Ámame maldito CEO -
Capítulo 253
Capítulo 253:
“¿Por qué siento que eso no es verdad? Siento que mi hija no pudo morir, ¿Por qué me han destruido la vida? ¿Acaso fui tan mala para merecerlo?”
“¿Por qué piensas eso?”, exclamó Octave, poniéndose frente a ella.
“¿Por qué? Piensa, Octave, ¿Por qué a una persona buena le pasan cosas malas? No tiene sentido, lo lógico es que fui tan mala, que recibí un castigo”.
Octave sintió dolor de sus palabras, y acunó su rostro.
“No digas eso, tú eres buena, Mary BelI, no sé quien es tan cruel para dañar a una inocente, pero, no dejaré que vuelven a dañarte”.
“¿Por qué, Octave? ¿Por qué me ayudarías?”
ÉI miró sus ojos fijamente.
Estaban tan cerca.
Ella lo miraba con firmeza.
La mirada de Octave descendió a sus labios.
Deseó poder besarla, pero no.
No era correcto.
“Porque quiero verte feliz”, sentenció.
Ella sonrió y abrazó a su cuerpo, tomándolo desprevenido.
“Octave… eres bueno”.
ÉI sintió ternura.
Sin pensarlo más, la abrazó.
…
Mientras tanto en otro lugar…
Sean y Merybeth caminaban por la playa hasta que la noche llegó, pero ella se negaba a ir a dormir, no quería.
“Entonces, Señor Antártida, ¿Cuál es el plan?”
“¿El plan? No tengo ningún plan”.
Merybeth rio de él.
Ella se tumbó sobre la arena y él hizo lo mismo.
“Tal vez, pero yo si tengo mi plan”.
“Quiero escucharlo”.
“Vamos los dos juntos y correremos a esas serpientes de su propia casa, Los Carson querrán morirse cuando lo hagamos”.
“Merybeth, aunque me encantaría hacerlo, el testamento de mi padre tiene una cIáusula especial que me impide hacerlo”.
Ella le miró dudosa.
No entendía a qué se refería.
“¿Cómo dices?”
“Si, mi amor, deja te explico, el testamento dice que mi abuelo me heredó toda su fortuna y esa mansión, sin embargo, papá puede vivir ahí, por el resto de su vida, en caso de que él muera, tanto Regina como su hijo, deben marcharse, o al menos que Joe decida echarlos antes, cosa que es dudosa”.
“¡Vaya! Qué triste, me hubiese gustado echarlos a su suerte, no es venganza, amor, es justicia”, exclamó.
Sean sonrió.
“Pero, sí podríamos vivir ahí. Mi plan antes de ti era ir a vivir ahí, darles toda la guerra posible, hasta que decidieran marcharse, como no tendrían dinero, lo harán”.
Merybeth sonrió, como si en su mente un plan marchara.
“¿Sabes algo? No es un mal plan, después de todo”.
“Merybeth…”
“Quiero recuperar a mi madre, Sean, pero Arabella Hansen no hablará, al menos que se sienta acorralada, y la única forma de que pase, es primero acorralar a su hijita”, sentenció Merybeth.
Sean la abrazó.
Luego ella se sentó en su regazo.
“Todo va a estar bien, estaré contigo, así que no te angusties, recuperarás a tu madre, lo prometo”.
Ella acarició su rostro.
Sean solía ser un tempano de hielo, pero ahora era tierno con ella.
Ella se abrazó a su pecho.
“¿Quieres que te cuente una historia de terror?”
Sean negó.
Podía aceptar muchas cosas de ella, pero no eso.
¡Jamás!
Odiaba eso con toda su alma y ser.
Era su debilidad.
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