Amor verdadero
Capítulo 5

Capítulo 5:

Yo no imaginaba que me fuera a doler tanto una separación, sin él mi vida ya no sería la misma y no solo temía perder su apoyo económico, sino que también estaba en riesgo perder el respeto de mis hijos.

Los dos amaban y admiraban a su padre por sobre todas las cosas y estaba segura de que en cuanto supieran lo que había pasado, los iba a perder también a ellos.

Tenía que hacer algo para recuperar Adrián y no me importaba lo que tuviera que hacer, lo haría.

Llame a Emilia la esposa de Roberto, ella era mi mejor amiga y tampoco sabía qué yo era amante de su esposo, estaba segura de que Adrián no sé atrevería a decirle nada al respecto, por ese lado no tenía nada de qué preocuparme.

En cambio, ella me podía ayudar a recuperar mi matrimonio.

Apenas le dije lo que había pasado y vino a mi casa a verme, le conté todo con lujo de detalles solo omitiendo el nombre de mi amante, le inventé que se trataba de alguien que había conocido en el gimnasio.

“No te preocupes amiga, yo conozco a una persona que te puede ayudar a recuperarlo. Es cien por ciento confiable. Se llama Polo y él ayudo a mi comadre con su esposo cuando la dejó y velos ahora lo felices que están, a pesar de que ella se acuesta con mediomundo, su marido sigue comiendo de su mano y la complace en todo”.

“Tienes que llevarme con ese brujo, yo tengo que recuperar Adrián así sea lo último que haga en mi vida. No puedo permitir que me deje, yo no me casé para ser una mujer divorciada. Mi matrimonio es para toda la vida y así será”.

“Entonces vamos a verlo, tiene su consultorio muy cerca de mi casa. Lo único que te pido es que no le digas a nadie que yo te lleve a ese lugar, no me conviene que nadie sepa que yo creo en esas cosas”.

“¿Tú has hecho eso alguna vez?”, pregunté un tanto incrédula sobre la veracidad de la brujería, porque era obvio que su marido la engañaba conmigo.

“¡Claro que sí! Roberto ha tenido muchas amantes, pero nunca se atrevería a dejarme. Después de que se acuesta con alguien, al final siempre viene llorando arrepentido a mis brazos”.

“¿Entonces estás segura de que funciona? Yo nunca he hecho algo así y a mí me interesa recuperar a mi marido, pero no estoy dispuesta a qué él tenga ninguna amante, quiero que solo pueda estar conmigo”.

“No te preocupes, tú le dices a Polo lo que necesitas y te aseguro que él te ayudará”.

“¿Cómo puedes permitir qué Roberto se acueste con cualquiera? ¿Así de qué te sirve tenerlo?”, pregunté por curiosidad.

“Ay amiga me da vergüenza decirte, pero te voy a contar. Yo sufro de resequedad vaginal y hace mucho que no soporto tener intimidad con mi marido. Al principio intenté usar lubricantes v%ginales, pero me causaban alergia. No importaba si fueran con base de agua o con base en aceite, probamos todas las marcas, pero ninguno me funcionó y a la larga me dio miedo que Roberto me dejara. Le pedí ayuda a Polo para retenerlo a mi lado, pero estoy consciente de que él necesita desfogar sus ganas de vez en cuando y nosotros seguimos siendo felices a pesar de todo, porque sé que, aunque se acueste con cualquier p$rra de baldío él nunca va a poder dejarme”.

Tuve que tragarme mis palabras al escuchar que, sin saberlo, mi amiga me había llamado p$rra de baldío.

Sin pensarlo dos veces fuimos al consultorio del tal Polo, lo primero que hizo fue leerme las cartas del tarot y en ellas pudo ver qué mi marido se iba a divorciar de mí y que encontraría al verdadero amor de su vida, a su alma gemela.

“Pero no te preocupes”, me dijo.

“Porque podemos hacer que nunca pueda alejarse de ti”.

“¿Funciona? ¿Esto que tú haces realmente funciona?”, le pregunté porque yo tenía mis dudas al respecto, aunque de niña muchas veces escuché a mi madre y a mi abuela hablar de los amarres.

Yo sabía qué era muy común en la cultura popular que muchas mujeres acudieran a ese tipo de recursos de brujería y de santería para amarrar a sus hombres y para muchas otras cosas que parecieran imposibles de conseguir.

