Capítulo 709:

«De acuerdo», aceptó Kevin.

Con su reunión programada, el humor de Marissa se levantó. Volvió a sonreír y estaba a punto de llamar a un taxi cuando sonó su teléfono. Bajó la vista y vio el nombre de Connor en la pantalla.

Al recordar su enfrentamiento de aquella mañana, cuando ella había abandonado la mansión Daniels tras enfadarlo, sintió una mezcla de culpa y diversión. Se preguntó si se le habría pasado el enfado.

Tras una breve risita, contestó a la llamada. «Bueno», dijo el hombre al otro lado de la línea, “¿tienes tiempo para comer conmigo?”.

Marissa tenía poco tiempo, pues tenía que analizar tanto el chip como el nuevo virus híbrido que portaba Ayla. En un principio, su intención era negarse. Sin embargo, al darse cuenta de que necesitaba comer de todos modos, cambió su respuesta. «De acuerdo.»

«Ejem.» El hombre se aclaró la garganta, una nota de placer en medio de la incomodidad. «Mi coche está al otro lado de la calle».

Marissa no esperaba que la recogiera personalmente. Levantó la vista y vio un Rolls-Royce negro aparcado en la acera de enfrente.

La predilección de Connor por los Rolls-Royce era bien conocida; su garaje estaba lleno de ellos. Aunque hoy conducía un coche diferente, seguía siendo un Rolls-Royce, que sólo se distinguía por su nueva matrícula.

Guardó su teléfono en el bolsillo y cruzó la calle.

Antes de llegar al Rolls-Royce, Marc y Terry salieron del coche para saludarla.

Mientras se dirigía al Rolls-Royce, Marissa notó al instante algo raro en el comportamiento de Marc y Terry.

Observando sus expresiones inusuales, preguntó: «¿Qué pasa?».

Ambos parecían tener dificultades para responder, con los labios apretados, como si revelar la verdad les implicara en una grave fechoría.

«¿Qué pasa?» Marissa se rió, divertida por su aparente incomodidad.

Marc, con cara de avergonzado, vaciló, su vergüenza palpable.

Terry se acercó a Marissa y le susurró con cautela: -Instructora jefe, el señor Daniels se comporta hoy de un modo muy extraño. Es como si no fuera él mismo. Lleva toda la mañana dándonos caña. Sinceramente, ha llegado a un punto en el que estamos totalmente abatidos».

«¿Qué está pasando?» preguntó Marissa, con las cejas fruncidas por la confusión.

Terry sólo pudo ofrecer un encogimiento de hombros impotente.

Con una mirada reservada, Marc añadió: «Instructor jefe, por favor, entre en el coche. Si no reconoce a primera vista a la persona sentada dentro, no se alarme. Se trata del señor Daniels».

Marc abrió la puerta del coche e invitó a Marissa a entrar.

El ambiente inquietante hizo que Marissa se detuviera, sin apresurarse a entrar en el vehículo. En lugar de eso, miró cautelosamente hacia el interior.

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