Amarte es mi capricho
Capítulo 54

Capítulo 54:

“En ninguna noticia del medio se habla de la esposa del Ceo, él es un hombre muy reservado no hay fotografías de él con su esposa”.

Por un momento sus palabras me cayeron como balde de agua fría, en parte lo que estaba diciendo era verdad. En redes nadie hablaba sobre la esposa del Senador Brin, sólo hablaban de Angelica y Elian. ¿Entonces este gerente en verdad nunca había visto una foto mía?

“Se lo juro que si soy”, exclame insistiendo una vez más mientras me preguntaba donde estaba Gómez ahora que lo necesitaba.

“Esta bien, supongamos que eres la esposa del Ceo, enséñame una identificación”.

Rápido comencé a hurgar en mi bolso, en mi cartera, la desesperación comenzó a embargarme al darme cuenta de que no la traía conmigo, la había olvidado en casa ya que había salido apresurada por que no tenía planes de salir, lo de venir a Nubak surgió en el momento. Le dirigí una sonrisa traviesa a aquel hombre.

“No la traigo, seguro  la olvide en casa, pero puede preguntarle a cualquiera, aquí todos saben quien soy”.

“Ustedes pueden irse”, dijo señalando con la vista a las otras chicas, de inmediato fruncí el ceño molesto.

“¿Las dejará ir así como así después de que me estaban molestando?”.

“Aquí quien inicio el alboroto fue usted señorita , le aseguro que cuando descubra que miente la echare de patitas a la calle”.

Ambas chicas se pusieron de pie, me sonrieron con malevolencia y caminaron hacía la puerta. Apenas la abrieron se quedaron heladas al ver a Elian de pie en la puerta. Ellas se hicieron a un lado para darle paso. Él entro y el gerente enseguida cambio su actitud.

“Señor buenos días, que gusto verlo tan temprano”.

Elian ni si quiera lo mira por que tiene su mirada fija en mí.

“¿Qué esta pasando aquí?”, dijo de manera seria.

El gerente comenzó a ponerse nervioso.

“Encontré a esta chica agrediendo a las empleadas de la empresa, estaba a punto de correrla por mentirosa, señor”.

“No le estaba preguntando a usted”, soltó él dejando con la palabra en la boca al tipo, interiormente me burle, eso le pasaba por ser tan lame botas.

“¿Agrediste a las empleadas?”.

Sentí como mi respiración se corto de repente para luego volverse tremendamente agitada, el ambiente en la oficina ya de por si era tenso.

“Si, si las agredí por que ellas dijeron que yo sólo estaba contigo por tu dinero y que pronto me dejarías para volver con Angelica, además el gerente les pregunto si yo era tu esposa y ellas no respondieron por eso pensó que era una mentirosa”, dije todo de manera muy rápida para que no se me escapará ningún detalle, mínimo si Elian me corría de la empresa ellas también tendrían su castigo.

“Entonces”, el gerente se acomodaba la corbata con exasperación, lo veía divertido ya que no sabía que hacer ante la mirada fulminante de mi marido, hasta yo tenía miedo de como lo estaba viendo.

“La señora Brin, mi esposa”, se para a un lado mio, mi corazón se emociona cuando repito en mi mente sus palabras ´mi esposa´.

“Ha decido venir a la empresa a trabajar para aprender todo sobre la carrera que estudio, de manera humilde incluso empezando desde cero, sin tener que hacer uso de su titulo como esposa del Ceo”, todos nos quedamos boquiabiertos.

El gerente pronto comenzó a temblar de la verguenza.

“Discúlpeme señora”, se abalanzo a tomarme de las manos, yo las quite enseguida, este señor era un hipócrita que no me creyó cuando se lo dije.

“En verdad siento mucho la confusión”.

“En cuánto a las empleadas, están despedidas, en mi empresa no quiero ningún tipo de cotilleo, en mi empresa no se habla a las espaldas de nadie mucho menos de mi esposa, ¿Entendió?”.

“Elian”, musite casi suspirando de la emoción.

¡Él estaba defendiéndome!

“Vamos a mi oficina”, dijo dejando la oficina del gerente. Me puse de pie enseguida mientras todos nos miraban pasmados de lo sucedido.

Camine hasta alcanzarlo y los dos entramos al elevador. Mi corazón latía muy fuerte, era señal de lo que sentía en este momento. Pero el semblante de él, en cambio, se veía calmado.

Caminamos hacia su oficina.Vi a Cristal en su escritorio, en cuánto me vio me dirigió una sonrisa.

“Hola”, articule sin sonido, ella hizo el mismo gesto.

Una vez dentro, Elian tomo asiento en su escritorio mientras yo me mantuve de pie frente a él.

“Gracias por lo de hace rato”, dije con sinceridad.

Sonrio lascivo soltando.

“Me lo debes”.

Arqueé una ceja.

“Gómez me dijo que estabas en problemas y tuve que dejar mi reunión para venir a salvarte”.

Agache la mirada.

“Lo siento, no fue mi intención haber interrumpido tus actividades, entonces me iré a trabajar”.

“Espera”, me interrumpió antes de dar media vuelta para salir de la habitación, miré su rostro sin emoción de manera humilde.

“Cuando dije que empezarías y desde abajo no estaba jugando, me demostrarás que no estas conmigo sólo por el dinero como todos la dicen, te di todo, creí que eras buena y mira como me pagaste”, su voz se iba volviendo más amarga mientras yo no podía creer lo que estaba escuando.

“Te he dicho que yo no lo hice”.

“¡Patrañas! Hay pruebas, fotos y mi hermana verifico la habitación cuando te encontraron, ¿Eso no es prueba suficiente? ¿Ehh…?”.

Fruncí los labios llena de impotencia. ¿Qué acaso jamás lograría demostrar que yo no había matado a mi bebé?

Yo lo amaba al igual que él.

“Si crees que soy una asesina, ¿Por qué sigues conmigo? ¿Por qué no me echas de tu vida y ya?”, le pregunté derrotada.

Elian se puso de pie.

Rodeo el escritorio y se paró frente a mí. Su mirada me imponía.

Me hacia sentir miserable como si de verdad yo fuera la culpable.

“Porque no te dejaré ir para que seas feliz con otro hombre, sufrirás lo que yo estoy sufriendo, me lo debes Catrina”, gruñó.

En ese momento los nervios se se apoderaron de mí.

“Así que ve a recursos humanos y pregunta si tienen una vacante disponible para una persona recién egresada”.

Apreté mis dientes con coraje. ¿Pensaba que eso me humillarío? Yo podía trabajar en lo que sea. Recogí la poca dignidad que me quedaba.

“Esta bien, trabajaré donde se me asigne Señor Brin, si ya no necesita otra cosa, me marchó”.

Elian abrió los ojos con molestia.

“¿Cómo me dijiste?”, preguntó entre dientes.

“Señor Brin”, lo miré directo a los ojos alzando la barbilla de manera altanera.

“Es la única relación que mantendremos usted y yo de ahora en adelante, con su permiso”.

Di media vuelta caminando hasta la puerta. Una vez que salí recargue mi espalda a ella, limpie una lagrimita que escapó de mis ojos.

“¿Qué paso?”, Cristal se acercó a mi para consolarme, la abracé.

“Elian es un idiota”.

“Si lo es, pero ciego para lo que el no quiere ver”.

Asiento.

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