Buscando recuperarla
Capítulo 9

Capítulo 9:

“Vamos”.

“¿Has visto algo debajo del coche?”

“No, pero no he mirado debajo del capó. Voy a sacarte de aquí y mis hombres examinarán bien el coche para asegurarnos de que todo está en orden antes de que salgan los niños del colegio”.

Los rostros de alumnos y compañeros desfilaron ante los ojos de Celia de repente.

¿Estaba poniendo en peligro a todo el colegio?

Malcolm la hizo alejarse más del vehículo.

“¿Adónde vamos?”

Miró por encima del hombro hacia el edificio de ladrillo rojo.

“Tengo que avisar”.

Dijo con seriedad.

“Mis guardaespaldas se ocuparán de todo. Vamos hacia la limusina. Tiene refuerzo en las ventanas y está blindada. Podemos hablar allí y ver qué hacemos”.

Malcolm pudo respirar tranquilo una vez metió a Celia en la limusina blindada.

Le dijo al chófer que se dirigiera a su casa.

Dos de sus guardaespaldas se habían quedado junto al coche, esperando a la policía.

Miró los mensajes que tenía en el teléfono por si había alguna novedad.

En cuanto pudiera garantizar la seguridad de Celia, movilizaría a unos cuantos contactos para encontrar pruebas y encarcelar a ese mafioso llamado Martin de una vez y por todas.

Ya había sido el chivo expiatorio de un narcotraficante para proteger a su madre.

Por aquel entonces no sabía a quién acudir.

Pero ya no era un adolescente sin dinero.

Tenía los recursos y el poder necesarios para ayudar a Celia.

Mientras avanzaban por Main Street, sentía el peso de su mirada furiosa.

Se guardó el teléfono y la miró por fin.

“¿Qué pasa?”

“Se me acaba de ocurrir algo. ¿Me has metido esa flor en el coche para asustarme y conseguir que me vaya contigo?”

Le miró con ojos de sospecha.

“No me puedo creer que pienses eso”.

“Ahora mismo no sé qué creer. Llevo casi veinte años sin verte. Hoy apareces de repente, me ofreces protección y pasa esto. La idea de que estén por aquí, en el colegio, cerca de mis alumnos…”

Celia trató de tomar aliento.

Se agarró las rodillas y se echó hacia delante.

“Creo que voy a vomitar”.

Él le puso las manos en los hombros, reprimiendo las ganas que tenía de atraerla hacia sí y tocarla de nuevo.

“Me conoces. Ya sabes lo mucho que he deseado poder cuidar de ti. Sabes lo mucho que me dolía saber que mi padre no estaba ahí para proteger a mi madre. Bueno, ahora pregúntame de nuevo si te he metido la rosa en el coche”.

Celia se echó el cabello a un lado y le miró.

Todavía no podía respirar bien.

“Muy bien. Te creo. Y lo siento. Aunque una parte de mí desearía que lo hubieras hecho porque así no tendría que preocuparme”.

“Todo va a salir bien. Cualquier persona que venga a por ti tendrá que vérselas conmigo. La policía va a revisar tu coche y acordonarán el aparcamiento si hay algún problema”.

“Hace diez minutos dijiste que la policía no podía protegerme”.

Unos rizos castaños y suaves se deslizaron por su brazo, igual que en el pasado.

Malcolm apartó la mano rápidamente.

Ya no creía en el poder del amor, pero el poder del deseo se merecía todo su respeto.

“Tenemos que decírselo a la policía de todos modos. ¿Dónde está tu padre? ¿Está en los juzgados?”

“Está en el médico, haciéndose su revisión anual. Ha tenido problemas de corazón. Dice que quiere retirarse después del caso Martin. No me puedo creer que esto esté pasando”.

Malcolm abrió el minibar y sacó una botella de agua.

“Nadie podrá hacerte daño ahora. Este coche está blindado y tiene cristales antibalas”.

“Los paparazzi pueden llegar a ser muy persistentes”

Celia tomó la botella con sumo cuidado.

No quería rozarle los dedos.

“¿Merece la pena vivir en una burbuja?”

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