Capítulo 106:

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“¿Por qué no puede ser?

Indagó Isabella, mirándolo con genuino resentimiento.

“Soy una mujer libre, ¿Qué me lo impide?”

Cuestionó con voz firme, presionando con fuerza la mano de su prometido.

Después de procesar lo ocurrido, ya se sentía lista para enfrentarlo.

Maldijo en su interior.

Haber tramitado los papeles de divorcio… fue su mayor error.

Nunca se imaginó que ella se volvería a enamorar, ya que él no la había podido olvidar, pero qué imbécil, no debió ceder a las peticiones de su madre.

En su interior nunca quiso firmar esos documentos.

Frente a Guillermo de la Vega, le hizo sentirse como un bicho, que no le llegaba ni a los talones.

Era patético.

Alguien fuera de lugar.

“Sabes muy bien porqué, no creo que sea necesario recordártelo ¿O sí?”

Dijo Oliver agitado.

De pie en el umbral de la puerta, Mason se encontraba, con la boca abierta, sin poder creer que Isabella estuviese ahí.

Su verdosa mirada la escudriñó con lentitud, mientras todos ellos se enfrentaban.

Lucía tan bonita, poseía un brillo en su mirada que jamás le había visto cuando era la esposa de su hermano.

Además, que esos pantalones entallados que usaba dejaban ver unos carnosos y apetitosos muslos.

De inmediato se la imaginó rodeando sus caderas, mientras la hacía suya.

Ante el silencio incómodo que se hizo, se vio en la necesidad de intervenir, para que se dieran cuenta que también estaba ahí.

“Porque estoy enterado de que tenemos una hija”

Hizo énfasis, recomponiéndose de la fuerte impresión que se llevó al enterarse de la relación que tenían Guillermo e Isabella.

La chica sintió una fuerte oleada que sacudió todo su cuerpo, al verlo entrar.

Su corazón se agitó con fuerza, ante su despreciable presencia.

Aquellas pesadillas, que habían comenzado hace más de tres meses, no la dejaba tranquila, como si de un presagio se tratase.

Y ahora que los tenía enfrente.

Lo comprendió.

Para enfrentarlo a él no se sentía preparada, lo odiaba tanto.

Deseaba poder anularlo de la faz de la tierra, lo aborrecía como a nadie en la vida.

“¿Qué dijiste?”

Oliver volteó a ver a su hermano al oírlo hablar.

“Lo que escuchaste”

Expresó.

“Isa, también estuvo conmigo, no usamos protección, ¿Lo recuerdas?”

La miró unos instantes.

“Existe la posibilidad de que esa niña sea mía. Y si es así, voy a pelear por la custodia”.

Su mayor temor en la vida, era ese, que le quisieran quitar a su hija.

Tendrían que acabar con ella.

De eso estaba segura.

Guillermo sujetó con mayor firmeza a Isabella, su sangre hirvió al escucharlo hablar.

Era un hombre racional, pero tener a ese animal frente a él, despertaba sus instintos más primitivos, deseando molerlo a puñetazos.

“Cuida tus palabras”

Bramó lleno de furia.

“O haré que te las tragues”

Amenazó, respirando agitado, Oliver se llevó las manos a la cabeza, no podía creer lo que escuchaba.

Era cierto, si ella se había revolcado con su hermano, aquella niña, podría ser de él, entonces ya no habría nada que hacer.

“Todo esto es tu culpa”

Señaló con su dedo índice a Isabella.

“Si no te hubieras comportado como una cualquiera, nada de esto estaría ocurrien…”

Antes de que acabara de hablar el puño de Guillermo se impactó sobre uno de sus pómulos.

“¡Lárguense!”

Ordenó.

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