Capítulo 138:

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Isabella pasó sus dedos sobre su frente, mirándolo a los ojos, aleteando sus espesas pestañas en repetidas ocasiones.

“¿Sucede algo?, ¿Estás molesto?”

Indagó.

La tomó por una de sus manos y besó si dorso.

“No, no estoy molesto”

Contestó con ternura.

“Lamento haber arruinado la comida. No era mi intención”.

Presionó en una línea sus labios.

“Vamos a hablar arriba”

Solicitó y subieron las escaleras.

Al llegar hasta su alcoba, se sentaron sobre la cama.

“¿Por qué tanto misterio?”

Arrugó la frente.

“Tienes que saber algo, no te dije nada, porque no deseaba que te alteraras… en el restaurante, de la misma forma que no deseo que lo hagas aquí”

La abrazó acomodando su rostro en el hueco de su cuello.

“Me tienes con la duda, por favor, dime qué sucede, por favor”

“En el restaurante estaba Maritza, cuando llevaste al tocador a María, se acercó a la mesa”

Comentó tocando el v!entre de ella, apreciando cómo se movía agitado en forma de una gran ola, llena de vida.

“¿Qué quería?”

Preguntó suponiendo que viniendo de ella, nada bueno. Inhaló profundamente, esperando con paciencia a que le respondiera.

“Puras sandeces”

Resopló.

“Me gustaría escucharlas”

Buscó su mirada.

“¿Te dijo algo que te afectó?”

“No, pero estando en un lugar público no pude responderle como debía”.

“¿Qué quería?”

Indagó.

“Aún estoy procesando la propuesta”

Dijo algo… consternado.

No se creía que una persona hiciera ese tipo de propuesta.

¿Estaba loca?

“Jamás… imaginé escuchar de ella, viniendo de una familia como la que tiene y la educación que recibió, si sus padres lo supieran se mueren”.

Suspiró con decepción.

“¿Acaso te hizo una propuesta indecorosa?”

Dijo como broma.

Guillermo afirmó con la cabeza.

“Sí, así fue, me pidió que me convirtiera en su amante; después de hacerlo, regresó a una mesa no muy lejana a la nuestra y se quedó observándonos, podía sentir su mirada”.

La noticia hizo que ella separara los labios en una gran ‘O’, y se llevó las manos a su pecho.

“¿Qué piensas hacer?”

Preguntó sin ocultar preocupación en su voz.

Mientras tanto en otro lugar…

El eco de las pisadas resonaron sobre los pasillos de las celdas.

Oliver ladeó los labios divertido.

No pudo evitar gozarse aunque fuera unos pequeños instantes al ver a su hermano completamente desaliñado.

Tenía la camisa fuera del pantalón y desabotonada, el cabello desarreglado, y su rostro sudoroso.

Arrugó la nariz, al percibir el mal olor del lugar, en verdad era desagradable. Nauseabundo.

Al ver que su hermano se percató de su presencia, su mirada, se transformó llena de resentimiento.

“¿Vienes a burlarte de mí?”

Preguntó sin verlo a los ojos.

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