Capítulo 2:

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“Dime de una buena vez lo que ocurre”

Lo miró a los ojos con severidad.

Oliver se llevó las manos a la cabeza y tiró de su espesa cabellera castaña.

“Estamos al borde de la ruina”

Confesó.

“Llevo mucho tiempo buscando la manera de evitarlo, pero no logro encontrar la forma de salvar la compañía”.

“¿Qué dices?”

Victoria se puso de pie.

No podía creer esas palabras.

Su respiración se agitó.

Su pecho comenzó a subir y bajar agitado.

Entonces se sirvió ella también un trago y lo bebió de golpe.

“Tiene que haber un error”

Expresó sintiendo que su cabeza retumbaba.

“No, no lo hay, si no encuentro alguien que me quiera ayudar, lo perderemos todo”.

“¿Has acudido al banco para pedir un préstamo?”

Indagó con nerviosismo.

“¿Acaso crees que soy un novato?”

Preguntó.

“Tenemos varios préstamos con ellos, y no tengo liquidez para hacer los pagos.”

Le quitó la licorera y bebió directo de la botella.

Victoria se acercó hacia el escritorio y abrió uno de los cajones, para sacar su agenda.

“Aún tengo viejos contactos”

Expresó y comenzó a hojearla.

“Voy a llamarle a nuestro querido amigo Steven, tu papá le hizo muchos favores, cuando vivía”.

Tomó el teléfono del escritorio y comenzó a marcarle.

“No lo hagas”

Cortó la llamada, antes de que respondiera

“Murió el año pasado”.

La mujer separó los labios por la gran sorpresa.

No lo recordaba.

¿En dónde tenía la cabeza?

“¿Es una broma?”

Indagó.

Oliver movió la cabeza.

“No, no me extraña que su viuda no te respondiera, ya que nunca le llamaste”.

“A los Jones…”

Sugirió buscando entre sus contactos.

“Se fueron a vivir a Londres, te recuerdo que te peleaste con Lily y juraste no dirigirle la palabra nunca más”.

Victoria rodó los ojos al acordarse.

“Es verdad, la infeliz, estaba engatusando a tu padre, si no me doy cuenta, capaz y termina haciéndolo”

Gruñó y supo que de ahí nadie más los podría ayudar.

“Estamos perdidos”

Mencionó con decepción Oliver.

“No, no te puedes dar por vencido”

Refirió la mujer.

“¿Acaso deseas que termine mis días en las calles pidiendo limosna?”

Su mirada se cristalizó.

“Claro que no, mamá, sabes bien que daría mi propia vida, por ti”

Se puso de pie y caminó hacia ella, estrechándola entre sus brazos.

“Me reconforta escucharte decir eso”

Victoria susurró con la voz fragmentada.

“Si no fuera tan vieja y no estuviera enferma del corazón, no me importaría irme a vivir a cualquier lugar, con tal de estar todos juntos, pero a estas alturas, ¿Qué sería de mí?”

“Lamento tener que decepcionarte”

Oliver pasó saliva con dificultad al escucharla.

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