Alquilando una mamá
Capítulo 6

Capítulo 6:

Un rato más tarde, Amanda se despertó porque Lucy la llamaba, así que se acostó con ella en la cama y se volvió a dormir. Se quedaron abrazadas hasta el amanecer. Luego, la joven se volvió a despertar cuando alguien le tocó el hombro, reconoció la voz de Anthony llamándola y abrió los ojos rápidamente.

“Déjala dormir y vamos a tu casa a buscar tus cosas, será mejor que ya vengas y no esperemos hasta el lunes.“

“Está bien” aceptó y se levantó despacio para no despertar a la niña. Se vistió y fue a la sala, en donde el hombre la estaba esperando.

Apenas la vio, se levantó para ir hacia el coche y ella lo siguió. Se subió al asiento de atrás y pronto llegaron a su casa. Una vez allí, él se quedó en el sofá observando el lugar mientras ella iba a su cuarto a empacar las maletas.

La joven, que seguía algo dormida, tomó toda su ropa, que no era mucha, y la metió en su valija. Puso todo lo necesario, y guardó sus cosas personales en una caja cerrada. No tenía muchas pertenencias, así que terminó en poco tiempo. Se dio una ducha rápida y se puso un vestido más cómodo.

“Ya estoy lista, ¿Vamos?“

“¿Por qué no tienes fotografías en tu casa?” cuestionó él.

“No me gustan. Creo que deberíamos irnos pronto porque Lucy puede haberse despertado.”

El accedió y volvieron a su casa, pero seguía pensando en la respuesta inverosímil que le había dado la chica; sentía que tenía algo que esconder, pero aún no descubría qué. Apenas llegaron, Amanda quiso ayudar a los guardias de seguridad a sacar las cosas del coche, pero Anthony la detuvo.

Los empleados llevaron todo a un cuarto que estaba al lado del de Lucy. La joven ordenó sus cosas en el armario, dejó otras dentro de la caja y, cuando vio que ya eran las nueve de la mañana, fue a la habitación de la niña y se sentó en la cama.

“Buenos días, mi princesa.” La niña respondió con un quejido.

“Arriba, a levantarse.”

“Ahora no.“

“Bueno, entonces, me voy.”

“No, ya está, me desperté.”

“Muy bien, vamos a darnos una buena ducha y desayunemos.”

“Bueno, quiero eso de vuelta.”

“¿Qué cosa?”

“Lo que me diste anoche.”

“Ah, ¡La papilla! No te preocupes, te prepararé un buen desayuno.”

Ya descansada, la niña estaba feliz. Cuando bajaron a la sala, Anthony ya había desayunado y estaba en el sillón ocupado con el teléfono. Amanda fue a la cocina con la niña y la dejó sentada mientras preparaba algo de beber. En la mesa ya había comida, pero quería hacerle algo especial. Le hizo unas galletas con chocolate y un pan de queso y fueron al comedor.

La niña comenzó a comerse las galletitas y a mancharse toda la cara con chocolate. Amanda y Esther se rieron y se unieron al juego. Anthony se acercó a besar a su hija, tomó un rollo de queso y siguió comiendo.

La joven estaba avergonzada y tenía un poco de miedo, porque no sabía si le había gustado encontrarla desayunando así ni qué habría pensado de ella.

De pronto, sonó el timbre y Esther fue a abrir. Entró una mujer, a quien Anthony fue a saludar y que, mientras Amanda le limpiaba la boca a Lucy, se acercó.

“Qué linda estás. Hola, querida” le dijo a Lucy.

“Amanda, quiero irme.”

“Bueno, solo déjame limpiarte primero.”

“Saluda a Jocelyn” ordenó el padre.

“No, me cae mal” contestó su hija.

“¡Lucy! Saluda ahora mismo y deja de comportarte como una malcriada.

“Hola” dijo Lucy lloriqueando porque su padre le había hablado muy enojado.

