Buscando recuperarla
Capítulo 11

Capítulo 11:

“Ven conmigo a Europa, para que estés segura, para que tu padre no sienta el peso de una responsabilidad tan grande sobre los hombros, para dejar atrás el pasado. Ya es hora. Déjame ayudarte como no pude hacerlo antes”.

Celia se mordió el labio inferior.

La limusina acababa de detenerse delante de su casa.

Parpadeó rápidamente y apartó la mano.

Recogió el bolso del ordenador del suelo.

“Tengo que irme a casa, a pensar. Es demasiado. Todo está pasando demasiado rápido”.

Malcolm bajó del vehículo y fue a abrirle la puerta.

No esperaba que le invitara a pasar la noche, pero tenía que asegurarse de que estaba segura.

La condujo hacia la pequeña casa cochera que estaba detrás de la mansión.

Ella miró por encima del hombro.

“¿Ya sabes dónde vivo?”

“No es un secreto”

Le dijo, aunque no podía evitar sorprenderse un poco.

La mansión grande, de ladrillo, no era de su padre. Se la había comprado ella misma con sus ahorros.

De todos modos, la casa pequeña, de color blanco, era una pesadilla en cuanto a seguridad.

Las escaleras exteriores, muy poco iluminadas, llevaban a la entrada principal, situada justo encima del garaje.

Subió tras ella.

No podía dejar de mirar el movimiento de sus caderas.

“Gracias por acompañarme a casa y por llamar a la policía. Te agradezco mucho la ayuda”

Dijo ella, deteniéndose junto al pequeño balcón que estaba al lado de la puerta.

Se volteó hacia él.

Malcolm extendió la mano para que le diera las llaves.

“Voy a revisar la casa y me voy”.

Ya no era el chico idealista de antes.

Había pasado mucho tiempo en esa academia militar, pensando cómo iba a presentarse en la casa de su padre para demostrar que no había hecho nada malo.

Era un hombre bueno al que le habían robado una familia, y se había aferrado a esa meta durante los años que había pasado en la universidad.

Gracias a los conciertos en garitos de mala muerte había logrado pagarse lo que las becas no cubrían.

Pero jamás hubiera podido imaginar la vuelta de tuerca que iba a darle el destino.

Un buen día el viejo director de la academia se había presentado en su camerino después de un concierto, con una oferta absurda…

Nunca hubiera imaginado que llegaría a convertirse en una estrella del rock y que su rostro acabaría estampado en millones de pósteres.

Su estilo de vida, con viajes constantes y presencia mediática, le proporcionaba la tapadera perfecta para trabajar como agente en la Interpol.

“Las llaves, por favor”.

Celia vaciló un momento, pero finalmente se las entregó. Malcolm la introdujo en la cerradura y abrió con facilidad.

Entró y se aseguró de que no hubiera más rosas.

Celia desactivó la alarma y avanzó por el estrecho pasillo.

Malcolm sintió que su sexto sentido se ponía en alerta.

Algo iba mal.

De repente se dio cuenta.

“¿Dejaste la luz del salón encendida?”

Celia contuvo el aliento.

“No. Nunca lo hago”.

Malcolm la hizo ponerse detrás y fue justo en ese momento cuando reparó en el hombre que estaba sentado en el sofá.

Era su padre.

El juez George Patel se había hecho mayor.

Los años habían dejado huella en él.

Miró a su padre y luego a Malcolm.

Nunca se habían llevado bien.

Sus padres la habían mimado mucho, pero también habían intentado sobreprotegerla.

Su relación con Malcolm siempre les había parecido peligrosa, y de alguna manera tenían razón; cuando se trataba de él, siempre perdía el control.

“Buenas noches, señor”

Dijo Malcolm.

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