Atraído por mi mujer de mil caras -
Capítulo 710
Capítulo 710:
La vista del interior la conmocionó profundamente, haciendo que se paralizara momentáneamente.
Una vez recobró la compostura, no subió al coche, sino que cerró la puerta a la fuerza.
Volviéndose hacia Marc y Terry con mirada incrédula, preguntó en voz baja: «¿Qué demonios ha pasado?».
Marissa echó un vistazo al interior del coche, pero no reconoció a Connor en absoluto. Le costó entender qué había cambiado.
Tenía una figura elegante y rasgos finos. Desde el pelo hasta el atuendo, parecía un joven rompecorazones, muy parecido a una superestrella.
Sin embargo, a Marissa la escena le resultaba totalmente extraña. Aquel estilo desentonaba por completo con la conducta habitual de Connor, dándole un aspecto peculiar.
Connor llevaba un llamativo traje de chaqueta rojo brillante adornado con numerosos accesorios, combinado con unos impolutos pantalones blancos. El atuendo era juvenil y enérgico.
Llevaba el pelo meticulosamente peinado, sujeto con gomina, imitando el aspecto de la joven estrella masculina de la portada de revista que Marissa había visto aquella mañana.
Una escena así cautivaría sin duda a innumerables admiradoras si apareciera en la portada de una revista. Sin embargo, Marissa no podía apreciarlo en el caso de Connor.
No estaba acostumbrada a ver a Connor vestido así.
Se había acostumbrado a su aspecto rudo y apuesto. Verlo vestido como una joven estrella masculina era casi insoportable. Una sola mirada le había puesto la piel de gallina.
Connor ya no parecía el rey de los negocios de Blebert. Por el contrario, ¡parecía un llamativo bailarín de discoteca!
Para evitar soltar algo escandaloso, Marissa había cerrado rápidamente la puerta del coche.
Se frotó la piel de gallina de los brazos y se volvió hacia Marc y Terry. «¿Qué le pasa a Connor?».
Terry se encogió de hombros, indicando que no tenía explicación.
Marc bajó la voz y empezó a hablar.
«No tengo ni idea de por qué el señor Daniels se mostró tan descontento con su aspecto después del desayuno de esta mañana. Incluso pospuso una reunión importante para revisar su estilo. Lo llevamos a un estudio de modelaje de primera categoría y trajimos al estilista más renombrado.
Pensamos que sería un proceso rápido, pero acabó llevándonos toda la mañana. El estilista diseñó meticulosamente el peinado y el atuendo del Sr. Daniels según sus especificaciones, pero él seguía insatisfecho.
Le cambiaron el peinado una y otra vez, y pasó por un desfile interminable de trajes. Cuanto más se esforzaba, más se enfadaba. Acabó reprendiendo a docenas de estilistas hasta las lágrimas.
No sólo los estilistas se enfrentaron a su ira. Nosotros dos, e incluso Domenic, nos convertimos en el blanco de su ira.
Como el Sr. Daniels no encontraba un estilo que le gustara, arremetía contra todos los que le rodeaban. Casi destroza el estudio en su frustración».
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