Contigo
Capítulo 38

Capítulo 38:

POV: Mónica.

Puse mis brazos alrededor de su cuello, me levantó y por instinto enrollé mis piernas alrededor de su cintura.

Mi cuerpo estaba respondiendo solo, pero mi mente por fin se aclaró.

Me separé de él al recordar que su prometida estaba en algún lugar de esa hacienda.

“¿Qué estás haciendo?”, le pregunté un poco agitada.

“Eres tú, estás aquí”, dijo viéndome y analizando mi rostro como si no pudiera creerlo.

“Igual que tu prometida, idiota”, dije empujándolo, pero sus brazos se aferraban a mi cintura.

Me miró frunciendo en ceño.

“Ese tipo de hace rato ¿Es tu novio?”

“¿Cuál…? ¿Qué te importa?”

“Mónica, por favor, dime si sales con él, se veían muy sonrientes”

“Tu prometida debe estarte buscando”

Lo empujé con más fuerza y me soltó.

“No deberías de estar aquí, este lugar no está permitido para los turistas”

“No soy un turista”

“Tampoco eres un invitado, como sea, no debes estar aquí, sal de mi habitación”

“Dime que me extrañaste tanto como yo ti”

“No sé de qué hablas”

“Tus besos dicen lo contrario”

“Alonzo sal de aquí o si no…”

“¿O si no qué?”

“Mira, no quiero problemas, mejor ve con tu prometida”

“Tenemos que hablar”

“Ahora no”, dije seria.

Mi mente no está clara, no puedo hablar con él.

“Prométeme que hablaras conmigo en otro momento”

“Sí, pero vete de aquí”

Se acercó y me dio un pequeño beso en los labios.

“Te extrañe, estás preciosa”

“¿Puedes dejar de besarme?, estás comprometido”

“Te veo después”, dijo con una sonrisa. Extrañaba ver esa sonrisa.

Salió de mi habitación.

‘Maldición, ¿Qué acaba de pasar?, Ese hombre se volvió loco, mi corazón late muy rápido, se sintió tan bien ese beso, despertó en mi un montón de sensaciones que creí haber superado y ¿ahora qué?’

POV: Alonzo.

Tengo que hacer que me deje Isabel.

Insistió tanto en que la acompañará al Valle de Napa, ese lugar me trae recuerdos con Mónica, fueron muchos los fines de semana que compartimos ahí.

Me encantaba verla como se desenvolvía en los viñedos, definitivamente tenía talento para eso, ella era feliz en ese lugar.

Me rehusé a ir, pero Isabel dijo que le hubiese encantado que nuestro hijo fuese a ese lugar, que ella lo quería conocer porque se imaginaba al niño corriendo por ahí.

No pude evitar crearme una imagen, pero no de mi hijo con Isabel, si no de mis hijos con Mónica, en definitiva, hubiesen amado tanto ese lugar como su madre, me sentí culpable por no imaginar al hijo que perdí y terminé diciéndole que sí iríamos a Isabel.

Conduje seis horas hasta el valle, queda algo retirado de Los Ángeles.

Asumí que visitaríamos algún viñedo, ella dijo que conduciría y la dejé, pero jamás me imaginé que me llevaría a la hacienda de Mónica.

“Esta hacienda es hermosa, vi varía fotografías de ella en Internet, quiero que cuando nos casemos lo hagamos aquí”

“No, aquí no”, respondí de forma tajante.

“Es hermosa ya verás, te encantará”

Se bajó del auto, respiré profundo y la seguí, tengo que convencerla de no casarnos aquí, si ella elije este lugar jamás podré decirle que sí.

Jurarle amor en un lugar donde pasé tanto tiempo con la mujer que sí amo, no podría.

Ella iba hablando entusiasmada del lugar y lo hermoso que era, una vez íbamos a entrar a la parte turística de los viñedos una imagen captó mi atención, era Mónica, venía riendo con un hombre que se ve mayor a ella, muy mayor diría yo.

Se ve que tienen mucha confianza, me sentí furioso al verla con él.

“Mónica”

No sé por qué la llamé, no pude evitarlo, ella por fin me miró, nuestras miradas se conectaron, pero no podía dejar de alternar mi vista de ella a ese hombre, sí, en definitiva, le lleva algunos años.

Isabel comenzó a decir sus incoherencias y se guindo de mí brazo, en este momento ante la mirada de Mónica yo solo quería apartarla para correr a abrazar al amor de mi vida, me quedé helado mientras ambas intercambiaban palabras.

Mónica se fue al pasar por nuestro lado, pude sentir su dulce aroma, algo en mi me decía que fuese tras ella.

“No puedo creer que este lugar sea de ella, era tan perfecto para ser cierto, ¿Cómo es que no está en renta? He visto varias fotos de personas celebrando bodas aquí, es una envidiosa nada más”

“Tengo que ir a un lugar”, dije ignorando completamente lo que decía.

Fui hasta la casa, nadie me detuvo, me conocen muy bien, he venido muchas veces por lo que los empleados me conocen.

Pues entré a la casa y no la vi en la sala de estar, subí a su habitación, no sé qué pasaba por mi cabeza, solo pensaba en lo hermosa que se veía.

Ella siempre me ha parecido hermosa pero ahora se ve más madura, más mujer, sus curvas más definidas, pero su cintura igual de pequeña, solo puedo pensar en que la quiero tener entre mis brazos.

Entré, todo se veía exactamente igual a la última vez que estuve aquí, salió del baño y se sorprendió al verme, caminé hacia ella y estampé mis labios en los suyos.

Extrañaba tanto besarla, al principio no me correspondía, pero no tardó en hacerlo, la levanté poniendo mis manos en su hermoso trasero que siempre me ha tenido loco y ella enredó sus piernas alrededor de mí al igual que sus brazos.

Me aferré a ella, no quería que se separara de mí nuevamente, pero ella rompió el beso, se bajó y me apartó un poco pero no deje de abrazarla.

Intentó separarme de ella mencionando a Isabel y ahí recordé al tipo con el que ella estaba, le pregunté si era su novio, pero esquivó mi pregunta, insistí, pero me apartó recordándome que Isabel es mi prometida.

Me echó de su habitación, pero se veía que estaba celosa, dijo que no me extrañó, pero su cuerpo y sus ojos dicen lo contrario, tengo que hablar con ella y explicarle porque estoy con Isabel.

Le pido hablar con ella y accede antes de irme le doy un pequeño beso y le digo que está preciosa, me pide que deje de besarla, pero no puedo, no puedo estar a su lado y no querer tenerla entre mis brazos.

Salgo de su habitación con una sonrisa tonta y me topo con el tipo de hace rato.

“Señor, usted no puede estar aquí”, dice el hombre en tono serio.

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