Ámame maldito CEO
Capítulo 352

Capítulo 352: 

Regina caminó hasta la mesa donde el hombre estaba, se sentó frente a él.

“¿Qué quiere Sean Carson? ¿Para qué lo envío? ¿Quiere más venganza?”, exclamó la mujer con rabia.

“No he venido por eso, he venido a informarle sobre su hijo Joe”.

Regina frunció el ceño.

“¿Cómo está mi hijo?”

“ÉI, como usted sabe, estaba enfermo, y su enfermedad fue empeorando”.

Ella abrió ojos enormes.

Sintió un frío en su estómago, sus manos temblaron de nervios.

“¡Hable claro y de una vez por todas! ¿Cómo está mi hijo?”

“Lamentablemente, él murió”

Regina se quedó perpleja.

Estaba congelada.

Sus ojos se abrieron tan grandes y se llenaron de lágrimas.

Luego comenzó a llorar, su llanto era desolador, incluso Edward, que siempre fue tan frío, sintió peña por la pobre mujer.

“¡Joe! No, ¡Todo es culpa de Sean! ÉI mató a su hermano, él destruyó su felicidad, se casó con la mujer que él amó, todo por venganza”

“Miéntase todo lo que quiera, si con eso puede dormir de noche, señora, pero, ambos sabemos que Joe estaba muy enfermo, que él eligió su destino, y usted, en lugar de cuidarlo, de apoyarlo, cerró los ojos, en búsqueda de un dinero, que ahora mismo, no le devolvería, ni la libertad, ni a su hijo”.

Edward se levantó, y la dejó ahí.

Regina recargó su rostro contra la mesa, golpeándolo, mientras lloraba.

Lo hizo con tal fuerza, que su nariz sangró.

Entonces, las guardias la llevaron a su celda, ante la vista de otras reclusas, que murmuraban.

Arabella, que ya no era amiga de la mujer, sino su enemiga.

Se acercó a la celda, observándola intrigada, Arabella se había vuelto amiga de las reclusas más peligrosas, juntas hacían la vida miserable de muchas mujeres, incluida Regina, Arabella le profesaba mucho odio.

“¿Qué fue lo que pasó?”

Dijo Arabella, al escuchar el llanto de Regina.

“¡Su hijo se murió!”

Arabella sintió miedo al escucharlo, y tuvo compasión de la mujer, no así las otras presas.

“¡Llora mujer, llora lo que quieras! Pero, no olvides que es el karma, tú mataste a la hija de una madre, e intentaste matar al hijo de tu esposo, la vida te cobró, seguirá cobrándote”, exclamó otra presa riéndose.

Arabella miró a Regina con tristeza, y pensó en Sophie, deseando que la vida no le cobrara sus culpas con ella.

Merybeth esperaba en el aeropuerto.

Pronto saldría su vuelo a Malibú.

Ella pensaba en Sean.

Tenía una ilusión creciendo en su interior, y a cada minuto que pasaba, se desvanecía como agua entre las manos, miró su reloj.

POV Merybeth:

¿Acaso no vendrás, Señor Antártida?

Sé que estás herido, sé qué hay en tu corazón una daga que lo hace sangrar, pero, ¿OIvidas que estoy aquí?

¿OIvidas que juntos nos curamos las heridas cuando nos encontramos?

¡Oh, vamos!

Deja de ser tan cobarde, ven a mí, te estoy esperando.

Nunca me decepcionaste tanto, como ahora.

Y cuando vuelvas te he de cobrar caro, porque sé que volverás, ¿Verdad que si lo harás?

Sean, escuchas mi suspiro de resignación, estoy tan triste por ti.

Todos hablan de lo fuerte que soy. Divertida, valiente y segura, no necesito nada para sobrevivir, pero, hay una parte de mí, una que oculto, sí, uno puede huir toda la vida, pero nunca escaparé de lo que me consume por dentro.

Estoy tan necesitada, odio estarlo, gritó siempre por todo lo que amo, soy intensa, me importa una m!erda.

Soy buena pensando con el corazón, ¿Cómo he llegado hasta aquí?

Dime, Sean, ¿Se siente tan bien ser tan necesario para mí?

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