Capítulo 108:

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“Mi más sentido pésame, has caído en las garras de una viuda negra, te despellejará en poco tiempo, ya lo verás”

Pronunció lo más convincente que pudo.

“Que los cielos te protejan”

Retrocedió con lentitud caminando hacia la salida.

Guillermo presionó con fuerza su barbilla.

Todo su cuerpo se tensó al escucharlo.

Tomó sus palabras como una advertencia.

“Tus días en libertad, están por acabarse”

Dijo seriamente.

La piel de Mason se erizo al escucharlo, evitó girar para mirarlo, ya que temía que cumplieran con su amenaza.

Inhaló profundamente y se alejó.

“Lamento lo ocurrido”

Dijo Roger avergonzado.

“Todo fue mi culpa”

Inclinó tu rostro y también se retiró.

En cuanto se alejaron del lugar, Guillermo caminó hacia la puerta y la cerró, sin poder evitar dar un azotón.

Su corazón estaba agitado.

Estaba enfurecido.

No iba a permitir que nadie la volviera a lastimar.

No lo iba a permitir.

Isabella caminó con torpeza hacia la sala, las piernas le temblaban, y la mirada comenzó a nublársele.

Inhaló profundamente un par de veces, intentando jalar aire, buscando poder respirar.

Hasta que no pudo más y perdió el conocimiento.

El rostro de Guillermo se desencajó, corrió con rapidez para llegar a ella, su corazón estaba a punto de salirse del pecho, al ver cómo su cuerpo caía en picada.

“Isabella”

Gritó lleno de aflicción, dejándose caer para sujetarla con sus firmes manos, centímetros antes de que su rostro se impactara con las frías baldosas de mármol.

“Estoy aquí”

Expresó con la voz agitada, la tomó entre sus fornidos brazos y la llevó hacia uno de los sillones, acomodándola con cuidado.

Desabrochó el sujetador y alzó sus pies.

De inmediato llamó al servicio médico de la empresa y solicitó que subieran a atender a su mujer.

Un par de minutos después, cuando el médico ingresó, Isabella comenzó a abrir los ojos con lentitud, algo aturdida, arrugó la frente percibiendo una fuerte punzada en la cabeza.

“¿Qué me pasó?”

Indagó al darse cuenta que Guillermo estaba más blanco que un papel.

“Te desmayaste”

Respondió recobrando el aliento.

Sus ojos se abrieron de par en par al rememorar lo ocurrido, su mirada se cristalizó, aún se encontraba en shock.

No asimilaba todo lo ocurrido.

Especialmente la forma en la que habló ese malnacido.

“Tranquila”

Dijo Guillermo.

“Te tiene que revisar el médico”.

La observó sin ocultar su preocupación, llevó una de sus manos hacia su v!entre, eso hizo que recordara que estaba embarazada y debía cuidar de ese bebé también.

“Tienes razón”.

Guillermo aguardó a su lado, a que el médico la revisara, lo primero que hizo fue notificarle sobre su embarazo.

No podía evitar sentirse angustiado, de que lo ocurrido pudiera poner en peligro la vida de su bebé.

Aquel momento que vivieron fue impactante, la podía desestabilizar.

Sujetó la mano de su chica, en cuanto el médico tomó distancia y se sentó en el sillón frente a ellos.

“¿Cómo se encuentra mi mujer?”

Indagó sin esperar más.

Estaba muy preocupado.

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