Amarte es mi capricho -
Capítulo 6
Capítulo 6:
POV Catrina Vidal
El hombre salió de la habitación para que me duchará y cambiará. Dijo que teníamos muchas cosas que hacer. ¿Esperen? ¿Quién era ese hombre? Tape mi boca con ambas manos cuando me di cuenta de que ni si quiera le pregunté su nombre.
Pero, al contrario, el si sabía. que me llamaba Catrina, incluso me llamo Cat como mis abuelos. Camine hasta la ventana para ver que había allá afuera. Con sorpresa, pude observar que este tipo vivía en uno de los fraccionamientos más exclusivos de la ciudad, si es que no el más exclusivo.
En este fraccionamiento había pocas casas diez a lo mucho, cada una de ella mediría seguro unas diez hectáreas, eran enormes, ahora recuerdo que aquí mismo vive el que era jefe de mi padre. Mi papá siempre decía que algún día viviríamos aquí.
Al menos uno de los dos cumplirá esa meta.
Me metí a bañar rápidamente, no sabia que tanta prisa tendría aquel hombre. Mientras me duchaba hacía cuentas de cuantas horas pase dormida, ayer por la noche cuando paso lo del vagabundo era ya de noche, ahora era de día, aunque no vi ningún reloj aproxime a que serían las diez mañana o cerca de esa hora.
Salí del baño, me sequé con la toalla y busqué ropa en el vestidor, ya que no veía que hubieran dejado algo más para mi.
Vi con agradable sorpresa que en la puerta contigua al baño había un walk in closet enorme, ropa y zapatos de mi talla, accesorios de lujo. Esto era como una fantasía para mí.
Después de ponerme un vestido amarillo con unos zapatos del mismo color y peinarme con una coleta alta y un moño, bajé las escaleras donde vi al tipo hablando por teléfono, cuando escucho mis pasos pareció quedarse boquiabierto, su mirada clavada en mí hizo que mis mejillas se sintieran calientes.
Me sentía como una princesa bajando las escaleras para encontrarse con su príncipe azul. Pero este no era mi caso.
“Te ves bien”, dijo mientras siguió hablando por teléfono, me sentí ignorada completamente, camino por la casa y no tuve más remedio que seguirlo de cerca, hasta que llegamos al comedor. El hombre colgó la llamada y me miro.
“Come, debes tener hambre, son las diez de la mañana, dormiste casi doce horas seguidas”.
Alce la ceja, en verdad tenía muchísima hambre. Ver sobre la mesa, wafles, jugo, fruta, yogur, huevos con tocino,café, pan, y muchos alimentos más hizo que mi estomago comenzara a rugir de manera feroz.
El hombre se sentó a la mesa y yo hice lo mismo.
Lo observaba mientras se servía comida a su plato, como puede existir un hombre tan atractivo, me preguntaba. Puse en mi plato un pan tostado, el hombre como todo un caballero me sirvió café en mi taza, luego me di cuenta de que la mantequilla estaba del otro lado de la mesa.
¿Cómo podría pedirle que me pasara la mantequilla? Esta era una de esas situaciones incomodas en las que no sabia como llamarlo puesto que nunca me dijo su nombre y tampoco se lo pregunte. Me sentí muy avergonzada por eso.
“Diisculpe señor”, se me ocurrió decir, pero luego me arrepentí cuando él, alzo una ceja mirándome con desden.
“¿Podría pasarme la mantequilla por favor?
Hice una carita de inocencia, la misma que siempre enternecía a mi padre,
“En tu vida, vuelvas a llamarme señor, Catrina”, espeto con reprimenda y mirada fría.
“¿Así es como le llamas a tu futuro esposo?”.
“Ehh… lo que pasa que no se como te llamas, no lo dijiste”, traté de excusarme.
“Elian Brin”, dijo con enfado.
“Elian Brin”, repetí su nombre, pensativa.
“Me parece que he escuchado tu nombre en algún lado”.
“¿Será por que soy senador del estado?”.
Casi me atraganto con mi propia saliva cuando lo escucho decir eso.
