Capítulo 132:

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“Buscamos al Señor Mason Weber”

Pronunció con gran seriedad.

Luego se volteó hacia el interior de su casa y sonrió, sin ocultar su alegría.

“Es él”

Lo señaló con el dedo índice y elevó su mentón con altivez.

Masón abrió los ojos de par en par al escucharla hablar.

No daba crédito que lo buscaran.

Además que no tenía la menor idea de porqué.

“Traemos una orden de aprehensión en su contra”

Dijo la mujer alzando la voz.

“Debe tratarse de un error”.

Se acercó con la chica, la cual a pesar de llevar un uniforme, era de buen ver.

“¿Acaso crees que este hombre tan atractivo es un delincuente?”

Acercó su rostro a ella.

Mientras tanto en otro lugar…

“¿Qué ocurre?”

Preguntó Isabella al observar comportarse de manera misteriosa a Guillermo.

“En realidad no lo sé. Solicité una orden de restricción, ya te he contado que tengo un amigo que tiene contactos en la policía, parece en este momento lo van a poner en su lugar”.

Isabella sonrió.

“Me encantaría poder verle el rostro”

expresó la chica riendo.

“Deseo que lo hagan sufrir como lo hizo conmigo ayer”

“Ya nos enteraremos de todo en un rato”.

Se puso de pie para ir a la ducha.

“En toda mi vida, jamás he llegado tarde a la oficina, por fortuna no tengo ningún pendiente, ni junta, hasta después del almuerzo”.

“Tengo que ir a la universidad, ¿Me acompañas?”

Solicitó abrazándolo por la espalda.

“Por supuesto”

Pronunció su esposo.

“Pero primero acompáñame a ducharnos, sirve que nos relajamos juntos”.

Giró su rostro con la mirada ensombrecida.

“Voy a hacer que te olvides hasta de tu nombre, lo prometo”

Mencionó con la voz ronca.

La chica inhaló profundamente, su v!entre se calentó, tanto que no pudo negarse a su tentadora invitación.

“Está bien, acepto”

Contestó de inmediato, sabiendo que cumpliría su palabra y la haría disfrutar de un gran momento.

“Solo una cosa, que deseo que sepas”

Manifestó.

“¿Qué cosa?”

“Me muero de hambre”

Contestó.

“No puedo darte mucho tiempo”

Se llevó las manos al abdomen.

No pudo evitar sonreír.

“Todo depende de ti”.

Guiñó un ojo coqueto y la condujo a la cabina de ducha.

Descendieron a la cocina y prepararon el desayuno con rapidez, Guillermo se fue a la puerta a abrirla, después de que su hermana le avisó que iba llegando, deseaba saber sobre la salud de Isabella.

“Espero no importunar”

Expresó caminando al comedor, sosteniendo un hermoso ramo de alcatraces.

“Deseo que te gusten, no sabía qué clase de flores te gustaban. ¿Ya te sientes mejor?”

Isabella sonrió, y se puso de pie.

“Muchas gracias, son hermosas”

Comentó sintiéndose apreciada por ella.

Se acercó y la abrazó con afecto.

“Me encantan”.

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