Corazón esteril -
Capítulo 41
Capítulo 41:
“No, me llamo ayer para decirme que vendría y que tú también estarías aquí pero no me dio más explicación”.
Asiento hacia ella y realmente me intriga lo que está sucediendo. Tomamos asiento y platicamos de trivialidades.
Diez minutos después tocan a la puerta y juro por cielos que el corazón me dio un vuelco de emoción, nervio o miedo, no podría asegurarlo.
Pero como un resorte me pongo de pie y vuelvo a acomodar el traje. Lily se levanta de su asiento mirándome con una sonrisita en la boca. Los segundos se me hacen eternos mientras miro esa puerta que me separa de ella. Lily abre y puedo visualizarla.
Tiene un pantalón verde olivo de tiro alto con un top blanco de tirantes anchos que remarca su hermoso cuerpo. El corazón me golpea fuerte mientras trato de guardar la calma y no salir a reclamarla entre mis brazos.
Su mirada verdosa se posa en mí y siento que me traspasa. Por un segundo el mundo se detiene, no existe absolutamente nada más que ella mirándome fijamente.
Quiero reír y también llorar, tengo tanta necesidad de un abrazo de ella, solo de ella. Estos días han sido una completa locura, pero este justo momento que vuelvo a verla es como si todo recobrará sentido de nuevo.
Avanza unos pasos dentro del apartamento y veo a un hombre detrás de ella pero no importa, Avanzo hacia ella y la veo sonrojarse y esa simple acción me hace querer abrazarla hasta sentir que me fundo en su cuerpo.
“Hola”, me dice supongo sin tener que más decir.
“Hola”, yo también me siento sin palabras, ahogado en todas las emociones que me embargan en este momento.
“Buenas tardes, Andrew Lennox”, dice el hombre a lado de Isabella, llamando mi atención hacia él.
¡Es su papá! Lo miro detenidamente y veo lo parecido que es a los gemelos.
“Izar Messina, es un placer conocerlo señor Lennox”, le saludo.
Isabella me mira y yo siento como el calor regresa a mi cuerpo.
“¿Tomamos asiento?”, nos invita Lily
“Señor Messina, le hemos pedido que viniera porque mi hija quiere presentar cargos en contra de Aarón Marshall y Leonora Archer mi ex mujer, por lo sucedido con Isabella y queremos solicitar de su apoyo ya que es usted quien recibió los mensajes donde hay evidencia del abuso”, dice.
Lo miro en silencio y regreso la vista hacia Isabella que me mira sin ningún sentimiento en el rostro.
Una sensación de desilusión se instala en mí. No vino por nosotros, solo vino a ajustar cuentas con Aarón y su madre. Bajo el rostro porque no deseo dar el semblante de lo que realmente siento.
“Por supuesto que cuentan conmigo señor, ayudare en todo lo necesario para lograr que se haga justicia en esta situación”, respondo.
Isabella fija sus ojos en mi cómo analizándome, pero no dice nada, nada sale de su boca. Escucho más declaraciones del señor Lennox pero mi mirada permanece en ella, buscando algo, algo que me diga que todavía existe un nosotros.
Pero nada. No me da nada.
Al finalizar el señor Lennox me pide mantener contacto directo conmigo para iniciar cuanto antes. Me levanto de mi asiento y le extiendo una de mis tarjetas.
Estoy más cerca de ella pero aun así no hay nada, ni siquiera me mira, no me da nada más. Comprendo mi posición en este momento, soy un involucrado de un proceso judicial y nada más.
Hablan un poco más sobre buscar a los gemelos, sobre las fotos que tomo Lily del cuerpo de Isabella cuando presentaba las marcas…
Dejo de mirarla porque ya se fue la emoción y solo tengo un sentimiento de pérdida. Cuando creo que mi actuación aquí ha terminado, me dispongo a marcharme.
“Señor Lennox, le reitero mi apoyo total y es una pena conocerlo en estas circunstancias”, estrecho su mano
“Gracias por el apoyo, si es usted padre sabrá lo que significa para mí que mi hija no se encuentre sola en una situación como esta”.