Amanda terminó de darle el desayuno y se llevó a la niña al jardín, que estaba recostada sobre su hombro. Era un día hermoso y, en cuanto la niña pisó el pasto, salió corriendo y gritando, y la joven comenzó a perseguirla. Siguieron jugando hasta el cansancio, y terminaron recostadas sobre el césped.

A la hora del almuerzo fueron a la mesa y se encontraron con Anthony y la mujer, se sentaron con ellos, y Amanda se sirvió su porción y luego preparó la de Lucy.

“Anthony, no sabía que la criada se sentaba con ustedes.”

“No es la criada y, aunque lo fuera, no vería el problema.”

“A veces eres demasiado liberal, ten cuidado, no vaya a ser que la gente se aproveche. Además, esta niña ya podría comer sola, la estás malcriando.”

“Jocelyn, por favor”.

Amanda tenía muchas ganas de contestarle, pero se quedó en silencio y siguió ayudando a Lucy, cortándole la carne y las verduras. Durante todo el almuerzo, no se atrevió a mirar a ninguno de los otros dos comensales.

Al terminar, la niña y ella se dirigieron a la sala y jugaron con las muñecas un largo rato. Después, a la chica se le ocurrió que podían hacer algo diferente, así que guardó las cosas y la llevó a la cocina.

“Hola.” Saludó a la cocinera.

“Hola, ¿Quieres un café?” ofreció Ashley.

“Hace un poco de calor” acotó Esther.

“No, gracias, tal vez más tarde. Ahora, mi ayudante y yo vamos a hacer unas galletas, ¿Está bien?

“La cocina es toda suya” contestó Ashley.

Amanda le dio las gracias y le preguntó dónde estaban las cosas que necesitaba.

Las tomó, preparó una masa y se la dio a Lucy para que la moldeara hasta que estuviera lista. Como se estaba divirtiendo mucho, la dejó seguir jugando con ella un poco más.

La joven cortó un trozo y se lo puso en la punta de la nariz para hacerla reír. Luego, tomó algunos moldes y colocó la masa dentro. Mientras eso se cocinaba, fue a bañar a la niña.

Por otro lado, Anthony había pasado la tarde en la habitación con su supuesta amiga y no había bajado en todo el día. Cuando la chica fue a su cuarto, escuchó gemidos, pero no le dio importancia y volvió a la cocina, en donde Esther ya había sacado las galletas del horno.

Se sentaron en la mesa a comerlas e invitaron a las demás criadas; sin embargo, se asustaron cuando Anthony apareció allí y las vio demasiado relajadas, pero él solo tomó una y se la comió

“Felicitaciones a quien las hizo. Esther, pon algunas en un plato, a Jocelyn le van a gustar.”

La señora hizo lo que le pidió, y el hombre comió una más antes de volver a la habitación. Amanda se quedó un poco confundida, pero después volvió en sí. A la niña le había dado sueño, así que la llevó a descansar: tan pronto como la apoyó en la cama se durmió. La joven estaba en el pasillo cerrando la puerta para ir a su cuarto, cuando Jocelyn se detuvo frente a ella.

“Hola” le dijo con un tono frío.

“Hola” respondió la chica.

“¿Quién eres?”

“Soy Amanda, encantada de conocerla.”

“Y dime, ¿Qué haces aquí?”

“Cuido a Lucy.”

“Espero que eso sea todo lo que haces en esta casa. Mira, Amanda, hay personas que simplemente nacieron para quedarse en el lugar que les corresponde y, si se mezclan con alguien de otro nivel, terminan desorientadas e incómodas: no encajan.”

“No entiendo a qué se refiere.”

“Te lo explicaré. No intentes extralimitarte y solo haz tu trabajo.”

“Creo que no me corresponde darle ninguna explicación, pero mi único objetivo aquí es cuidar a la niña. Ahora, si me disculpa, necesito descansar.”

En ese momento apareció Anthony y vio que Amanda se estaba yendo a su cuarto. La chica entró, se sacó la ropa y se tiró en la cama mirando su teléfono.

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