Ámame maldito CEO
Capítulo 4

Capítulo 4: 

“¡¿No entiendes lo que es un no por respuesta?!”

Exclamó una voz tan masculina, que parecía el bramido de una bestia.

Cuando el hombre lo miró, aún hizo un gesto de furia, pero de pronto un amigo se acercó.

“¡Déjala! Este hombre es el más rico de la ciudad”

Dijo alguien y el acosador bajó la mirada.

Estaba intimidado, y soltó a la chica, yéndose de prisa, al lado de su acompañante.

Merybeth estaba confusa de todo lo que pasaba.

Miró su brazo aún enrojecido por aquel fuerte agarre.

Cuando alzó la vista se reflejó en aquellos ojos dorados, y la mirada fulminante de Sean Hyland, que la había salvado.

“Mañana ve al registro civil a las diez de la mañana, lleva tus documentos, porque tú y yo nos casaremos”

Dijo Sean Hyland.

Ella lo miró impactada.

Se limitó a asentir.

Luego Jane se acercó a ella.

“¿Qué sucede?”

Exclamó Jane.

Pero Merybeth no supo que responder.

“Mi chofer te llevará a casa, así sabrá donde recogerte mañana”.

Merybeth fue incapaz de decir una sola palabra.

El hombre solo dio la vuelta y se fue, mientras su empleado permaneció con ella.

“Merybeth, ¿Qué rayos pasó?”

Exclamó Jane.

“¡Creo que me he metido en un buen lío!”

Exclamó ella.

Salieron del bar y Jane aún pudo mirar a Merybeth asustada

“Creí que solo ibas a divertirte, Merybeth, lo que hiciste es grave, puede ser el hombre más rico de la ciudad, pero no sabes nada más de él, ¿Acaso solo te casarás con él para vengarte de Joe y Sophie? Piénsalo, no tienes que arruinar tu vida, puedes simplemente negarte, y no asistir”.

Ella asintió despacio y se despidieron.

Jane fue a tomar su auto y Merybeth tuvo que ir con ese chofer que el Señor Hyland le dejó a cargo.

Subió al auto y la llevó hasta su casa:

Cuando llegó bajó del auto.

Pero cuando estuvo para entrar, observó a Joe parado sobre la acera, mirándola con ojos muy pequeños; como si tratara de escudriñar de dónde venía a esa hora.

“¿Dónde estabas? Mira cómo estás”

Dijo al notar que había bebido.

“¿¡Qué te importa!?”

Exclamó molesta.

“¿Crees que después de besarte con mi hermana, de ser infiel, tienes aún algún derecho sobre mí? ¡Eres patético! Nunca te voy a perdonar lo que me hiciste, acabaste con todo mi amor, pero te diré algo, no acabaste con mi dignidad, algún día te vas a arrepentir”.

Explicó ella.

“¡Cállate!”

Gritó él tan fuerte que incluso le dio algo de temor y miró sus ojos con decepción, ya no sabía quién era ese hombre.

“No tienes idea de lo que hablas, ¡Eres solo una inmadura!”

“¿Inmadura? ¡Eres una basura!”

Exclamó abofeteándolo con todas sus fuerzas.

Necesitaba desquitar la furia que sentía Joe volvió su mirada.

Luego de tocar su mejilla, y de pronto, sin contemplaciones la tomó del rostro y la besó, sintiendo como ella se negaba, y se resistía a él.

“¡Suéltame!”

Exclamó alejándose.

Pero él intentó volver a acercarse a ella.

“Escúchame, mi amor, no todo es como parece, ¡Lo hice por ti!”

“¡¿Qué?!”

Exclamó atónita ante sus palabras.

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