Alquilando una mamá -
Capítulo 68
Capítulo 68:
Al oír esto, Cindy se atragantó y Amanda corrió a ayudarla. Se había puesto roja por la tos, pero pronto se recuperó.
“Llamen a un doctor para que vea a este hombre, porque hoy se está comportando de forma muy extraña”.
“Se quiere quedar viudo antes de casarse” bromeó Anthony.
“Si me muero vendré a tirarte del pie por la noche cuando vea que estás con otra mujer” amenazó Cindy.
“No digas tonterías”.
“No lo traumes” dijo Amanda.
“Hermoso” le dijo Cindy a Ken.
“¿Y si vemos una película?” propuso él.
“Bueno, ¿Quién elige?” dijo Amanda.
“Yo, no sea cosa que las deje elegir y pongan una romántica” replicó él.
“Qué dices, si tú también miras de esas cuando estás en tu casa” lo provocó Cindy.
“¡Cállate!”
Todos rieron. Al final, Ken puso una película de suspenso. Cuando había una escena que les daba miedo, las chicas se cubrían los ojos; los chicos se reían de ellas y ellas volvían a mirar. La película duró casi dos horas y, cuando terminó, sirvieron la cena, comieron y salieron afuera. Ya todos se habían duchado y estaban bebiendo y escuchando música.
Anthony tomó a Amanda y la llevó de la mano hacia la playa. La noche era hermosa y estrellada y mientras caminaban por la playa sentían la arena en los pies y el viento en el rostro. Anthony la abrazó, fue hasta la orilla del mar y dejó que el agua mojara sus pies.
“Cada día estoy más seguro de que es a ti a quien quiero. Eres maravillosa, te quiero en mi vida para siempre”.
“¿No tienes miedo?”
“Contigo todo es distinto; al principio tenía miedo y creo que eso quedó claro, pero tú eres totalmente diferente, tienes una actitud distinta a la que tienen otras: hablas con los chicos manteniendo siempre el respeto, sabes hablar, comportarte, eres educada, simpática, comprensiva… me haces sentir cada vez con más certeza que eres la mujer de mi vida”.
“¿Incluso con lo que pasó hoy?”
“Sí, porque bailaste, bebiste, te divertiste, pero no le diste confianza ni buscaste la atención de ningún hombre”.
“Porque no soy así”.
“Soy muy celoso, lo siento si fui grosero contigo”.
“Sé que aún estamos comenzando, pero te pido que confíes en mí. Me gustas, quiero estar contigo; nunca te engañaré ni te haré sufrir”.
“Lo sé, lo estoy intentando”.
“Con el tiempo llegaremos al cien por ciento”.
“Quiero ser tu pareja, tu novio, tu prometido, tu marido, el padre de tus hijos, andar de la mano, ser tu amigo, compañero, consejero, tu jefe” bromeó Anthony y continuó, serio: “Quiero ser tu pilar, tu cimiento, quiero ser todo lo que buscas y nunca dejar de serlo.
Me haces muy feliz y quiero vivir así para siempre; tú me hiciste ver que puedo volver a amar, que hay alguien diferente, que puedo ser feliz y volver a estar completo. Antes estaba seguro de que amaba mi matrimonio, mi vida, a mi exesposa.
Quizás éramos felices, pero no creo que hubiera amor. No diré que te amo tan pronto, porque ni yo mismo lo creería, pero la felicidad que siento contigo es inexplicable, es totalmente diferente a la de antes. Hoy estoy seguro de que no es el tiempo, los años, el momento, sino la persona. Eres todo para mí y para nuestra familia, que puedo llamar nuestra. No necesito nada más, solo a ti conmigo en todo momento. ¿Quieres ser mi novia?”
Amanda lo miraba hablar con una sonrisa. En un momento, se le escapó una lágrima y él se la secó y siguió hablando. Su deseo se estaba haciendo realidad: un amor sincero y verdadero.
“¿Hace falta que responda? Claro que quiero, mil veces sí”.
Anthony sonrió y sacó una caja del bolsillo. Ella quedó atónita y emocionada. Él la miró, sonriendo al ver su expresión, y le puso el anillo en el dedo. Ella hizo lo mismo y miró el anillo en su dedo.
“Cielos, es perfecto, Anthony”.
“Me alegra que te guste”.
Ella lo miró con mucha ternura y él la besó con cariño. La brisa hacía que las olas les mojaran los pies mientras sellaban con un beso esa pasión que los incendiaba.
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