dios! Esto es… demasiado”.

Emma comenzó a reír eufórica y sin pensarlo dos veces tomó la mano de William y la puso sobre su pecho. Esta vez era él quien estaba ruborizado.

“¿Sientes mi corazón? Creo que me va a explotar”, agregó Emma emocionada, antes de estirarse para alcanzar el cinturón de seguridad y ayudar a William a ponérselo

“¡¿Estás listo?! Esto será una locura”.

Comenzó a picar botones hasta conectar su celular al sistema de sonido, necesitaba música de fondo.

William se sorprendió cuando la lista de reproducción de esa mujer tan tierna estaba llena de rock y punk.

La canción correcta comenzó a sonar y Emma se sorprendió del excelente equipo de sonido que tenía el auto.

Se olvidó que quien estaba a su lado era su cruel esposo y también de que esa noche debía de parecer toda una Señorita. Hizo rugir el auto y su rostro de satisfacción le hizo imaginarse a William como sería llevarla a un orgasmo.

´¿Lograría satisfacerla tanto como lo hace este maldito auto?´, pensó comenzando a sentirse celoso.

Durante el camino Emma manejó con prudencia, aunque dentro de ella deseaba probar los límites del auto. En una avenida recta y despejada William decidió ceder un poco.

“Hazlo, sé que quieres…”.

“¿Qué? ¿Hacer qué?”,  preguntó Emma sonrojada.

“Ponlo a prueba”, dijo William recargándose en el asiento y la sonrisa de Emma se hizo más grande.

“Pero… ¿Si me detienen?”.

“Yo pago la multa… habrá valido la pena…”.

Emma se mordió los labios, estaba tentada a tomarle la palabra. Volteó y vio a Mike y Lorena en el otro auto. Aceleró suavemente haciendo rugir la máquina, llamando la atención del ayudante.

“¡A que te gano!”, exclamó emocionada antes de pisar a fondo y dejarlo atrás.

Verla de esa forma, tan eufórica y libre, causó estragos en William. El vestido y el maquillaje enaltecían su belleza, pero en verdad lo que la hacía ver como una diosa era esa alegría incontrolable que se apoderaba de ella y por un momento William

Al llegar a la residencia Harper, Emma estaba eufórica y su sonrisa parecía hacerse cada vez más grande. Volteó hacia William dedicándole una mirada combinación entre agradecimiento y alegría.

“Creo que no conduzco tan mal…”.

“Así parece…”, William contestó con melancolía y acercó su mano hacia la mejilla de Emma.

El día que se había accidentado, quien iba conduciendo era Tina. Había perdido el control del auto y colisionó contra un tráiler.

Era tanto el amor de William que sin pensarlo abrazó a Tina en un intento porque nada le pasara, poniendo su seguridad por encima de la de él. Mientras ella recibió el mínimo de daño, William había perdido sus piernas.

La posterior ausencia de la mujer que tanto había amado y que había protegido con su cuerpo, le destrozó el corazón, decir que solo se rompió era poco a comparación de cómo se sintió.

“Te ayudaré a bajar”, dijo Emma ruborizada por ese gesto de ternura y sin perder la oportunidad, presionó la mano de William contra su mejilla y besó el rostro interno de su muñeca antes de abrir la puerta y salir.

Mientras Mike tomaba a William por las axilas, Emma sujetaba las piernas con cuidado. Una vez que estuvo William en su silla, ella se acomodó el vestido y principalmente el escote.

De pronto el valet parking se acercó pidiendo las llaves del auto, haciendo que toda la felicidad de Emma desapareciera de su rostro.

“¿Y si mejor me dices donde quieres que lo estacione?”, preguntó la chica renuente a soltar las llaves.

“Emma… No le pasará nada al auto”, dijo William con una sonrisa divertida.

Era una niña en el cuerpo de una mujer

“Y si le pasa, te compro otro”.

“Pero no es lo mismo”, dijo Emma haciendo un delicado puchero que hizo explotar el corazón de William con ternura.

“Ya tenemos un lazo, algo que nos une. Una relación especial”.

“Es un auto…”.

“Es mi bebé…”, dijo no muy decidida a soltar las llaves, pero al final terminó desistiendo.

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