Capítulo 147:

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“No hemos sabido nada de ti en varios días”.

Silencio.

Acarició la mano de su esposa y esperó con paciencia a que le respondiera.

“Lo lamento”

Finalmente dijo.

Tenía que decir la verdad.

“no me he sentido muy bien, y no es mentira que tengo trabajo, es verdad que lo tengo, por eso no los he visitado”.

Hizo una pausa.

“Deseo verte. Quiero que hablemos”

Solicitó con voz serena.

“¿Qué día?”

Pregunto en seguida.

“Yo te aviso, aún no lo sé, en este momento estoy en la oficina. Tengo que irme”

Expresó con rapidez.

“Espero tu llamada, pero no tardes mucho, mi paciencia se agota”

Expresó más golpeado de lo que deseaba.

“Te llamaré, lo prometo”

Dijo con voz temblorosa y cortó la llamada.

“¿Crees que te llame?”

Preguntó Isabella.

“¿Lo crees tú?”

Le devolvió el cuestionamiento.

Con solo mover la cabeza, negando, fue suficiente para que Guillermo, reafirmara lo que él creía, que Mel, como solía decirle de cariño cuando era pequeña, no cumpliría su palabra, por lo que le daría solo un par de días, entonces actuaría por su propia cuenta.

Mientras tanto en otro lado…

Lanzó su móvil a la cama, se quitó la toalla y se colocó su ropa deportiva, presionó con fuerza sus labios, sintiéndose mal al saber que le había mentido a su hermano, la realidad es que no tenía ganas de salir de su departamento, ni tampoco tenía ganas de hacer nada.

Estaba deprimida.

Mucho más de lo que se imaginó, al decidir dar por finalizada la relación con Mason, además que tampoco atendía su móvil, para evitar responderle a alguna de sus llamadas, si es que lo hacía.

Al escuchar que sonaba el timbre, tomó su bolso y sacó su billetera para pagar el servicio de Uber eat.

“Un momento”

Gritó buscando sus pantuflas, se retiró la toalla que llevaba en la cabeza y se dirigió a abrirla.

“¿Cuánto es?”

Preguntó.

El joven tomó el recibo y justo cuando estiró su mano, le fue arrebatado.

Ambos giraron hacia esa persona que había llegado, la chica sintió que las piernas le temblaban.

“Yo invito”

Mason expresó con su gruesa voz.

Sacó un par de billetes y se los entregó al muchacho.

“Señor… esto…”

“Quédate con la propina”

Respondió.

“Gracias”

El joven dijo sonriente y se retiró.

Estaba perpleja al tenerlo frente a él.

Casi lo había logrado.

Estaba en proceso, pero justo él había llegado acá… en donde estaba ella.

¿Por qué?

Su corazón se estremeció al tenerlo tan cerca, desde donde se encontraba, su delicioso aroma inundaba sus fosas nasales.

“¿Qué se te ofrece?”

Cuestionó, tomando la bolsa de comida, que Mason le estaba acercando a sus manos.

“Vine porque necesitamos hablar”

Pronunció con dificultad.

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