Capítulo 76:

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“La última oportunidad que te di, fue… déjame recordar, fue aquel día en el que me dijiste que ibas en camino al restaurante en el que te esperaba y nunca llegaste, quizás no lo sabías, pero de ese momento dependía nuestra relación y la desaprovechaste”.

Elevó el mentón con altivez.

Se llevó las manos a la cabeza.

“¿Aún me amas?”

Preguntó.

“¿Podríamos darnos otra oportunidad?”

Emma carcajeó al escuchar su pregunta.

“Eres tan ególatra que solo piensas en ti”

Se mofó.

“Me amo más a mí y con ese amor me basta, me costó mucho entenderlo”

Respondió.

“Por curiosidad dime una cosa, ¿Qué me podrías ofrecer?”

“Estoy dispuesto a cambiar, a ser más atento, a estar más al pendiente de ti…”

La tomó por la cintura y la pegó contra la pared, acercando sus labios a los de ella.

“Prometo que no volverás a sentirte sola”.

La joven lo empujó y carcajeó.

“¿Quién te dijo que me sentía sola?, siempre estaba tu mamá tan cerca”

Rodó los ojos.

“Y también estaba Masón, siempre tan atento y pendiente de mis necesidades, sabes que se preocupaba más que tú en ¿Cómo me bajaba la calentura cada que me rechazabas?”

Murmuró cerca de su oído.

El rostro de Oliver se desencajó al escucharla.

Su mandíbula se tensó.

“¿Acaso tú y él?”

Preguntó con la respiración agitada.

“Se acabó tu tiempo, pero si deseas averiguarlo, pregúntale a él quien fue la persona que me consoló aquella noche que me dejaste plantada”

Mordió su labio inferior.

“Que tengas buen día, Oliver”

Se giró en su eje dándole la espalda y comenzó a alejarse.

“¿Tú también te acostaste con mi hermano?”

Preguntó consternado; sin embargo, ella no se tomó la molestia de responderle nada.

Isabella acomodó las carpetas sobre cada uno de los lugares de los socios de la firma, que no tardaban en llegar, salió y se dirigió a la oficina de Guillermo.

“¿Puedo pasar?”

Indagó asomando su rostro por la puerta.

Guillermo sonrió al ver la forma en la que caían un par de largos rizos sobre su rostro.

“Pasa”

De inmediato se puso de pie para recibirla.

“¿Está todo listo?”

Indagó.

“Si, todo perfecto, supervisé cada detalle, revisé que no hubiera ninguna falla”

Explicó.

“Jamás volverá a suceder algo como lo de hace algunos meses, no volveré a dejarte en ridículo”.

“Nunca lo haces”

Susurró, y la estrechó, sin poder evitarlo.

“¿Acaso crees que nunca me equivoqué cuando era un pasante con mi padre?”.

Elevó una ceja.

“¿Te llegó a pasar?

No pudo evitar sonreír al evocar aquellos momentos.

“Por supuesto, no tienes la menor idea del hombre en el que se transformaba mi padre, cuando se convertía en el presidente de la firma”.

“No tenía la menor idea que habías pasado por algo así”

Lo miró con asombro.

“No te preocupes por los errores, son parte del aprendizaje”

Acercó sus labios a los de ella y la besó.

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