Capítulo 54: 

Avery olió el alcohol de Elliot junto con el leve aroma del tabaco.

De repente, se dio cuenta de que el grupo de hombres que estaba detrás de Ben había sacado sus teléfonos y la estaban apuntando con sus cámaras.

Debían de estar metidos en el ajo con Ben.

Avery dio un fuerte empujón a Elliot, pero como le preocupaba que se cayera, alargó la mano y le agarró del brazo.

Al ver esto, el conductor se apresuró a ayudar, y los dos colocaron a Elliot en el asiento trasero del coche.

Una vez que Avery puso el cinturón a Elliot, el conductor le pasó una botella de agua.

Ella había sudado mucho, así que aceptó la botella y bebió un gran trago de agua.

«Eso era para el Señor Foster, señora», dijo el conductor.

Las mejillas de Avery se tiñeron de rojo.

Rápidamente, acercó la botella al brazo de Elliot y preguntó: «¿Quiere agua?».

Tenía los ojos cerrados y las cejas muy fruncidas, como si estuviera en un mundo de incomodidad.

No respondió en absoluto a su pregunta.

Avery no estaba segura de si no la había oído, o si lo había hecho, pero había decidido no contestarle.

«Tal vez pueda dárselo, señora», sugirió el conductor.

Avery frunció el ceño, frustrada.

Puso la mano en la nuca de Elliot con la esperanza de levantarle la cabeza.

Sin embargo, en el momento en que la palma de la mano entró en contacto con la piel de la nuca, los ojos de Elliot se abrieron de golpe.

Avery retiró rápidamente la mano, echó la cabeza hacia atrás y bebió otro gran trago de agua.

Mientras Elliot observaba su perfil lateral, recordó el plan de divorcio que había visto en su ordenador portátil.

Se preguntó cómo pensaba convertir su plan en realidad.

El coche avanzaba con paso firme en la noche mientras el ambiente en el interior del vehículo se volvía cada vez más extraño.

Por el rabillo del ojo, Avery se dio cuenta de que Elliot la miraba fijamente, y su corazón empezó a acelerarse en su pecho.

Se terminó la botella de agua en un tiempo récord.

Elliot le arrebató la botella vacía de las manos y la tiró a un lado, rompiendo el silencio con un golpe.

«Quieres divorciarte de mí porque te obligué a ab%rtar a ese hijo de p%ta», siseó con frialdad.

Avery no tenía dónde huir ni esconderse, así que no tuvo más remedio que contestarle.

«Estás en tu derecho de no querer hijos, pero no puedes quitarme por la fuerza mi derecho a ser madre. Quiero tener hijos y quiero ser madre. Dime, aparte de divorciarme, ¿De qué otra manera podría tener mis propios hijos?».

Este asunto era una herida en su relación. Si no se resolvía, seguiría apuñalándoles durante el resto de sus vidas.

«¿Por qué insistes en tener hijos? ¿Tanto te gustan?» se burló Elliot mientras una furia ardiente hervía en sus ojos.

Avery apretó los dientes mientras una oleada de emociones surgía en su interior.

Si no estuviera embarazada, podría vivir sin hijos.

Sin embargo, ahora que estaba embarazada, tenía una responsabilidad con sus bebés. «¿Por qué estás tan en contra de tenerlos? No eres tú el que los va a parir o criar. ¿Por qué no puedes darles una oportunidad?» gritó Avery con una voz más fuerte que la de Elliot.

El conductor se sorprendió.

¿De dónde sacaba Avery Tate las agallas para levantarle la voz a Elliot Foster?

¿De verdad creía que su paciencia con ella no tenía límites?

Justo cuando el conductor pensó que Elliot iba a levantar la mano, un pesado silencio cayó sobre el asiento trasero.

Avery se calmó ligeramente después de un rato.

Su voz rompió el penetrante silencio cuando dijo con los ojos enrojecidos: «Todo el mundo tiene algo de lo que prefiere no hablar. ¿Por qué hay que discutir?».

«No creas que eres la única para mí, Avery Tate», dijo Elliot con una voz que calaba hasta los huesos, su tono desalmado e indiferente.

«Somos tan diferentes como el cielo y el infierno. Nunca he esperado estar en igualdad de condiciones a tu lado», respondió Avery.

«¿Quién es el cielo y quién el infierno?» preguntó Elliot. Su pregunta dejó a Avery desconcertado.

¿Qué clase de pregunta era ésa?

No le contestó. La cabeza le latía con fuerza.

El asiento trasero estaba impregnado de olor a alcohol. Se sintió mal del estómago y bajó la ventanilla.

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