Cuando sus ojos se abrieron -
Capítulo 230
Capítulo 230:
¿Podría haber otro niño en la casa?
Elliot respiró con frialdad.
Salió de la habitación y vio el pequeño cuerpo de Layla temblando de lágrimas en lo alto de la escalera.
¡Era la hija de Avery!
¡Qué ridículo!
¿Cuándo había entrado ella aquí?
¿Cómo es que no lo sabía?
¿Sería que el sistema de seguridad más avanzado de la mansión era completamente inútil contra ellos?
Elliot recordó de repente que hacía sólo dos horas que habían conseguido poner en marcha la red de la mansión.
Layla llevaba una mochila con forma de conejo.
Llevaba un muñeco de conejo en una mano y se agarraba a la barandilla con la otra, mientras sollozaba y bajaba las escaleras con cuidado.
No se dio cuenta de que Elliot la seguía.
Los criados se reunieron al pie de la escalera y miraron con ojos de asombro a la niña que había aparecido de la nada.
«Mami… mi mami se ha ido… estoy llorando tan fuerte… no viene a buscarme… ¡Ahhh!»
Los llantos de Layla se sucedían uno tras otro, parecidos al ritmo de un motor que se pone en marcha.
«¿No eres la hija de Avery Tate, pequeña?»
La Señora Cooper se acercó a Layla y la llevó por las escaleras.
Layla hizo un puchero y preguntó con los ojos llorosos: «¿Se fueron mi mamá y mi hermano?».
«¡Se fueron! Se fueron hace horas. ¿Cuándo has llegado? ¿Por qué no te vimos entrar?»
La Señora Cooper llevó a Layla al sofá y luego le secó las lágrimas con una servilleta.
Era una niña preciosa y la viva imagen de Avery.
Se notaba enseguida que era la hija biológica de Avery.
Sin embargo, la Señora Cooper no se atrevió a preguntar por el padre de la niña, pues suponía que Elliot ya lo había investigado.
«Entré cuando no había nadie… llevo tanto tiempo aquí… ¡He venido a buscar a mi mamá! La echo tanto de menos…» Layla moqueó. «¿Por qué no me llamaron cuando se fueron? El Tío Mike sabía que estaba aquí…»
Elliot se acercó al lado de Layla y miró su carita.
«¡No quiero que me miren!» gritó Layla mientras dirigía una mirada a Elliot y luego le daba la espalda.
El humor de Elliot se ensució al instante.
¿Cómo se atrevía a poner esa cara de buena persona después de haberse colado en su casa?
¡Este era el resultado de la educación de Avery!
En ese momento, Shea salió de su habitación.
Al ver a Layla, corrió alegremente hacia ella.
Shea se acordaba de Layla, pero no recordaba su nombre.
Una vez que estuvo junto a Layla, Shea le ofreció su mano.
Layla levantó la mirada y enseguida frunció el ceño y miró a Shea.
Por si fuera poco, Layla levantó la barbilla y le dirigió un frío resoplido.
El comportamiento de Layla no sólo no ahuyentó a Shea, sino que ésta fue un paso más allá y se aferró a la mano de Layla.
A Elliot le dolía la cabeza.
¿Por qué a Shea le agradaban tanto Avery y sus hijos?
¿Se conocían de antes? ¿Eran íntimos?
Si no, ¿Por qué les cogía de la mano cada vez que se encontraban?
¡Elliot no tenía ni idea!
«¡Vete!» dijo Layla con asco mientras se sacudía la mano de Shea. «¡No quiero jugar contigo!»
Shea se quedó atónita y las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos.
A Elliot le dolió el corazón al verlo.
Los hijos de Avery no sólo eran maleducados, sino también crueles.
¿Qué clase de broma de mal gusto era ésta?
«¡Layla Tate! ¡Mira en qué casa estás ahora mismo!» Elliot rugió mientras le daba una lección: «¿No te enseñó tu madre a llamar a la puerta antes de entrar en la casa de alguien?
Además…»
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