“Debes traer una fotografía donde él y tú estén juntos, si es posible trae una prenda de él que está impregnada de su olor, sería ideal alguna prenda de ropa interior y que esté sucia para que sea más efectiva. Yo me encargaré de que tu marido regrese a tu lado arrepentido por haberte dejado y a pesar de lo que haya sucedido entre ustedes, te suplicara que nunca lo dejes. Lo tendrás comiendo de tu mano”.

Hicimos la cita para el siguiente día. Adrián se había llevado solo una maleta con ropa limpia y yo todavía tenía la ropa sucia en la lavandería así que no iba a ser difícil conseguir lo que me pedía Polo.

Por supuesto que Emilia se ofreció a acompañarme, le entregue a Polo la fotografía y una prenda de la ropa interior de Adrián.

Me dijo qué no me preocupara por nada que él se iba a encargar de todo y que yo lo único que tenía que hacer era esperar y tener fe en qué sus métodos iban a funcionar.

Me dio unas veladoras negras y una oración que tenía que leer todas las noches antes de dormirme envolvió la fotografía con el bóxer de Adrián e hizo una especie de muñeco de tela y lo amarro con unas ligas.

Lo roció con un líquido extraño, supuse que algún preparado de hierbas y me lo dio para que lo enterrara en el jardín de mi casa.

“Es muy importante que sepas que esto que vas a hacer te puede traer un karma. Todo lo que se hace en contra de otras personas siempre tiene consecuencias, así que asegúrate de que tu marido nunca se entere de lo que hiciste porque si él se entera, a ti te puede ir muy mal”.

No me importaron sus advertencias, a mí lo único que me importaba era recuperar Adrián y no dejar qué mi familia se desintegrara.

Hice todo lo que Polo me dijo y me propuse leer el ritual cada noche sin falta, porque a pesar de que yo nunca había hecho algo así, sabía qué la brujería les había funcionado a otras personas y no tenía por qué no funcionarme a mí.

Después de sepultar el muñeco dentro de una maceta que el mismo Adrián colocó en el jardín, me dispuse a leer el ritual por primera vez.

Los casos extremos requieren medidas extremas y si Adrián no regresaba conmigo, tampoco iba a permitir que fuera feliz con nadie más.

Nos casamos para toda la vida y eso iba a continuar así me costara, lo que me costara.

Llegué a mi casa y me extrañó que Morelia no estuviera, siempre que salía me enviaba un mensaje para avisarme que saldría y dónde iba a estar para que fuera por ella,

Odiaba no saber a dónde había ido. Ella siempre me informaba de cada uno de sus pasos y la incertidumbre me mataba.

Sí, sabía que era muy controlador de mi parte, pero de alguna manera me sentía responsable de ella, me gustaba cuidarla y que se sintiera protegida por mí.

Le envié un mensaje para preguntarle dónde estaba y no me respondió, le llamé al móvil y me cortó la llamada, lo intenté de nuevo y me di cuenta de que había apagado el teléfono.

Sabía que algo andaba mal, ella nunca me haría algo así si no estuviera molesta por algo, o atendiendo algo de suma importancia.

Me ponía mal pensar que le hubiera pasado algo. Llamé a su amiga Peri, era la única amiga que tenía y a quien veía de manera regular.

Morelia era una mujer muy dedicada a su trabajo y no le gustaba salir mucho, incluso prefería quedarse en casa que salir a fiestas o reuniones por eso había elegido ese trabajo, porque no le gustaba mucho socializar con otras personas.

Peri no sabía nada de ella, me dijo que ella estaba fuera de la ciudad y que tenía dos días que no hablaba con More para nada.

Pensé en llamar a su hermana Alondra, era la única de sus hermanas que vivía relativamente cerca de nosotros y aunque More no acostumbraba a visitarla mucho, a veces salían cuando se trataba de un asunto familiar.

Estuve a punto de marcar el número de Alondra.

Sin embargo, me arrepentí en el último momento, no querría preocuparla si es que no estaban juntas y además Morelia se ponía intensa cuando yo la buscaba de esa forma tan aprensiva y siempre me repetía que era una mujer adulta y que podía cuidarse sola.

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