Ámame maldito CEO
Capítulo 41

Capítulo 41: 

“Yo… ¡Diablos! Sí, lo hic”

Aceptó su culpa.

Sean de verdad quería matarlo, pero se contuvo.

Lo consideraba su familia.

Pero lo traicionó.

“¿Por qué lo hiciste?”

Dijo soltándolo.

“Lo siento, Sean, ella está loca por ti y yo quería que dejara de sufrir por ti y pensé…”

“Y tú estás loco por ella!”

Orson hundió la mirada y Sean sintió pena por él.

“¡Ay, Orson! Ella ni siguiera te merece, tú eres demasiado para ella, y sinceramente debería valorarte, no tendrías por qué luchar por un lugar en su corazón”.

“Sean… yo no soy como tú, no soy todopoderoso, ni perfecto, o billonario, sí, soy un Hyland, pero, ella te ama a ti, y no importa cuánto luche, o cuánto intente conquistarla, ella solo te ama a ti”

Dijo Orson con tristeza.

Sean lo miró con desolación.

“Oye, no dejes que ninguna persona te haga sentir que no mereces nada, Orson, si ella no te ama, hay miles de mujeres afuera deseando ser tu esposa, así que no pierdas la cabeza por una tonta que no valora lo que tiene en frente”

“¿Y tú, Sean?”

“¿Yo?”

Exclamó con duda.

“¿Acaso tú valoras lo que tienes? Mira a Merybeth, es una chica preciosa, agradable, todos la amamos, pero parece que tú, no eres capaz de aceptar el amor que tienes en frente”

“No te confundas, esa chiquilla solo quiere veinte millones de dólares y una casa en la playa, Merybeth Hansen es como todas las mujeres, solo les mueve una cosa; el dinero y el interés”.

“No me lo parece y espero que nunca te arrepientas de lo que acabas de decir, sería terrible que juzgues a todas las mujeres por lo que una te hizo, y termines perdiendo la última oportunidad de ser feliz”.

Orson dio la vuelta y se alejó de él.

Sean estaba por ir a dormir, cuando vio a Lucy, la tomó del brazo y la llevó al fondo del pasillo.

“¿Qué crees que haces?”

“Señor Hyland, yo…”

“Ni siquiera te atrevas a decir nada de lo que sabes, o te juro que acabaré con tu carrera como asistente”.

Lucy sintió un miedo terrible.

Observaba esos ojos color miel que la miraban con rabia.

“¡Nunca diré nada! Nunca haré nada que lo afectes, Señor Hyland”.

Él soltó su agarre.

“No vuelvas a ofender a mi esposa, ¡Te lo prohíbo! Y mañana mismo te disculparás con ella, ¿Lo has entendido?”

Lucy le miró con los ojos llorosos.

“¿Por qué la eligió a ella? ¿Por qué no me lo pidió a mí? Yo hubiese aceptado”.

“No te entrometas en mi camino, Lucy, Merybeth es mi esposa, y si es un contrato o no, ese es mi problema, ¡Respétala como la Señora Hyland que es!”

Lucy hundió la mirada.

“Lo haré, lo haré solo por usted…”

“Olvídate de mí y de cualquier pensamiento sobre mí”

Sentenció con rabia.

Cuando Sean se giró a irse, pudo ver a alguien ahí, pero no estuvo seguro de nada, se acercó y no encontró a nadie.

Luego fue hasta la alcoba.

Gael corrió hasta entrar en la sala, ahí solo estaba el abogado Coleman.

“Abogado, ¿Podemos hablar?”

Coleman aceptó y Gael se sentó a su lado.

“¿Qué sucede, Señor Gael?”

“¿Qué pasaría si yo le dijera que Sean Hyland no ama a su esposa, y que la engaña con otra?”

El abogado Coleman abrió ojos enormes, mirándolo con severidad.

“El testamento de Brook Hyland es muy claro, si no hay amor en el matrimonio de Sean, él no recibirá su herencia, ¿Por qué lo dice? ¿Tiene pruebas de lo que habla?”

Dijo el abogado”

“¿Pruebas? No, pero creo que las tendré. Le pidió su permiso”.

Gael salió de ahí a toda prisa, dejando al abogado confuso con sus palabras.

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