Capítulo 191:

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“Tu hija se está peleando a golpes con una de las niñas”

Anunció aquella mujer.

“¡¿Cómo?!”

Se puso de pie con rapidez, siguiendo a esa mujer, sus ojos se abrieron de par en par al ver a María encima de aquella niña, jalando su cabellera.

Estaba furiosa.

De inmediato se acercó a ella y la retiró.

“¿Qué sucede contigo?”

Cuestionó, separándola.

“Esa niña me robó mi muñeca”.

Señaló hacia ella.

“Vine a pedirle que me la devuelva y se ha negado”

Expresó llena de rabia.

“Es mía”

La niña se alejó de María.

Isabella sujetó con más fuerza a su hija, para que no se acercara para volver a golpearla.

“¿Qué sucede aquí?”

La directora del lugar se apareció por el lugar.

“Las niñas se están peleando por una muñeca, María golpeó a Milán”

Dijo la madre de la otra pequeña, recién ingresaba.

La mujer inhaló profundo y miró a ambas mujeres.

Tomó el objeto por el que ambas peleaban.

“Necesitamos hablar”

Refirió mirando a Isabella.

Isabella tomó asiento al entrar a la oficina de la directora, abrazó a María, presintiendo que no era algo agradable lo que les iba a decir.

“Aquí no se permiten las peleas”

Pronunció con seriedad.

“Lo que hizo tu hija es muy grave, no puedo permitir conductas así, por lo que les voy a pedir que mañana a temprana hora tomen sus cosas y abandonen el lugar”

Un fuerte escalofrío recorrió a Isabella.

¿A dónde irían?

“¿Y robar está permitido?”

Cuestionó ella.

“Esa niña robo la muñeca de mi hija”.

La mujer observó lo fina que se veía aquella muñeca, movió su cabeza negando, estaba segura que no podía comprarle algo tan costoso, nadie en ese lugar.

“Sería bueno llamar a la policía para indagar de dónde salió, ¿No lo crees?”

Presionó con fuerza sus puños, pues sabía que no podían averiguar quién era.

“Vámonos hija, tenemos que recoger nuestras cosas”.

La sujetó entre sus brazos y salió echa una furia de ahí, como hacía mucho tiempo no lo estaba.

“¡Mi muñeca!”

Exclamó María envuelta en llanto, sintiendo un profundo dolor.

Mientras tanto en otro lugar…

Por la mañana, después de pasar un rato con su hijo y atenderlo, Guillermo salió de la casa convertido en otro personaje.

Ahora era un hombre que correspondía a su edad, pero de color.

Subió a su auto y se dirigió a un restaurante, en donde según le habían informado sus hombres, se encontraba Mason.

Tomó la mesa contigua, una en la que uno de ellos se encontraba sentado, buscando quedar lo más cerca que pudieron de él, pues desde lo sucedido, William integró a un par de abogados de toda su confianza, se dedicaron a cerrarles las puertas a los Weber.

Deseaba enterarse de cómo iban las cosas con su buen amigo Mason.

Reconoció de inmediato al director de otra de las firmas, en cuanto ingresó al restaurante, se dedicó a escucharlos hablar.

En cuanto ambos hombres se sentaron, Mason ordenó un par de bebidas y esperó a que se las sirvieran.

“¿Qué has pensado de la propuesta que les hicimos, de unir nuestras firmas?”

Preguntó bebiendo de golpe el trago de whisky.

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