Atraído por mi mujer de mil caras -
Capítulo 704
Capítulo 704:
Los gritos de Ayla sobrecogieron toda la sala de reuniones, pero todos los ignoraron, su atención se centró por completo en los movimientos de Marissa. Estaban completamente hipnotizados.
Para ellos, aquello no era violencia, sino una extraordinaria demostración de habilidad.
Como líder del Grupo Rasetsu, Kevin solía mantener la compostura, pero ahora luchaba por mantener su comportamiento habitual. De no ser por su máscara, su conmoción habría sido tan evidente como la de sus subordinados.
Al observar a la asombrada multitud, Xander levantó la barbilla con orgullo, como un niño que presume de sus extraordinarios padres.
Marissa ignoró las reacciones de los espectadores y se centró únicamente en disciplinar a Ayla. La intensa preocupación que había sentido cuando envenenaron a su madre se traducía ahora en un acaloramiento implacable. Los gritos de Ayla no lograron evocar ninguna simpatía en ella.
A medida que pasaba el tiempo, justo cuando Marissa asestaba otra patada, una mano grande la agarró de repente por la muñeca.
Marissa se detuvo un instante y se volvió para ver a Kevin, que la había detenido.
Le dijo suavemente: «Ya basta».
Sus palabras daban a entender que una acción más podría resultar fatal.
Marissa ya había planeado detenerse. Había controlado sus acciones en todo momento, y castigar a Ayla había alcanzado su punto álgido. Esta patada final pretendía ser la conclusión perfecta.
Desde que Kevin intervino, Marissa fingió que su recordatorio le había hecho darse cuenta de la gravedad de la situación. Le sonrió y le dijo: «Gracias por el recordatorio».
Con eso, Marissa contuvo su ira, permaneciendo obedientemente de pie junto a Kevin como una hermana pequeña bien educada.
Los labios de Kevin se crisparon sorprendidos por la rapidez con que Marissa podía cambiar de humor. Momentos antes, era tan feroz como un demonio del infierno; ahora, parecía inofensiva. Cualquiera que no estuviera al corriente de la situación podría pensar que era una actriz excepcional.
A pesar de su habilidad para disfrazarse tan bien, no sentía antipatía por ella. Al contrario, su aspecto le resultaba entrañable.
Quería acariciarle la cabeza, abrazarla y elogiarla como cuando eran niños. Pero al recordar su encuentro cuatro años atrás, desechó esos pensamientos.
Se volvió para mirar a la muy castigada Ayla y preguntó a Marissa sin emoción: «¿Qué planes tienes ahora para ella?».
Marissa, mirando a Ayla, emitió una directiva. «Llévala a la mansión de Skytop. Tiene prohibido salir de la montaña y comunicarse con el mundo exterior sin mi autorización».
Kevin dijo entonces a sus subordinados: «Cumplan la orden del presidente».
«Entendido.»
El equipo de Kevin se acercó inmediatamente para sacar a la inconsciente Ayla.
Antes de que pudieran tocarla, Marissa intervino: «La sangre de esta mujer alberga numerosos virus. Es un depósito viviente de virus. Extremen las precauciones al manipularla. Si sangra, tratadla con mucho cuidado. Evite cualquier contacto directo con su sangre».
Estas palabras sobresaltaron a todo el mundo, revelando por qué Marissa había sido tan exigente con sus técnicas al disciplinar a Ayla: para evitar que los virus se propagaran.
Antes, Ayla no era vista con mucha preocupación, pero ahora todos estaban alerta.
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