Capítulo 113:

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No sabía de quién se trataba, porque estaban a espaldas de ella.

“Buenas tardes”

Saludó tomando su lugar al frente del escritorio.

“¿A qué debo su visita abogado?”

Preguntó con curiosidad, deseando que haya cambiado de opinión.

Lo miró a los ojos y posteriormente a su acompañante, frunció el ceño al verla, su mirada de abrió llena de sorpresa al reconocerla.

“¡No puede ser!”

Exclamó con terror.

“¿De dónde demonios saliste?”

Vaciló llena de asombro.

Isabella la miró llena furia, se puso de pie para enfrentarla.

“Solo vine a decirle el motivo por el cual el abogado de la Vega, no aceptó trabajar con ustedes. Soy su prometida”.

Disfrutó de ver la sorpresa que se llevó.

“Si estamos aquí es para advertirse a usted y a los monstruos que tiene por hijos, que si intentan quitarnos a nuestra hija, nos encargaremos de refundir a Mason, por haber abusado de mí”.

El pecho de Victoria subía y bajaba, agitado por la impresión que se estaba llevando.

¿Esto era una clase broma?

¿De verdad estaba ella allí?

“¡Estás loca!”

Pronunció con dificultad.

“Tengo todo el derecho de tener a mi nieta a mi lado”

Reclamó furiosa.

“Mi prometida fue clara”

Guillermo intervino.

“Los queremos lejos de nosotros. Controle a sus hijos o se van a la cárcel”

Advirtió con voz firme.

Entrelazó los dedos a Isa y se dirigieron a la puerta.

“No se moleste en acompañarnos, conocemos la salida”

Dijo Isabella.

“Una cosa más”

Giró para mirarla.

“Ya tuvimos el gusto de hablar con sus hijos, que tenga buena tarde”

Elevó su cabeza con altivez y se retiró con Guillermo.

Santa Mónica, California.

“Aun no puedo creer que estamos frente al mar”

Isabella expresó recargada sobre la barandilla de la terraza del hotel, disfrutando de la increíble vista que tenían, desde la altura en la que recién se habían hospedado.

En el interior de la habitación, Guillermo ladeo los labios sonrientes, ante sus palabras.

Al no haber podido pegar los ojos en toda la noche, la idea de tomarse un par de días para despejarse, le agradó, por lo que hizo las reservaciones, y compró los boletos de avión.

A horas de la mañana, se movilizó a despertarlas, e hizo que prepararan sus maletas y tomaron un vuelo en aeropuerto de la ciudad.

“Tampoco yo lo creo, pero lo necesitábamos”

Salió con María entre sus brazos y besó uno de los hombros de su chica.

“¿Les gustó la sorpresa?”

Isabella sonrió sintiendo como su piel se estremecía al percibir los labios de él sobre su piel, no podía dejar de mirar la hermosa panorámica que tenía frente a sus ojos.

“Me encantó”

Pronunció con emoción.

“Me alegra que sonrías”

Mencionó sin ocultar su emotividad.

Verla así le provocaba alivio.

“Salir de la realidad un poco, nos hará bien”

Habló con tranquilidad.

“Lo necesitaba”

Confesó ella.

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