De odiarnos a amarnos -
Capítulo 13
Capítulo 13:
William volteó hacia Emma y no pudo evitar sonreír, la chica tenía un gesto encantador de sorpresa
“Que mi esposa decida perdonarlos”.
“Creo que podemos llegar a un acuerdo justo”, dijo Emma con una sonrisa divertida.
El poder la estaba envenenando.
“Que Jessi y Eddie sean expulsados, pero puedan encontrar cobijo en otra escuela. Quiero ser benevolente”.
Se acercó a Jessi, que mantenía las mandíbulas apretadas por el coraje, y tomó el cheque de su mano para romperlo.
“No te mereces ni un solo centavo de mi esposo”, dijo en voz baja, disfrutando ver los ojos de su enemiga llenos de odio.
“¿Está de acuerdo, Señor director?”, preguntó William.
“Sí… sí… está bien…”, respondió el hombre, aún aterrado.
“Si no hay más que arreglar, me llevaré a mi esposa…”, extendió su mano hacia Emma.
Su corazón latía desbocado por ella, pero su mente recordaba cada palabra en esa carta y le dolía.
¿Cómo un ángel tan bello como ella estaría por iniciativa propia con él? Su matrimonio solo era una farsa, ella amaba a otro hombre y William se sentía traicionado, pero en ese momento, la sonrisa de Emma lo destrozó y en cuanto tomó su mano sintió una alegría de la cual se sentía culpable.
“Quién diría que nuestra Emma tenía tanto poder sobre los hombres”, dijo Jessi buscando una última oportunidad para lastimarla.
“Tienes un esposo poderoso y benevolente, y a ese hombre que te defendió de Eddie… ¿Quién era? ¿Tu novio? Dime… Emma, ¿el inválido te da dinero y el otro te complace en la cama? ¡Qué afortunada mujer!”.
Sin pensarlo dos veces, Emma giró hacia ella y le dio un golpe en el rostro, haciéndola caer.
“Después de todo lo que perdiste hoy, parece que no aprendes a mantener la boca cerrada”, dijo.
Emma con los dientes apretados. Cuando se dio cuenta, William ya había salido de la sala, no estaba dispuesto a escuchar de otro hombre defendiéndola.
En cuanto William se sintió lo suficientemente lejos de la puerta, volteó hacía su ayudante y sus órdenes fueron claras.
“Quiero que investigues al hombre que ayudó a Emma… quiero saberlo todo de él. ¿Entendido?”.
“Sí, Señor”.
“Aquí está la información que solicitó…”.
El ayudante de William le entregó un folder repleto de papeles.
“Su nombre completo es Bastian Gibrand…”.
“¿Gibrand?”, interrumpió William.
´ ¿Qué clase de interés incestuoso tiene Emma en él? ´, pensó desconcertado.
“Según su expediente médico, hace unos años su madre realizó una prueba de ADN y se comprobó que el padre es Román Gibrand”.
“¿La prueba es confiable?”.
“No mucho. El médico que la realizó desapareció después de haberla validado. Además, este fue contratado por Martina Gibrand, la cual no tenía buena relación con el Señor Román…”.
“Entonces… ¿Son hermanos?”.
“No, la Señora Emma es hija de Gonzalo Moretti, exesposo de la Señora Frida”.
“Qué complicada familia…”, resopló y su mirada se posó en los documentos de propiedad sobre la empresa mercantil de la familia Bafel.
“El Señor Bastian se volvió el dueño de la empresa familiar la cual está cerca de estar en bancarrota…”.
William revisó las fechas de traspaso y estaban muy cercanas a las de su boda.
“¿Es apegado a mi esposa?”.
“No tengo datos precisos, pero parece que pasó un corto tiempo viviendo en la misma residencia cuando eran niños”.
“La Señora July Bafel era la institutriz de las hijas del Señor Román y cuando esta salió de la casa levantó una demanda por haber sufrido violencia por parte del Señor Gibrand, aunque se anexaron al expediente fotos de las lesiones, nunca fue tomado en cuenta y el caso se archivó”. Continuó.
William sacó de nuevo la carta de Emma, leyendo línea por línea, pero esta vez no le causó dolor en su corazón, al contrario, algo le intrigaba.
´Bastian Gibrand, con una empresa en bancarrota entre las manos y el rencor de tu madre contra Román, picándote las costillas como si fueras un caballo perezoso. Algo me dice que lo que te atrae de Emma no es su gran corazón´, pensó y aunque su rostro mostraba una amplia sonrisa, por dentro estaba furioso.
Frida entró a la oficina de Román equilibrando una taza de café. Cuando logró dejarla sobre el escritorio de su esposo sin derramar una sola gota se dio cuenta de que este estaba muy entretenido en el teléfono.
Hacía rostros de confusión y fruncía el ceño, de vez en vez se separaba del auricular para verlo con desconcierto.
“Sí… está bien… gracias por informarme…”, dijo antes de colgar.
Su ceño estaba tan fruncido que sus cejas casi se tocaban.
“¿Todo bien?”, preguntó Frida acariciando su cabello con ternura.
Román la jaló hacia él, haciendo que se sentara en su regazo, y la abrazó mientras escondía su rostro contra el pecho de Frida. De inmediato ella lo estrechó con cariño y jugó con el cabello de su nuca, enredando sus delgados dedos.
“Me llamó el director de la universidad de Emma…”.
“¿Qué ocurre? ¿Está bien mi niña?”, preguntó Frida alterada.
“Al parecer se metió de nuevo en problemas… tuvo una pelea con unos alumnos…”.
“¿Tenemos que ir?”.
“No, al parecer su esposo ya fue a arreglar la situación…”, dijo desconcertado.
“¿Su esposo? ¿William Harper?”, preguntó Frida con los ojos bien abiertos.
No podía imaginarse a ese hombre tan hostil yendo a la escuela para ayudar a Emma.
“Sí, hizo que el director se orinara en los pantalones…”.
“¡¿William Harper?!”.
“A menos que nuestra pequeña se haya casado con otra persona, sí, fue William Harper y defendió a Emma haciendo gala de sus dotes como abogado…”.
Por lo menos el director parecía muy angustiado con las amenazas que le hizo, no cabe duda de que es hijo del maldito Edward Harper, igual de desgraciado y mordaz.
“¿Crees que…?”.
Frida no se animaba a decirlo.
“¿Qué se está enamorando de nuestra hija?”, preguntó Román divertido, pero con una nota de inconformidad en la voz
“Hombres como él no tienen corazón”.
“Pues… Yo conocí a un hombre sin corazón que terminó perdidamente enamorado de mí”, dijo Frida con media sonrisa.
“¿Ah sí?”, preguntó divertido, compartiendo la sonrisa coqueta de su mujer.
“Sí, era un tipo rudo, pero conmigo se volvió un manso cordero… y puedo jurar que es el hombre más dulce que he conocido. El mejor padre para mis hijos y el mejor esposo”.
Román se derretía entre los brazos de Frida cada vez que le hablaba así, su voz era sedante y su mirada hipnótica. Se estiró para alcanzar sus suaves labios y la estrechó con fuerza, ansioso de embriagarse de su calor y esencia.
Emma despertó más temprano que otros días y cuando llegó a la cocina ya estaba Lorena acomodando las ollas y cacerolas para el desayuno.
“¿Has visto a Frannie?”, preguntó de repente haciendo memoria, parecía que en esos días no se había aparecido.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar