Capítulo 149:

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“¿Quién es, princesa?”

Preguntó Mason.

Guillermo se detuvo un segundo y giró, esa voz, le pareció conocida, pero… ¿De quién era?

¿Por qué le resultaba tan familiar?

¿Qué era esta sensación tan desagradable?

“¿Sucede algo?”

Le preguntó a su hermano.

“No”

Sacudió la cabeza, descartando la idea que en breves instantes, le había atravesado.

“¿Qué tanto haces afuera que te estás tardando tanto?”

Mason salió de la habitación, sin imaginar quién era la visita inesperada de su novia.

Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse con la mirada llena de sorpresa del hombre que más detestaba en la tierra.

No era posible que se lo encontrara en ese preciso momento, ponía en riesgo todo su maquiavélico plan.

“¿Qué haces con ese malnacido?”

Señaló Guillermo hacia el interior.

La joven giró con ingenuidad, sin poder creer que se refiriera a su novio, al ver que Mason, se encontraba igual de sorprendido que su hermano, se dio cuenta que ya se conocían y por lo que veía, se avecinaba una tormenta.

Algo que le hizo que la piel se le erizara.

“Te volviste a meter con la persona equivocada”

Advirtió Guillermo, acercándose a grandes zancadas hacia él.

Mason retrocedió un par de pasos, observando la furia con la que lo miraba.

Eso lo hizo sonreír, no lo pudo evitar, al final estaba logrando lo que quería, hacerlo sufrir.

Disfrutó saber que se retorcía al enterarse de que la había hecho suya.

“Somos adultos, no tienes derecho a meterte”

Mason bramó, irguiendo su cuerpo.

“Lo que hagas o digas, no me importa”

Antes de acabar de decirlo, sintió un golpe sobre su pomulo.

“No voy a permitir que te sigas burlando de mi hermana”.

“¡Basta!”

Exclamó Mel envuelta en lágrimas, aún no podía procesar lo que ocurría entre ellos, además que nunca había visto actuar a su hermano de forma violenta como lo hacía en ese momento.

Mason se llevó las manos al rostro, presionó sus dientes lleno de furia.

“No me vuelvas a tocar”

Externó y devolvió el golpe, al sentir que su chica, le ponía las manos sobre sus brazos para intentar calmarlo, le dio un empujón que la hizo caer.

“No la vuelvas a tocar”

Gruñó Guillermo devolviendo el empujón, sintiendo que la sangre le reverberaba de la furia, sin poder pensar con claridad, decidido a todo.

Con rapidez se acercó a su hermana y la ayudó a ponerse de pie, justo en ese momento se dio cuenta de un par de cardenales en las muñecas de sus manos, y en los antebrazos.

“¿Estás bien?”

Le preguntó, tragándose lo que sentía, en ese instante quien importaba era ella.

Retiró un par de mechones de su rostro, identificando en su mirada, que estaba asustada.

“Te prometo que te explicaré lo que sucede más tarde”.

Varias lágrimas se deslizaron por las mejillas de la joven, afirmando con la cabeza, sin decir nada, buscó con la mirada a Mason, deseando saberlo que ocurría, pero él ni siquiera se tomó la molestia de verla.

“No deberías estar aquí”

Dijo Mason, sin quitarle la mirada de encima.

“Te estás metiendo donde no te importa”.

Guillermo arrugó el ceño.

“Vaya que ese hombre era un cínico”

Se burló.

“Te equivocas, eres tú, quien está haciéndolo, apuesto lo que sea, a que el hecho de que conocieras a mi hermana, no fue una casualidad”.

“¡Cállate!, no sabes lo que dices”

Mason presionó con fuerza los dientes.

“No tenemos porque darte ninguna explicación”.

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