Ámame maldito CEO
Capítulo 96

Capítulo 96: 

“¡No te atrevas a insultar a Sophie! Ella es una buena chica”.

Merybeth rio.

“Patético, no pelearé contigo, ni con ella, ambos se merecen estar juntos, son tal para cual, dan asco, así que, vete, cásate de una vez por todas, olvídate de mi existencia, porque yo ya me olvidé de la tuya”

Sentenció.

“Apuesto todo lo que quieras que cuando estás con él, piensas en mí”.

“Imposible, Joe Carson, cuando estoy. con mi esposo, solo puedo gritar su nombre, él me lo pide, así que, yo lo complazco con todo, pero tú, puedes imaginarme cuando estás con Sophie, somos algo parecidas, puedes fingir que soy ella, puedes soñar que me tendrás como tu mujer, claro, solo en tus sueños, ahora lárgate”.

El rostro de Joe era triste.

“No te metas más con Los Hansen, tu padre me pidió que te dijera que ya no eres su hija, para él y para tu madre, ahora estás muerta”.

Ella le miró con rabia, y levantó la barbilla.

“Bien, diles que también están muertos para mí, pero diles que los muertos no firman ninguna herencia, así que, pueden ir a buscar a un fantasma que les firme lo que me querían obligar, porque no lo haré, ahora fuera de mi casa”.

Joe la miró con intriga, pero Merybeth cerró la puerta en su cara.

Ella liberó el aire de sus pulmones, y sintió que las lágrimas corrían por su rostro.

Los recuerdos del pasado cuando todo era bueno volvieron a ella.

Le dolió saber que Joe Carson, ahora era un desconocido ante su mirada.

Sean llegó a la casa en su auto.

De pronto, vio a Joe Carson ahí.

Solo al verlo sintió una rabia en su cuerpo.

‘¿Qué demonios hace aquí, cerca de mi esposa, otra vez?’

Pensó Sean con furia.

Joe miraba como si quisiera conocer el rostro del hombre que asumía ser su peor enemigo.

Intentó acercarse, y Sean casi le lanzó el auto encima, acelerando de prisa, Joe apenas pudo retroceder, para alejarse.

Sean arrancó con rapidez.

“¡Imbécil!”

Exclamó Joe Carson, pero no pudo ver el rostro de su enemigo.

Sean entró en la casa y Merybeth pegó un susto al verlo, se quedaron viendo, fijamente, sin decir absolutamente nada.

“¿Qué quería aquí?”

Preguntó con ojos severos.

“¿Eh?”

Exclamó ella con algo de temor.

“De nuevo, Joe Carson aquí, ¿Qué quería?”

Espetó lanzando sus llaves a la mesa de cristal y se acercó a ella.

Sus ojos se veían furiosos.

Cuando Merybeth sintió su cercanía, atinó a dar un paso atrás, pero cuando Sean sintió que se alejaba, extendió sus brazos, hasta envolver su cintura, de modo en que ella ya no pudo huir.

Ella miraba sus grandes ojos de color miel.

Sentía su cálido aliento.

Él tenía un efecto devastador en su cuerpo.

Era como si de pronto se volviera de gelatina, y se moviera a su merced, sintió su boca seca, nunca sintió tantos deseos de ser besada, sonrió.

“Ya sabes, insultarme, pero se ha ido, no volverá”.

“¿Por qué tanto interés tiene en ti? ¿Qué acaso no tiene una novia de la que ocuparse?”

Exclamó con enojo

Merybeth se abalanzó a él y se colgó de su cuello, cuando sintió que él se alejaba.

“¡Ajá! ¿Está celoso, Señor Hyland?”

Dijo ella.

“¡Qué va! Solo que no me gusta que venga aquí ese tipo, mucho menos cuando fue a insultarte en mi propia empresa”.

Respondió él.

“No me mientas, sé que estás celoso, Señor Antártida, ¿Eres muy celoso?”

Exclamó.

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