Capítulo 229: 

Layla pensaba buscar a su madre en el primer piso, pero de repente oyó el sonido de unos pasos que venían de la cocina.

Estaba tan aterrorizada que no se atrevió a soltar un suspiro y corrió directamente hacia las escaleras.

Obligada a correr hasta el segundo piso, Layle se agarró a la pared y recuperó el aliento.

En ese momento, ¡Los pasos se acercaban a ella!

¡Esa persona estaba subiendo las escaleras!

Layla entró en pánico y buscó rápidamente un lugar donde esconderse.

Poco después, la Señora Cooper apareció en el segundo piso y se dirigió al dormitorio principal para ver a Avery.

Estaba preocupada por el encuentro entre Elliot y Mike.

Aunque Elliot se había recuperado del accidente de coche de hacía años, el médico le había indicado que evitara las actividades extenuantes.

La Señora Cooper no quería ver a Elliot perder y recibir un golpe de Mike, así que sólo podía venir a ver a Avery. Abrió la puerta y se acercó a la cama.

La Señora Cooper miró la cara dormida de Avery, y por muy mal que le sentara despertarla, decidió que podía dormir cuando quisiera.

Todo terminaría una vez que el partido se perdiera.

«Avery», dijo la Señora Cooper mientras estiraba la mano para acariciar el hombro de Avery.

«¡Avery!»

Las cejas de Avery se fruncieron al oír las llamadas.

«Despierta, Avery», dijo la Señora Cooper mientras levantaba la voz.

Avery abrió lentamente los ojos.

Cuando su mirada aturdida se posó en la Señora Cooper, ésta rompió en una sonrisa.

«Despierta, Avery. Mike y el Señor Elliot están en la pista de tenis.

Tienes que detenerlos. Ya sabes que las piernas del Señor Elliot no están en la mejor forma», dijo la Señora Cooper mientras ayudaba a Avery a sentarse.

Avery se frotó los ojos cansados y luego murmuró: «¿Mike y Elliot están en la pista de tenis?».

«¡Sí!» exclamó la Señora Cooper, y luego le contó todo lo que había pasado antes.

Mientras Avery miraba sin comprender por la habitación, su espalda se convirtió en un sudor frío.

«¡¿Cómo he llegado hasta aquí?!»

Tras un momento de duda, la Señora Cooper respondió con sinceridad: «Te encerraste en el coche y te quedaste dormida anoche. No puedo imaginar lo que habría pasado si el Señor Elliot no te encontraba a tiempo y te enviaba al hospital. Vamos a la pista de tenis ahora, Avery».

El partido de tenis se detuvo con la aparición de Avery.

La mirada de Avery pasó por encima de Hayden y Mike, y finalmente se posó en la cara de Elliot.

«¡Gracias por lo de anoche!»

«Ni lo menciones. Deberías volver a hacerte un chequeo en el hospital». Ver el delicado rostro de Avery calmó todas sus emociones.

«Hubo algunas cosas fuera de lugar en tu análisis de sangre de anoche».

«Lo tengo…» Dijo Avery.

Aparte de sentirse un poco cansada, no sentía ninguna otra molestia.

Mike la agarró del brazo y le dijo con fuerza: «¡Te llevaré al hospital!»

Mientras se alejaban, Avery no pudo evitar mirar a Elliot.

Estaba agotada después de su trabajo de la noche anterior, pero Mike la llamó al hotel para darle una sorpresa de cumpleaños.

Ella se negó, pero Mike insistió y no tuvo más remedio que obligarse a conducir hasta el hotel.

Al final, el cansancio se apoderó de ella y detuvo el coche junto a la calle antes de quedarse dormida.

Quería volver a casa y llamar a alguien para pedir ayuda, pero ya no podía mover ni un músculo.

Así fue como acabó quedándose dormida en el coche.

Avery sintió que un escalofrío le recorría la columna vertebral al recordarlo todo.

Probablemente habría muerto si nadie la hubiera encontrado.

Cuando Elliot regresó a la sala de estar, la Señora Cooper le puso un cuenco de sopa de pollo delante.

«Esta es la sopa favorita de Avery. Es una pena que no haya podido tomarla», dijo la Señora Cooper con pesar.

Elliot se terminó el plato de sopa y volvió a su habitación para descansar.

A las tres de la tarde, un lamento estremecedor atravesó toda la mansión.

Elliot se despertó sobresaltado por el aullido infantil pero ensordecedor.

Parecía el llanto de un niño.

¿No se había ido ya Hayden? ¿Podría ser…?

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