Ámame maldito CEO
Capítulo 107

Capítulo 107: 

Sean alzó la vista.

No esperaba recibir noticias tan rápido sobre esa mujer.

“¿Qué sucede?”

Preguntó curioso.

“Ella ya está en el país”

Explicó el investigador.

Sean frunció el ceño.

“¿Dónde?”

Preguntó molesto.

“Se está quedando en casa de una tía, está trabajando como corredora de arte, y en unos días estará en la exposición de un nuevo afamado artista, que presentará su obra en Nueva York, ¿Necesita que haga algo más?”

Preguntó con profesionalidad.

“No”

Dijo Sean.

El hombre dejó sobre su escritorio un folder color amarillo.

“Son las fotografías y datos de la mujer”.

Sean asintió y el hombre salió.

Sean abrió aquel folder.

Incluso… ¡Estaba sintiendo que sus manos eran temblorosas!

Había una sensación en su corazón.

Pronto vio una fotografía de ella.

Incluso los años la habían vuelto más linda.

Ella era dos años mayor que él, pero no la aparentaba.

Sonreía, pero Sean sabía que su sonrisa, como toda ella…

Era falsa.

De pronto recordó a Merybeth.

Su suave sonrisa, sus bromas tontas y divertidas, su frescura tan juvenil que era como brisa en verano, recordó cuando durmió a su lado.

‘Nunca se parecería a ti, Anne, ni un poco, tú eres una lluvia fría en la media noche, y Merybeth un rayo de sol en pleno invierno, ella es primavera y un cálido amanecer, no hay punto de comparación

Sean rompió la foto, hasta dejarla sin reconocer.

La lanzó a un cesto de basura.

Luego tomó las llaves del auto, para volver a casa.

Cuando Sean llegó a la casa, encontró todo muy oscuro.

Observó la mesa puesta a la luz de las velas, con rosas.

Estaba incrédulo, miró el móvil de Merybeth resonando por un mensaje recién llegado.

Él lo tomó y leyó con rapidez.

“Hola, querido esposo”

Él dejó el móvil sin que ella lo notara.

Sean levantó la vista.

La imagen que encontró fue bellísima.

Merybeth estaba visitando un sensual vestido.

Algo estaba mal, y lo supo.

Pero incluso sintiendo que estaba mal…

Se sentía muy bien.

Ella extendió su mano.

“Ven conmigo, Sean”.

Él la miró confuso.

Pero después de unos segundos tomó su mano y la siguió.

Era como si ella nublara su razón y no pudiera razonar con lógica.

Al entrar observó que la habitación tenía velas aromáticas.

La cama estaba tendida con sábanas de seda.

Ella se giró a mirarlo.

Se colgó a su cuello y comenzó a besar sus labios.

La sensación era tan exquisita.

Sean sintió que ella lograba excitarlo en un segundo.

Merybeth tenía tantas ganas de ser suya por completo, de una vez y por todas.

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