Ámame maldito CEO -
Capítulo 2
Capítulo 2:
“¿Esperar al Karma? ¿Quieres que me quede sentada viendo como arruinaron mi vida, simplemente? No, no lo haré”
Dijo Merybeth y Jane pudo ver en sus ojos una furia intensa, mientras bebía de su trago.
“No vale la pena, Mery, ni que te preocupes por él, ni por ella, tú eres hermosa, joven, eres admirada, querida, tienes millones de seguidores, eres casi una celebridad del internet, así que, olvídate de todo, pronto encontrarás a un tipo mejor, un hombre guapo, rico, perfecto, es más, ¿Qué tal si en mis vacaciones nos vamos de viaje? Tú y yo a Escocia, dicen que los hombres de allá son ¡Hermosos!”
Merybeth la escuchaba, pero solo podía pensar en la traición, hasta que las voces de unos hombres al lado suyo se metieron en sus oídos.
“Sí, es Sean Hyland, es el hombre más rico de la ciudad, ¡Es billonario! Dicen que compró una isla desértica solo para él, nadie nunca vio su cara, pero ahora está en la ciudad, y vivirá aquí”
Dijo Jane y miró a Merybeth con duda.
“¿Y quién de todos es el tal Sean Hyland?”
Los hombres la miraron con duda, luego levemente le señalaron al fondo de una mesa.
Ahí estaba el tipo.
Merybeth les dedicó una dulce y seductora sonrisa, luego volvió la vista a Jane.
“¿Qué haces? No entiendo, ¿Qué te importa quién es ese tipo?”
“¿Sabes qué, Jane? Yo no voy a esperar a que el Karma venga y haga lo suyo, voy a demostrarle a Joe Carson, que, si él me dejó, yo puedo encontrar a un hombre mejor, y más rico que él, mientras ese infiel puede hundirse en la mediocridad de Sophie”
Sentenció y bebió el vodka de un solo trago.
“¿Qué haces?”
“lré a seducir al hombre más rico de la ciudad”.
Jane la miró como si hubiese perdido la cordura, pero Merybeth se levantó y caminó con dirección a esa mesa, donde estaba ese hombre.
Mientras más se acercaba a él, más temblaba, y se sentía absurda, pronto lo vio, porque el hombre se levantó de la mesa, nadie le dijo que sería tan alto, era delgado, pero de cuerpo atlético, con un perfecto traje negro, en su mano brillaba un reloj de oro, pero había algo más, tal vez en su porte que lo volvía elegante y pretencioso; no se atrevió a mirar su rostro, pero entonces vio que el hombre se iba del lugar, se iba de su alcance.
Ella sintió pesar.
Iba a perder la oportunidad.
Merybeth tuvo que aceptar que ya estaba algo ebria, y que lo que hacía era una locura, provocada por su despecho, debía desistir, pero sintió que algo dentro de ella se lo impedía, como un impulso que de pronto fue liberado.
“¡Sean Hyland!”
Gritó y aunque creyó que no la escucharía por el volumen de la música, observó como el hombre se detenía y giraba su rostro para verla.
Cuando Merybeth lo miró, se quedó perpleja.
Sean Hyland tenía un rostro perfecto, tallado por los cielos, sus ojos almendrados grandes, con pestañas espesas y de un color miel, su nariz recta y su barba cuadrada, tenía unos labios gruesos de color ciruela, y piel blanca.
Era tan atractivo que toda la gente lo miraba como si hubiese salido de un personaje de los libros, y ahora deambulara por el lugar.
Ella sonrió al verlo.
“¿Nos conocemos?”
Exclamó con voz ronca, y firme.
“No, pero deberíamos”
Dijo Merybeth y su coqueta voz, provocó que el hombre frunciera el ceño.
Claro que muchas mujeres se abalanzaban sobre él, pidiendo un poco de atención, pero muchas temían de su cruel temple, excepto esa chiquilla ante sus ojos.
La miró con algo de sarcasmo.
“¿Y por qué?”
“Bueno, porque estás muy solito, y yo soy muy buena compañía”
Dijo Merybeth y supo que ya estaba bajo la influencia del alcohol.
El hombre hizo un gesto de fastidio.
“¿Y qué me puedes ofrecer tú, que nadie más haría?”
“¿Yo?”
Ella se sintió cohibida.
De pronto ante ella, la postura de ese hombre le pareció muy firme, e intimidante, pero si era su última oportunidad.
Decidió apostar por ella.
De pronto colgó sus manos a su cuello, con su gesto más sensual.
“Puedo ofrecer una agradable vista a tus ojos, y además soy muy divertida”.
Sean hizo una mueca de burla.
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