Aventuras principescas
Capítulo 82

Capítulo 82:

¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? le pregunto con delicadeza.

Sonríe: «No, claro que no. Sólo hay algo que quiero decirte y preguntarte. Es algo que me ha estado molestando desde ayer, pero no encontraba el momento adecuado para decirlo», dice, y sus ojos se clavan profundamente en los míos, haciéndome devolverle la mirada.

Dímelo. Lo que sea, dímelo», le toco un lado de la cara antes de acariciarle la mejilla con el pulgar. La suavidad de su piel es casi una locura. Me hace querer estar cerca de ella todos los días.

He estado pensando que quizá hemos ido demasiado deprisa; este matrimonio, esta relación, ha sido un viaje infernal, ¿verdad? Así que pensé que al menos podríamos ir un poco más despacio. Tomar las cosas con calma y seguir con la corriente, sin apresurar nada», empieza a hablar, »Como, Emery, ni siquiera conozco tu comida favorita y es una locura cómo hemos estado juntos hasta ahora, casi teniendo un hijo propio que apenas conocemos. ¿Crees que estoy actuando extraño? Dímelo».

Por el sonido de su voz y la forma en que habla, se nota que está decidida a hacerme aceptar su sugerencia. A decir verdad, ella hizo un buen punto sobre nuestro matrimonio, relación. Hemos llegado demasiado lejos, casi teniendo un hijo propio pero apenas nos conocemos, así que, sí, es una locura.

Sus dos ojos marrones me miran fijamente.

No me malinterpretes. Te quiero y de verdad. Lo juro por Dios, eres el único hombre al que he llegado a querer tanto aparte de mi padre; por supuesto, pero…» Se detiene un momento, dejándome reír por lo que dice, »Quiero llegar a conocerte mejor, Emery. Quiero ser la esposa que lo sabe todo sobre su marido, su comida favorita, su color preferido, su corbata favorita y…» La interrumpí presionándole los labios con el dedo índice.

Lo entiendo, Emma. No hace falta que me lo expliques».

»Definitivamente te entiendo. Tú me quieres y yo te quiero más de lo que puedas imaginar. Sea lo que sea, tu idea o plan para hacer nuestra relación más fuerte, entonces sí, estaré encantada de estar de acuerdo. No sólo tú no sabes nada de mí, porque yo tampoco sé casi nada de ti; es casi una locura pensarlo», añado.

Me gustaría conocer a mi propia mujer», sonrío.

¿De verdad? Ella enarca una ceja, sus ojos se abren de par en par mientras intenta controlar su sonrisa; no quiero que parezca que está exultante de felicidad.

Intento inclinarme para besar sus labios, pero antes de que pueda rozarlos con los suyos, ella ya se ha apartado, lo que hace que la mire a los ojos, preguntándome por qué, ya que nunca antes me lo había negado.

»Hay ciertas reglas que creo que deberíamos trabajar. Para conocernos mejor, deberíamos empezar como desconocidos. Fingimos que no nos conocemos y…» La interrumpo.

«¿Quieres decir que pasemos por las etapas que no tuvimos la oportunidad de pasar? ¿De extraños, a amigos, amantes, compañeros, a marido y mujer? Tendría mucho sentido, porque ella quiere que pasemos por cada etapa. «Y déjame adivinar, ahora somos extraños, lo que significa que no puedo besarte», murmuro.

Para mi sorpresa, ella empieza a reírse: «Bueno, en realidad no acabas besando a desconocidos por la calle», responde, haciendo que los dos nos sonriamos.

A no ser que esté demasiado borracho para acordarme», bromeo.

«Por supuesto, te encontraría en la calle, besando a extraños a tu antojo porque eres un solitario enfermo». Ella sonríe, mostrando cómo disfruta con esta pequeña broma.

Nos miramos fijamente durante unos segundos, asimilando la realidad. Necesitamos esto, tal vez porque esta es la razón; solo tenemos que darnos cuenta.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar