Ámame maldito CEO
Capítulo 43

Capítulo 43: 

“Acepte mejor, que soy la mujer más hermosa que ha tenido en su cama, y que nunca tendrá como su mujer”.

“Si yo quisiera, Merybeth, ahora mismo te haría mía y te seduciría tan rápido que no podrías negarte a mí”

Dijo Sean abrazándola, por la cintura, mientras en la posición fetal, sus cuerpos se encajaban como dos piezas perfectas.

Ella sintió su er%cción palpando su trasero y se estremeció al instante.

“Aléjese, Señor Antártida, duérmase ya, a esta hora se le aparecerá una diabla, que lo ahogará con una almohada”

Dijo ella, alejándose de él.

Sean sonrió divertido.

“¡Qué se atreva esa diablilla! Si puede…”

Dijo con risa y luego se giró al otro lado, recostándose, y cerró los ojos.

Luego de un rato, Merybeth sintió como el hombre se movía mucho y respiraba rápido.

“¿Qué pasa? ¿No puedes dormir?”

“No”.

“¿Ya encontraste a los traidores?”

Sean se giró y puso sus brazos sobre su cabeza, mientras miraba el techo.

“Está solucionado, no quiero más malos entendidos, Merybeth, ¿Entendiste?”

“Si esa asistonta viene e intenta humillarme, te aseguro que se quedará sin mejillas”

Sentenció.

“No puedes ir por la vida golpeando gente”.

“¡Ay, que dramático! ¿Vas a darme lecciones de amabilidad? ¿Tú? ¡Tempano de hielo viviente!”

Sean comenzó a reír.

“¿Cómo se te ocurren tantas tonterías por segundo? ¿Las ensayas?”

Ella se giró a mirarle y le enseñó la lengua, girándose.

“¿Sabes qué? Te contaré una historia para que duermas tranquilito”.

“Bien, cuéntame, quiero escucharla”.

“Cuenta la leyenda, que hay un demonio emergido de los confines de la tierra, dicen que se llama Bákala y que cumple grandes deseos a quién lo invoque, una anciana que quería separar a dos amantes, solo por pura rabia, intentó separarlos invocando el demonio, y aunque lo consiguió por un tiempo, luego los amantes volvieron por amor, enfurecida la vieja volvió a hacer el ritual, pero dicen que el Bákala vino por ella, y la llevó al peor de los infiernos donde le arrancó la piel, dejándola en carne viva, haciéndola sufrir horrores, por toda la eternidad, y fin, ¿Te gustó el cuento?”

Exclamó.

Sean tenía ojos tan grandes y perdidos en la nada.

“¿Qué clase de cuento fue ese?”

“Un cuento para el buen dormir, dulces sueños, querido Señor Antártida”

Merybeth se giró a dormir.

Luego de unos minutos el sueño rindió a la chica, y cuando Sean se dio cuenta de que dormía, tuvo miedo, pensó en su cuento.

“¿Merybeth?”

“Hmm…”

Balbuceó.

“Tu cuento no era real, ¿Verdad?”

Ella no dijo nada.

Estaba dormida.

Pero Sean por otro lado…

Tuvo miedo.

Se metió entre las cobijas, y miró el cuerpo de la chica, tan cerca del suyo, sin pensarlo la tomó entre sus brazos, buscando un refugio para su propia paz.

‘Odio los cuentos de terror’

Pensó recordando su niñez.

Merybeth se giró, estaba bien dormida y se refugió en su pecho, al menos ese calor le dio tranquilidad para dormir.

Cuando Merybeth despertó, estiró sus músculos con suavidad, aún estaba en la cama, y de pronto sintió esas manos aferradas a su cintura.

Ella se quedó pensativa ante tal situación y escuchó esa suave respiración.

Era Sean Hyland quién la abrazaba.

Ella alzó la vista para verlo bien.

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