Buscando recuperarla -
Capítulo 26
Capítulo 26:
“Y te fuiste del pueblo”.
“Sí”.
La había abandonado.
Esa había sido la parte más dura; abandonarla, sabiendo que llevaba a su hijo en el v!entre.
“Tenía pocas posibilidades de salir de un juicio así con el expediente limpio”.
Ella ya le había dicho que iba a dar al bebé en adopción y no tenía nada que ofrecerle para hacerla cambiar de idea.
Se había ido sin más.
Nada le ataba a Azalea.
“Háblame de esos amigos que nos van a ayudar”.
“Troy Donovan nos va a recoger cuando lleguemos.
Dijo él.
“El Robin Hood Hacker. Vaya”.
Respondió ella.
Troy se había metido en el ordenador del Departamento de Defensa cuando era adolescente para destapar un caso de corrupción y había cumplido condena en la escuela militar.
“Conrad Hughes se reunirá con nosotros después”.
Dijo él.
“Un magnate de los casinos con contactos de dudosa reputación? ¿Y Elliot Starc, piloto de Fórmula Uno y playboy?”
Celia se rio.
Esto parecía una broma.
Más que una reunión de amigos…
“No sé si volveré a sentirme tan segura”.
Malcolm le explicó lo que pudo.
“Sí. Todos acabamos en esa escuela por un motivo y salimos convertidos en hombres mejores. Si te hace sentir mejor, nuestra Hermandad Alfa incluye al Doctor Rowan Boothe”.
“¿El médico filántropo que aparece entre los cien hombres más se%y, según la revista People? Se supone que creó una técnica quirúrgica revolucionaria controlada por ordenador…”
“Lo hizo con nuestro colega informático, Troy. ¿Ahora sí te fías de mis amigos?”
La miró de reojo y vio un brillo especial en su mirada.
De repente, Malcolm se dio cuenta de que había mordido el anzuelo.
Había terminado dándole más información de la que debía compartir.
¿Por qué era todo tan misterioso e irresistible?
Celia se pasó casi todo el viaje intentando encontrar algún fallo en la rutilante vida de Malcolm Douglas.
Cuanto más le contaba acerca de su vida tras haberse marchado de Azalea, más motivos encontraba para admirarle.
Apartó la vista de ese perfil perfecto al tiempo que el helicóptero comenzaba a descender.
Estaban en la costa de Florida y se aproximaban a la casa de Troy Donovan.
El aparato aterrizó suavemente, justo delante de la casa.
Las aspas continuaban girando y las ráfagas doblaban la hierba del césped a su alrededor.
Un guarda uniformado le abrió la puerta y le ofreció una mano.
Celia agarró el bolso y bajó del helicóptero.
Estaba algo nerviosa…
Pero ya era tarde.
Lo tenía que seguir.
Antes de que pudiera pestañear, Malcolm estaba a su lado.
La agarró de la cintura y la condujo hacia una pequeña pista de despegue en la que esperaba un avión pequeño.
La mansión de estuco, situada junto a la playa, quedaba a sus espaldas.
Celia volvía a sentirse como Alicia, descendiendo cada vez más por ese agujero.
Su padre viajaba en primera clase y a veces alquilaba un Cessna, pero ella jamás había conocido ese nivel de recursos.
Unos segundos después, Malcolm la ayudó a entrar en el avión.
Otra pareja les esperaba en la cabina.
Una mujer pelirroja con pecas en el rostro se puso en pie al verla entrar.
Le ofreció la mano.
“Tú debes de ser Celia. Soy Hillary, la esposa de Troy”.
Se refería a la esposa de Robin Hood Hacker.
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