Capítulo 14:

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“¿Qué edad tiene su hija?”

Preguntó.

“Casi dos años”

Respondió.

“En cuanto su niña se sienta mejor, la espero en la recepción para hablar sobre su forma de pago”.

La joven separó los labios al escucharla, presionó con fuerza sus manos, llena de nerviosismo, pues era fin de quincena, había pagado el alquiler y comprado víveres, así que ya no tenía ni un centavo.

“Claro…”

“Buenas”

Distinguiendo el uniforme que correspondía al personal de limpieza, pues llevaba el logotipo, y el nombre de la empresa: Blusa con cuello V y pantalón recto en color azul rey.

Isabella dio un beso en la frente a su pequeña y salió para hablar con la recepcionista, e intentar llegar a un acuerdo.

En cuanto la mujer la observó, sacó las hojas de pago.

“¿Efectivo o tarjeta?”

Cuestionó.

Tomó las hojas de pago, entonces abrió los ojos de par en par al ver la cantidad, solo había estado un par de horas y le estaban cobrando hasta por el aire que respiraba.

Era el precio por haber asistido a uno de los mejores hospitales de la ciudad.

“La verdad es que no tengo como pagar, en este momento”

Su rostro se puso rojo como un tomate de la vergüenza.

“¿Sino tiene cómo pagar, por qué vino a este hospital?”

La mujer la fulminó con la mirada, tomó el teléfono.

“Sabe que puedo hacer que la detengan, por incumplimiento de pago”

La amenazó.

“No, por favor, no lo haga”

Alzó la voz rogando.

“Deme unos días, y les pagaré lo prometo”

Dijo mientras juntaba su manos para rezar.

“Si llegué hasta aquí, es porque era el hospital más cercano, tuve miedo que mi hija no resistiera”

Su voz se fragmentó.

“Este no es un lugar de beneficencia”

Indicó la mujer.

“Desde que la vi llegar, supe que era una muerta de hambre, ¿Por qué cree que nadie corrió a auxiliarla?”

“Yo pagaré la cuenta”.

La gruesa voz de aquel hombre, llamó la atención de ambas, enmudeciendo al instante.

Isabella separó los labios de la sorpresa.

Sus ojos al ver a aquel hombre que la había ayudado, estaba dispuesto a liquidar su deuda, algo que no se esperaba y menos de un extraño.

¿Será posible que existan los ángeles?

Alejó de inmediato esa idea absurda, en el mundo que ella conocía lo único que buscaban era sacar ventaja.

“No es necesario, le agradezco, pero le expliqué a la señorita que en un par de días pagaré”

Indicó avergonzada.

“Yo no he dicho que sí”

Respondió la mujer con evidente molestia.

Guillermo sacó su billetera.

“¿Cuánto se debe por la atención recibida?”

Preguntó observando a la chica con seriedad.

La joven inclinó su rostro ante aquella profunda mirada, que la veía de manera dura.

Mostró el total de la deuda, de la cual él pagó sin ningún problema.

“Gracias por tan buen servicio”

Mencionó con sarcasmo y caminó junto con Isabella hacia la sala de espera.

“Espero que mejore tu hija”

Dijo con franqueza.

“Gracias, le pagaré la semana próxima”

Respondió con seguridad.

“Le doy mi palabra”.

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