Capítulo 187:

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“Ella es mi hija María y yo soy Isabella”.

Extendió su mano al presentarse y se retiraron del lugar, ahora que sabían en dónde comer, podía utilizar las monedas para regresar al albergue y descansar.

Algo le decía que su situación podía cambiar, al haber conocido a ese hombre.

Pero…

¿Cuáles serían sus intenciones con ellas?

¿De verdad sería una buena persona?

Mientras tanto en otro lugar…

“¿Cuánto tiempo tengo que seguir ocultando que estoy vivo?”

Guillermo indagó con desesperación a Henry.

“Dame un poco más de tiempo, estoy intentando encontrar pruebas para demostrar que Mason Weber es el culpable de aquellos estallidos, no hay mucha evidencia que lo demuestre, se perdió tu móvil, además que los hombres que participaron ahí, no sobrevivieron. Si se entera de tu existencia, no sé de qué otra cosa sea capaz”.

Presionó con fuerza sus puños.

“Quiero salir a buscar a mi mujer y mi hija, ya no puedo esperar más”.

Su amigo ladeó los labios y sonrió.

“Eso déjamelo a mí, lo tengo todo bajo control”

Manifestó.

“He conseguido un equipo especializado, se encargará de todo”

Refirió con orgullo.

“Te prometo que a partir de hoy, no habrá un solo día en el que no salgas a buscarlas”.

Abrió la puerta permitiendo el acceso a varias personas que usaban un bata, y llevaban varios maletines.

Guillermo miró sin comprender nada, arrugó el ceño al sentir que lo llevaban a una silla especial y comenzaban a embadurnar varias cosas para sacar unos moldes.

En un par de horas, se convirtió en un hombre diferente, uno de aproximadamente sesenta y cinco años, calvo y con notorias arrugas, hasta en las manos.

“¡¿Un anciano?!”

Exclamó lleno de sorpresa.

“Me convertiste en un anciano”.

Su amigo se mofó, divertido.

“No eres un anciano cualquiera, te colocaré esto”.

Tomo una kipá y la colocó sobre su cabeza.

“Serás un rabino, todo el mundo los respeta. ¿Listo para salir a buscar a Isa?”

Preguntó.

“Vamos a comenzar en los albergues, tengo una corazonada”.

Guiñó un ojo.

En poco tiempo Isabella se ganó el cariño en aquel comedor comunitario, cuando estaba ahí se sentía en paz, aunque no hablaba mucho, ver que las personas les sonrieran, significaba mucho.

Mientras esperaban a que les sirvieran, María buscaba con su mirada a la chica que por lo regular le servía de comer, quizás porque cuando estaba a cargo, siempre le regalaba un panecillo extra, cosa que agradecía Isabella, pues cuando no lograba tener mucho dinero, solo le compraba un bote de leche de sabor.

“Gracias por la comida, Mike”

La pequeña le mandó un beso y se giró para seguir hacia la mesa que le había tocado, entonces observó entrar a aquella chica de ojos azulados.

“¡Llegaste!”

Gritó con emoción y corrió hacia ella para abrazarla.

Isabella se sorprendió ante aquella muestra de efusión que había tenido su hija.

Alison, aquella joven, se inclinó y la abrazó con cariño.

“Tuve un poco de complicaciones para llegar, lo siento”.

Retiró un mechón de la cabellera de la niña.

“Te traje un obsequio”

Mencionó y le entregó una bolsa de regalo que llevaba.

“Antes de que lo abras me gustaría saber, ¿Cómo te llamas?”

La mirada de la niña se iluminó.

Hacía mucho tiempo que no recibía algo, fuera de su mamá.

“Me llamo María”

Respondió y en seguida se dirigió hacia su obsequio.

“¡Una muñeca!”

Exclamó con emoción al ver lo linda que era, luciendo un lindo vestido en color rosa, además de tener largos rizos y ojos azules como los de Alison.

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