Capítulo 161:

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“Claro que lo saben”.

Arrugó el ceño la abuela.

Al llegar a la palapa fueron recibidos por un par de amigos cercanos de sus padres y los mejores de Guillermo, cosa que no se imaginaron.

Los saludó con gran entusiasmo y a sus esposas.

“Que gran gusto verlos”.

Se quedó charlando con ellos un momento, al ver que Isabella se acercó a su cuñada con quien se quedó charlando unos minutos.

Momentos después, Guillermo e Isa, se dirigieron a la mesa en donde se encontraba el pastel, ambos sonrientes tomaron un cuchillo y cortaron una rebanada, la cual mostraron a los presentes, ya que era de color… azul.

“¡Es un niño!”

Gritó el padre de Guillermo lleno de emoción.

“Lo sabía”

Expresó.

“Paguen sus apuestas”

Indicó a los amigos de su hijo.

Guillermo no pudo evitar reírse.

“No cambias”

Manifestó divertido.

Después de recibir los abrazos y felicitaciones, abrieron los regalos y agradecieron que los acompañaran en tan importante momento para ellos, el cual llegó a su fin sintiéndose muy dichosos.

Al día siguiente al haber regresado a su departamento, se dirigieron a hacer compras al súper, para abastecer la despensa, la cual se les acabó antes de finalizar la quincena, debido a los antojos que de pronto les surgían, mientras Isabella estaba con María eligiendo el sabor de helado que llevarían, Guillermo fue a buscar algunas cosas, que habían olvidado.

“¿Qué sabor quieres?”

Preguntó Isabella a María.

“Mmm, se me antoja el de vainilla con chispas de chocolate”.

Elevó ambas cejas.

“Y también el de frutos rojos”.

Pasó la lengua por sus labios, saboreándolos.

“Llevemos ambos”

Mencionó Isabella, observando con ternura a la pequeña. Al colocar ambos botes en el carrito del super, la sangre se le heló a la chica, y su corazón se agitó con brutalidad.

“lsabella Rodríguez”.

La voz de aquella mujer se escuchó con desprecio, además que la miró de abajo hacia arriba.

“Por lo que veo, sigues tan insignificante, como cuando vivías de arrimada en mi casa”

Ladeó los labios sonriente.

La chica tomó de la mano a María y la colocó detrás de ella, al ver que la mirada de Victoria Weber se había fijado en su pequeña.

“¡Vámonos cariño!”

Al darse la media vuelta, se toparon con dos de sus guaruras que les cerraron el paso.

“Tranquila, que no muerdo”

Expresó, presionando sus dientes con fuerza.

“No puedo dejar pasar esta oportunidad de conocer a mi nieta”

Se refirió sin dejar de verlas.

“Es una pena que se parezca tanto a ti”

Se burló.

“Pero estando a mi lado, la voy a refinar, además de que veré cómo corregir… con un buen cirujano plástico”.

Señaló hacia su nariz.

“Un par de lentes de color y listo”.

Dijo con soberbia.

“No se acerque a mi hija”

Isabella alzó la voz.

“Alejense de nosotras o voy a hacer un escándalo que le juro que no olvidará en toda su vida”

Expresó con la respiración agitada, presionó con fuerza uno de sus puños, al sentir una gran contracción.

Hizo un gran esfuerzo para disimular el dolor que la atravesó.

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