“¿Senador? ¿Del estado?”.
El hombre pone los ojos en blanco al parecer le fastidia mi actitud, es un amargado, político tenía que ser, pero es tan joven y apuesto. Catrina deja de pensar idioteces, me regaño.
“¿Cómo dices que te llamas Elian Brwon?”.
“Brin”.
“Bri”.
“Brin”.
Esto parecía un juego de palabras que parecía tornarse divertido cada vez que repetía su nombre equivocado, el rojo de sus mejillas se hacía más intenso, lo estaba fastidiando demasiado.
“Elian Brin y grábatelo de memoria que no pienso volver a repetir, nada más eso me faltaba que la esposa que me he comprado tenga defecto de fábrica”.
Lo miré confuria. Antes hubiera llorado un mar de lágrimas por estos cómentarios, pero esto ya no era nada comparado con lo que había pasado, así que decidí que mi juego favorito de ahora en adelante seria hacerle la vida imposible a este tal Elian Brown.
“¿Por qué quieres una esposa?”, solté de pronto.
Elian tomó un gran sorbo a su café.
“Hay muchas personas que desean verme casado, pero nunca me casaré con quien ellos elijan sino con quien yo decida”, me guiña un ojo y siento como mi cuerpo se estremece al instante.
“¿Personas como quién?”.
Elian se limpia los labios con una servilleta.
“Lo sabrás en su momento, mientras guarda silencio, que no estoy acostumbrado a cuidar niñas pequeñas y preguntonas”.
En un impulso de rebeldía, le mostré mi lengua. Él me dio una mirada asesina, pero hice como si lo ignorará y seguí comiendo. Elian Brown para nada podría conmigo.
No volvimos a hablar hasta el final del desayuno cuando me ordeno que fuera a mi habitación para asearme los dientes por que saldríamos a realizar unos pendientes. Saber que mi futuro esposo era un senador, me volvía loca, seguro era un hombre muy poderoso, además de extraño y enojón.
“¿Para mí que no eres virgen?, me atrevi a desafiarlo, me puse de pie y luego él.
“¿Dudas de mí?”.
Asentí divertida. Me crucé de brazos.
“Tu me quitaste la virginidad y ahora debes hacerte responsable”.
“¿Estas seguro que eres el mismo tipo que tuvo sexo conmigo la otra noche Elian Boro?”.
Frunció el ceño con enfado, me sentí satisfecha de saber que era la causante de su desesperación. Para mi sorpresa Elian comenzó a remangarse la camisa. El terror me invadió cuando comenzó a acercarse desafiante.
“Mi nombre es Elian Brin, me cansé de repetirlo y ahora deberás pagar por jugar conmigo niña, crees que no me he dado cuenta que te diviertes fastidiándome”.
Abro los ojos como platos. Lo único que se me ocurre es correr escaleras arriba hasta la habitación mientras escucho su voz a mi espalda.
“¡Oh no… no escaparas de mi Catrina!”.
Su voz me instaba a correr aún más rápido a pesar de sentir que sus pasos estaban demasiado cerca de mí. Entré a la habitación, quise tratar de cerrar la puerta, pero él me levanto como si fuera un balón de futbol americano y me dejo caer en la cama. Solté el aire al sentir sú cuerpo sóbre el mío.
Nuestras miradas se encontraron,
“Eres una niña muy traviesa Cat”, susurro chocando su nariz con la mía. Luego comenzó a bajar su rostro dibujando un.camino hasta que su barbilla tocó el borde de mi vestido a la altura de mis pechos. Mi corazón latía a mil. Sentía como si fuera a salir o peor aún, estallar.
“¿Cómo me llamo?”, pregunto.
“Elian Brown”, dije, de tanto decir su nombre equivocado ya no recordaba cual era el correcto, estaba en un verdadero apuro.
“Mala respuesta”, metió su mano dentro de mi vestido. Me retorcí como culebrilla.
“Segunda oportunidad… ¿Cómo me llamo?”, pregunto de nuevo clavando su mirada en mis ojos.
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