Asiento hacia él, me acerco a Lily y me despido y por último tomo el valor de ir hacia ella. Tomo su mano y siento electricidad.
“Gracias”, me dice y por mi vida que no puedo más aguantar esto.
¿Tanto así rompí lo nuestro? Fueron mis dudas lo que abrieron está brecha, lo sé. Muevo la cabeza en señal asentimiento y la suelto dirigiéndome a la puerta.
‘Tengo que salir de aquí’. Salgo y no miro hacia atrás.
Una vez en el pasillo, me recargo en una pared y respiro profundo pero de nada sirve porque siento el nudo en mi garganta amenazando. No esperaba esto, de verdad no lo esperaba.
Camino hacia las escaleras, no deseo ni tomar el elevador, necesito aire, moverme, necesito asentar lo que está pasando y reacomodar mi interior.
Suelto un poco mi corbata mientras bajo el primer escalón y escucho una puerta abrirse…
“Izar, por favor espera”.
Y giro para encontrarla en la puerta mirándome con esos ojos que tanto amo.
Pov Isabella
Miro justo el lugar donde estaba hace un segundo, aún queda el rastro de su loción que tantas veces ha embriagado mis fosas nasales.
Veo ese lugar vacío y es como si mi corazón se sintiera igual y supiera que no puede continuar sin él. Me miró, me miró tanto, sin bajar los ojos. Sin un ápice de reclamo o duda.
Desde que atravesé por esa puerta y vi esas perlas grises mi estómago se volvió un revoltijo, mi corazón no ha dejado de martillar tan fuerte en mi pecho, que solo me quedé quieta. Simplemente porque no sé cómo actuar.
Me asustan tantas cosas que siento cuando él está en la misma habitación que yo y me asustan aún más que hubiera dudas en él. En un principio me avergonzó tanto que mi papá le dijera a lo que veníamos.
¿Cómo explicar una situación como esta? Espere su asco, su indiferencia, hasta su lástima, pero cuanto más lo veía menos encontraba nada de eso.
Verlo enfundado en ese traje que me fascina, que resalta su rostro y lo hace verse tan elegante y s%xy fue una estocada en mis entrañas Espere todo hasta un reclamo y por eso espere y espere pero ¡No! ¡No hubo nada de eso!
En cambio fue amable, muy atento a todo lo que mi papá le decía, no preguntó nada, tal vez para no incomodarme. Y ver qué no sucedió nada de lo que mi loca cabeza imagino para este encuentro y para lo que me mentalice con temple de acero me hace sentir ganas de salir corriendo tras de él.
No han pasado más de treinta segundos desde que salió por esa puerta y su ausencia me empieza a doler y se lo que tengo que hacer, pero tengo miedo.
Mil imágenes de él en mi vida bombardean mi cerebro y me levanto como empujada del sillón.
Lily y mi padre me miran con desconcierto.
“Tengo que alcanzarlo…”, es lo único que digo y la ternura que mi papá plasma en su cara me hace sentir un respiro.
Se lo dije esa noche que nos sinceramos, le conté sobre Izar y cuánto hemos vivido en estos meses. Le dije que han sido los meses más felices de toda mi vida.
Que él y los niños se han vuelto una parte fundamental en mis días, en mis noches y sobretodo en mis alegrías.
“Ve mi corazón”, me dice con una sonrisa y juro que tengo ganas de llorar.
¿Por qué me perdí de este maravilloso hombre que es mi padre?
Sé que él me entiende porque él también amo con toda el alma y también hubiese deseado tener una segunda oportunidad. Solo le sonrió se vuelta y con un paso apresurado me dirijo a la puerta dispuesta a ir hasta su casa…
Tenemos que hablar.
Abro la puerta y está ahí, justo frente a mis ojos, empezando a bajar las escaleras.
Un nudo se implanta en mi garganta pero trago grueso y logro decir.
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