Capítulo 117:

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No quiso ahondar más en el asunto porque no era el momento, pero se dio cuenta que algo estaba pasando, ya buscaría el momento de hablar con él.

“Gracias”.

Sacudió su rostro y volvió a sonreír.

“¿Ya está todo listo?”

Indagó con curiosidad.

“Todo en orden”

Expresó.

“¿Nos vamos?”

“Sí”

Respondió con un gran brillo en su mirada.

Mientras tanto…

Nueva York.

Buscando no estar cerca de Mason, Oliver se fue a dormir durante un buen rato, luego de ducharse y sintiéndose famélico, bajó a la cocina para engullir algo.

Se preparó un emparedado y decidió comerlo ahí.

Disfruto cada bocado de su alimento, y bebió como loco una coca cola, hasta el último trago.

Al salir de ahí, rodó los ojos al encontrarse con su madre y su mamá, se quedó de pie sin decir nada al ver que no habían notado su presencia.

“También tú, me debes explicaciones”

Indicó Victoria.

“No te he dado motivos para que te preocupes. No soy el fracaso de tu primogénito, solo no llegué a dormir anoche”.

“No te expreses así de tu hermano”

Lo regañó.

“Necesita tiempo para sanar las heridas que le dejó esa asquerosa mujer”.

Dijo con desdén

“Ya pasaron varios años y no veo que lo haga”

Se burló.

“Tuvo a Emma y la dejó ir. ¿Qué más puedes esperar de él?”

“¡Cállate!”

Ordenó molesta Victoria.

“¿Dónde estuviste anoche?”

Mason ladeó los labios sonrientes.

Inhaló profundamente al recordar la manera en la que tuvo entre sus brazos a Melisa y la hizo suya.

No podía creer que era pura, pero así lo era.

Se sentía muy atraído hacia ella, la moldearía a su gusto.

“Estoy trabajando en mi venganza contra Guillermo”.

Tomó el vaso de la mesa y bebió un largo trago.

“Te juro que de una manera u otra, nuestra firma llevará el apellido De la Vega”.

“Confío en ti. No me vayas a fallar”

Solicitó la mujer.

Santa Mónica, California.

Isabella descendió de un carro de golf, a pesar que la distancia era corta, no querían que se le fuera a arruinar el vestido.

La brisa refrescaba su rostro.

Su corazón se agitó al ver el escenario que tenían arreglado.

Frente al mar les esperaba un hermoso arco cubierto de flores, además que en el centro había una alfombra roja y a su alrededor sillas con los invitados esperando a su llegada.

La marcha nupcial se escuchó cuando Isabella llegó a la alfombra, caminó con lentitud al altar para encontrarse con Guillermo.

Observó varios rostros desconocidos, hasta que se encontró con los papás de él, a quienes sonrió sin dudar.

La mirada de Guillermo estaba atento a Isabella.

Lucía preciosa.

Era como un ser angelical enfundada en su vestido de novia.

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