Capítulo 13:

Jonathan intentaba leer el informe pero fracasaba estrepitosamente. Leía a través de las palabras pero su mente no lograba registrarlas, todo lo que podía pensar era sobre Liza y el chico con el que salió. Era frustrante y decepcionante al mismo tiempo.

Ya había pasado un mes y no había conseguido mantener una conversación civilizada con Liza, ¿cómo iba a conseguir que se enamorara de él si ni siquiera conseguía que le hablara? Echó un vistazo al despacho vacío contiguo. Liza había olvidado cerrar las persianas con las prisas, así que en lugar de las habituales persianas de color rosa pálido y beige, la pared de cristal era transparente y permitía a Jonathan ver su despacho.

El portátil de Liza estaba cerrado, algunos manuscritos que Liza había leído estaban esparcidos a su alrededor, el abrigo de Liza colgaba del respaldo de la silla y una taza de café de San Valentín estaba sobre la mesa. Jonathan se sintió como un asqueroso por espiar en el despacho de Liza, pero no pudo evitarlo, era la única manera de conseguir alguna pista sobre Liza.

Vio libros alineados en las estanterías, algunos viejos y otros nuevos.

Estaba a punto de apartar la mirada cuando vio entrar a Liza. Llevaba el pelo abierto y sonreía para sí misma. El queria ser la razon de su sonrisa pero sabia que era por el otro chico. Liza se sacudió un poco el pelo y luego sacó un pañuelo de su bolso y se lo ató en un moño desordenado, permitiendo a Jonathan ver su esbelto cuello.

No había tenido la oportunidad de ver a una Liza sonriente en los últimos cuatro años y ahora que la tenía, no había imaginado que sería con un muro entre ellos y por culpa de otra persona. De repente, sus ojos verdes se cruzaron con los avellana de ella y apartó inmediatamente la mirada. No quería volver a ver su fría mirada.

Cada vez que veía esa mirada fría en sus ojos el dolor azotaba todo su ser, azotándolo y castigándolo por todos los pecados que había cometido. Volvió la cara hacia el informe y comenzó a leerlo de nuevo.

Liza se sorprendió cuando Jonathan apartó la mirada de ella. No se lo esperaba, de hecho se dio cuenta de que se había acostumbrado tanto a recibir sonrisitas de Jonathan que en realidad se había sentido un poco decepcionada cuando él apartó la mirada. Suspiró por su propia estupidez y se acercó a las persianas para cerrarlas. Se sentó en la silla y comenzó a leer su trabajo.

Apenas había pasado una hora cuando Rachel la llamó diciéndole que Jonathan necesitaba hablar con ella sobre un asunto. Liza se levantó y se puso la chaqueta. Se dirigió al despacho de Jonathan y llamó a la puerta. Quería marcharse, no volver a hablar con él, pero recordó que había decidido enfrentarse a él, así que esperó pacientemente a que respondiera.

“Pase, por favor», oyó que le decía la voz de Jonathan. Suave y profunda como siempre. Entró en el despacho.

“Siéntese, por favor», le dijo Jonathan.

“Entonces, ¿de qué querías hablar?», dijo ella manteniendo un tono firme, sin dejar traslucir ninguna emoción. Jonathan se sorprendió por un momento.

“¿Te acuerdas de la comida que tuvimos con nuestro cliente el lunes pasado?», preguntó. Liza asintió.

“Bueno, aceptó el trato y nos ha invitado a una especie de baile de celebración. Aquí está la tarjeta de invitación”.

Dijo entregándole la elegante tarjeta de color crema.

“Bien. ¿Eso es todo?» inquirió Liza.

“Si» Liza asintio una vez mas y se levanto para irse. Justo cuando estaba a punto de salir por la puerta se dio la vuelta y dijo con una leve sonrisa «Oh, felicidades por tu

Enhorabuena por tu primer contrato, Jonathan», y acto seguido se dio la vuelta y salió del despacho, dejando a su paso a un asombrado Jonathan.

Liza salió por la puerta, felicitándose en silencio por haber mantenido su determinación. Después de darse cuenta de que ya no estaba atada a Jonathan, de que él ya no tenía ningún efecto en su vida, verlo se había vuelto más fácil.

Era como encontrarse con una persona del pasado que le había importado en un momento dado, pero que ahora ya no tenía importancia. Liza sacudió la cabeza. Por supuesto, Jonathan seguía teniendo cierta relevancia, pero al menos no de la forma en que solía tenerla.

Se había liberado de él en cuanto subió al avión y, al tratarlo como trataría a cualquier otro colega, no se estaba enamorando de él, sino todo lo contrario: ahora que había determinado su relación con Jonathan, podía mantenerlo a distancia. Con estos pensamientos en mente, Liza comenzó a leer otro manuscrito que debía publicar.

Jonathan estaba sentado en su silla con los ojos muy abiertos. No podía creer que Liza le hubiera sonreído, aunque fuera una leve sonrisa, era algo que nunca había esperado que sucediera. Quería saltar, bailar de alegría y gritar todo lo que pudiera, pero sobre todo quería averiguar por qué Liza por fin había mostrado algo más que rabia hacia él.

La había amado durante mucho tiempo y no quería volver a perderla. La había echado mucho de menos durante los últimos cuatro años. No había sido más que una máquina hasta que volvió a ver a Liza. Solía fingir risas, falsas sonrisas y fingir que realmente tenía algo por lo que valía la pena vivir, pero ahora que había visto alguna emoción en Liza estaba más decidido a recuperarla.

Había un hueco en su corazón que no podía ser llenado por nadie más que Liza y estaba cansado de vivir con ese hueco. Sabía que no era fácil y que tal vez ella nunca le daría una segunda oportunidad, pero esa sonrisa le había dado esperanza y lo había fortalecido. Iba a esforzarse aún más. Mantendría a Liza en su vida de cualquier forma posible.

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