Buscando recuperarla
Capítulo 23

Capítulo 23:

Quería darle más, pero ella le había dicho que el dinero no le importaba, sino la música y el corazón.

“Debería haberla escuchado entonces. No quería esa clase de vida entonces y tampoco la quería en ese momento”.

Dijo en voz baja.

Malcolm aceleró más y el coche se deslizó como una bala por la recta carretera.

“Ha sido una escapada impresionante. De verdad creí que atropellarías a alguien. Pero lograste salir de la marabunta de gente sin que nadie se hiciera daño. ¿Dónde aprendiste a conducir así?”

“Es parte del entrenamiento”.

Ella se rio.

“Debí de perderme la clase de conducción cuando estudié música”.

“Tengo un amigo que es conductor profesional”

Eso también era verdad.

“Me dio clases”.

“¿Pero qué amigo es ese?”

Celia se volteó hacia él, levantando la rodilla para estar más cómoda.

Durante una fracción de segundo, la mirada de Malcolm se desvió al dobladillo de su falda.

“Elliot Starc. Fuimos juntos al colegio”.

Celia arqueó las cejas.

“¿Fuiste al colegio con Elliot Starc, el corredor famoso?”

“¿Conoces a Starc? La mayoría de las mujeres que conozco no siguen las carreras”.

“Cielos, estamos en el sur. La gente vive la pasión de NASCAR como si corrieran ellos mismos”

Se rio.

“Starc es de Fórmula Uno, pero algunos de los amigos de mi padre siguen las carreras”.

“Bien. Entonces conoces a Eric”.

Hubo una breve pausa entre ambos.

“Debió de darte muchas clases para que manejes el coche con tanta destreza, a tanta velocidad”

Celia sacudió la cabeza.

La melena se le movió.

“Todavía estoy un poco mareada”.

“¿Te encuentras bien? No quería asustarte”.

“No lo has hecho. Estoy bien”

Celia se rio suavemente.

“Los cielos saben que ya me pusieron bastantes multas cuando era adolescente. Ahora soy una conductora mucho más cauta. Ya no espero que mi padre me arregle lo de las multas de tráfico”.

“Ha pasado mucho tiempo”.

“Sí.. y sin embargo estás aquí. Estamos aquí”.

La confusión que había en su voz no le pasaba inadvertida a Malcolm.

“No quiero que te hagan daño por intentar protegerme”.

“Estaré bien. Ya te lo dije. Lo tengo todo bajo control”.

“Oh, muy bien. Tienes un plan. ¿Adónde vamos?”

“A la casa de mi madre”.

Celia seguía sin dar crédito.

Terri Ann no aprobaba la relación con su hijo.

Para ella Celia era todo lo que no quería para su él: una chiquilla consentida, egoísta y muy superficial.

La sola idea de volver a ver a Terri Ann hizo que se le agarrotara el estómago.

Se detuvieron ante un portón enorme, cubierto de vides.

Las cámaras de seguridad se movieron casi de forma imperceptible.

Estaban escondidas bajo el follaje.

Malcolm se detuvo junto al cajetín de seguridad y tecleó un código.

Las puertas se abrieron.

Al otro lado había un camino que se abría entre los árboles.

No se veía casa alguna, ni gente.

“Malcolm, ¿Te importaría ponerme al tanto de todo?”

El coche se adentró en el tupido bosque, lleno de robles y pinos.

La grava crujía bajo los neumáticos.

“Tengo que recuperar algo de control en lo que a seguridad se refiere. Ahora estamos fuera de los radares, y eso nos da algo de margen”.

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