Contigo -
Capítulo 84
Capítulo 84:
POV: Alonzo.
“Mellizos para ser exacta”, sonrió ampliamente y vuelvo a besar a Mónica.
“Felicidades”, dice la doctora.
Nos da indicaciones y signos de alarma qué debemos tener en cuenta
“¿Algo que ella no deba hacer?”, pregunto.
“Puede seguir con su vida normal y puede viajar”.
“No me importa aplazar el viaje con tal los tres estén bien claro que si, en los primeros meses no corre ningún riesgo por viajes”.
Después de darnos unas recetas de las vitaminas que Mónica debe empezar a tomar de ahora en adelante durante todo el embarazo salimos del consultorio.
No pude evitar levantarla y besarla, me siento plenamente feliz, no me importo qué los demás nos vieran.
“Te amo tanto”, le digo.
“Yo también te amo, pero deberías de bajarme nos están viendo”.
“No me importa, qué sepan que me haces el hombre más feliz del mundo desde el primer día, te prometo que te haré feliz a ti y a nuestros hijos cada día de mi vida será por y para ustedes”.
“Ya me haces feliz”.
Estos últimos dos días han sido los mejores no pensé que podría ser más feliz pero me equivoque, tengo a lado mío a una maravillosa mujer y ahora esperamos dos hijos juntos.
POV: Mónica.
Seguro este hombre me va a volver loca.
Apenas y lleva un día sabiendo del embarazo y está tomando precauciones por todo, incluso no me quería dejar pilotar el helicóptero qué pilote hace dos días cuando estaba igual de embarazada qué ahora.
A veces parecen tiernas sus acciones, pero a veces me saca de mis casillas.
Sé que estaba dispuesto a cancelar nuestro viaje si la doctora le decía que había el mínimo riesgo, pero soy capaz de irme sola si se le mete la idea en la cabeza.
Cuando nos informan que al parecer tendremos mellizos no puedo evitar sentirme emocionada pero asustada a la vez, apenas y puedo con Alonzo cuando creíamos que solo era un bebé, ahora que sabemos que son dos probablemente será aún más sobreprotector.
Salimos del consultorio y el loco de mi esposo me levanta emocionado y me besa en pleno pasillo del hospital sin importarle qué la gente nos vea.
No voy a decir que me desagradan sus actitudes él siempre es espontáneo y no le importa expresar lo que siente por mí frente a quien sea.
Por eso me sorprende cuando la gente dice que él es frío y serio, él es dulce, impulsivo, cariñoso y sobreprotector, por eso lo amo tanto aunque a veces me haga enfurecer.
Es imposible no contagiarse de su alegría, salimos del hospital.
“Vamos a comer, los tres deben tener mucha hambre”, dice mientras abre la puerta del auto para que yo entre.
“No estoy tan hambrienta a decir verdad”, digo con sinceridad
“Amor tienes dos pequeños qué llevar, tienes que mantenerte saludable y alimentarte bien. Ya oíste a la doctora que hayan dos pequeños creciendo aquí no quiere decir que debo comer por tres”.
“Lo sé, pero no hemos comido nada desde el desayuno”.
“Tenemos que estar temprano en la pista “Lo estaremos, pero primero, lo primero, además no debemos preocuparnos es imposible que el jet nos deje cuando somos sus únicos pasajeros”.
Sé que tiene razón, pero me parece una falta de respeto hacer esperar a la tripulación, pero que puedo hacer, ambos somos tercos y sé que no estará tranquilo hasta que coma algo.
Vamos a un restaurante y el que ahora es mi esposo le pregunta al pobre mesero si todo es orgánico, gracias a Dios vivimos en Los Ángeles y aquí todo mundo está obsesionado con una vida fit y que todo sea orgánico.
Apuesto que si viviéramos en otra ciudad otra historia sería y este hombre buscaría un supermercado orgánico hasta debajo de las piedras solo para que coma algo orgánico y sin pesticidas y todo eso.
Amo ver esa sonrisa que no se ha borrado de su rostro, es imposible verlo y no sonreír también, sin duda alguna Alonzo será un excelente papá, aunque me saque de quicio sé que todo lo que está haciendo es porque quiere que los bebés y yo estemos bien.
Terminamos de comer y el no deja de preguntar si estoy bien, si nada me ha dado náuseas y la verdad en estas pocas semanas aparte del cansancio han sido pocas cosas las que me han producido náuseas como el perfume de algunas personas, qué no es que sean feos, para nada.
Es más que ahora los percibo más dulces y pues al parecer a este par de pequeños eso no les agrada y lo expresan haciéndome devolver mi estómago.
Pasamos por nuestro equipaje a casa, además de ir por Antonio quien será nuestra seguridad este viaje debo decir que insistió en no acompañarnos a nuestra luna de miel porque dice que nos sentiremos más cómodos con un guardaespaldas qué nos conozca menos.
Entiendo su punto lo que él quiere evitar es ver las constantes muestras de cariño que Alonzo muestra sin importarle quien nos ve, por más que Antonio se queja de que eso lo incomoda a mi ahora esposo no le importa.
Dijo que debía ir Antonio si o si desde mi pequeño pero aterrador secuestro hace varios meses.
No confía en nadie tanto como confía en Antonio y Joseph.,
Más cuando se trata de mi seguridad.
Ahora ya no me quejo tanto con lo de tener a los guardaespaldas al rededor mío, ya entendí que en cualquier momento un loco puede aparecer e intentar hacer algo en mi contra.
Llegamos a la pista de aterrizaje, Antonio estado insistiéndole a Alonzo qué mandara a uno de sus hombres de confianza con nosotros.
Pero Alonzo no da su brazo a torcer.
“Tienes que ir tú. Sabes que yo también me case hace poco, ¿Verdad? Voy a extrañar a mí esposa”.
“Magali puede sobrevivir unas semanas sin ti, tranquilo, además el viaje será más corto de lo planificado”, dice Alonzo muy tranquilo ya que sigue un poco asustado con que el viaje sea demasiado para los bebés y para mí, por eso decidió acortarlo.
Aparte que quiere que cada mes la doctora nos esté checando, me parece exagerado, pero ya esa discusión he decidido no tenerla, no creo que cambie de opinión
“¿Quieres que viaje con ustedes y este ahí todo este tiempo viendo cómo se aman mientras yo extraño a mi esposa? Eso es injusto viejo, es casi explotación laboral”.
“Claro que no, nadie te mando a ser tan bueno en tu trabajo”.
“Oye mocosa porque elegiste a este loco para casarte, tenías buenas opciones”, dice Antonio dirigiéndose a mí lo que me hizo reír debido a la mirada de odio que Alonzo le dedico.
“Es algo insistente”, le dije a Antonio, encogiéndome de hombros para restarle importancia de forma divertida
“¡Ah! Creí que era el amor de tu vida”, se queja Alonzo, lo que me hace reír, mientras hace un pequeño puchero, lo beso.
“Claro que eres el amor de mi vida”, le digo después de besarlo.
“¿Ven lo que les digo?”, se queja Antonio.
“Ni siquiera hemos salido del estado y ya están de empalagosos”.
“Eres un poco amargado”, le dice Alonzo
“Mira quien habla”, responde Antonio.
“No sé de qué hablas, soy el hombre más feliz del mundo”, toma mi mano y deposita un beso en ella.
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