Arráncame la vida
Capítulo 36 (FIN)

Capítulo 36: (FIN)

Este era un momento difícil.

Tenía que hacerlo lo mejor para convérselo.

Ella, con todas sus fuerzas, se negaba a aceptar ese futuro.

Era ahora o nunca.

Debía decirle lo que quería hacer.

Este era su momento.

“Me dijo que el Señor Smith se enteró de que ya soy mayor de edad… y que necesitaba que me casara con su nieto, Noah Smith, con ese patán ebrio y maleducado. Que lo tenía que hacer por el Corporativo y por la familia…”, dijo con los dientes apretados y las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.

Estaba nerviosa.

¿Cómo se tomaría él esto?

¿La rechazaría?

¿La regañaría?

Decidida a seguir con su decisión, empezó a explicarse.

“¡No quiero unirme a un hombre despreciable! ¡No quiero terminar con alguien mucho más grande que yo, que me quiera someter y me maltrate!”

Román se sentó en la cama y comprendió que su hija no huía de ellos, sino del compromiso que Benjamín intentaba imponerle.

Si bien era una situación difícil, la comprendía.

“No quiero defraudarlos, tampoco quiero abandonarlos, pero…”

Ella sentía que ese estaba enredando al hablar, pero tenía que seguir.

“Yo puedo hacer cosas más grandes que solo servir para mantener una unión entre dos empresas. Tengo el cerebro suficiente para llegar muy lejos y no solo ser la mujer de un hombre idiota que se cree poderoso…”

Ella esperaba que él entendería lo que le quería decir.

¿Qué respondería?

Es lo que se preguntaba una y otra vez.

Su corazón latía mil.

Para su sorpresa, el extendió sus brazos.

Su sorpresa fue mayor con las palabras que él dijo:

“Carina… Ven aquí”, dijo Román viéndola con ternura y la sentó en su regazo como cuando era una niña.

Luego limpió sus lágrimas y le sonrió.

Su niña había crecido.

Había crecido lo suficiente como para estar seguro de si misma y de las decisiones que iba a tomar en su vida.

¿Cuándo había crecido tanto?

“No sabes cuanto te vamos a extrañar, mi niña”.

Carina abrió los ojos con sorpresa.

No esperaba que su padre la comprendiera.

Sin pensarlo más, ella se abrazó a su cuello, aliviada.

Estaba contenta.

Estaba feliz.

Probablemente había superado un obstáculo que en su mente parecía imposible.

Si bien las cosas no serían fáciles para ella, ella tenía la confianza de que iba a superarlo.

Román, por su parte, haría lo pertinente para solucionar el problema, evitando que el Señor Smith insistiera en que ella se casara con su nieto, pero para eso necesitaría tiempo y que Carina estuviera lejos del peligro.

Lorena paseaba entre las plantas de Vid, mientras que los niños habían caído rendidos.

La fiesta los había dejado agotados.

Johan se acercó por detrás, envolviendo su cintura y recargando su mentón sobre su hombro.

Ya no era la mujer que había anhelado toda su vida, ahora ella era su vida por completo y no podía estar más feliz. Tenía la familia que tanto había querido y la paz que nunca creyó merecer.

“¿En qué piensas?”, preguntó Lorena con una sonrisa.

“En todo lo que quiero hacer de ahora en adelante a tu lado”, respondió y cerró los ojos, inhalando su aroma con deleite, embriagándose.

“Una vida aburrida e insípida… llevar a los niños a la escuela, acudir a las juntas de padres y maestros, pagar recibos… olvídate de tus armas y se acabaron tus incursiones a ese bar de mala muerte, también dejarás de ver a esos amiguitos tuyos que solo te proponen trabajos dudosos… se te acabó la diversión”, le dijo ella.

Si bien desde lejos esto podría parecer un regaño, en realidad, ella estaba bromeando con él.

Cada palabra hizo reír a Johan.

Era un gran alivio para él escucharla.

Pero su mayor alivio y alegría era estar junto a ella.

“Suena maravilloso… ¿Sabes qué es lo mejor?”

“¿Qué?”, preguntó Lorena divertida.

“Te tendré cada noche, te veré cada día. Escucharé tu voz hasta el cansancio, besaré tu piel hasta que tu sabor se quede prendado de mi boca. No me cansaré de oler tu cabello y decir cuánto te amo y cuánto esperé por ti…”

Sus palabras eran honestas.

Era lo que él deseaba y lo que quería por el resto de su vida.

La amaba y no había palabras suficientes para expresar su amor.

Lorena volteó hacia él con infinita ternura y acarició su rostro.

Estaba feliz al igual que él.

Feliz de tenerlo junto a él.

Feliz de que esto no fuera un sueño.

Y si lo era… no quería despertar.

Estar en un mundo sin él sería lo mismo a no estar con vida.

Lo amaba.

Lo amaba y lo deseaba más que cualquier cosa en este mundo.

Ya no iba a abstenerse más.

Iba a aprovechar cada segundo con él y con sus hijos.

“Un día te plantaste frente a mí y juraste no quitarte de mi camino, aunque te arrancara la vida…”, dijo Johan contra los labios de Lorena.

Le deseaba dar un beso con mucho amor.

“Creí que no lo cumplirías”.

Ella estaba lista para corresponder su beso.

“Pues, aquí estoy… y nunca me iré”, dijo Lorena con su mano sobre el corazón de Johan.

Después de un beso dulce y profundo, Johan la cargó, llevándola de regreso a la finca, directo a su habitación.

Esa noche disfrutarían del amor que por tanto tiempo se habían negado, por fin como marido y mujer, sabiendo que ni la muerte los podría separar.

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