Alquilando una mamá -
Capítulo 33
Capítulo 33:
La niña se quedó en silencio, pensando. Amanda, también en silencio, se acostó a su lado para mirar los dibujos animados. Un rato más tarde, fue a la sala para averiguar si la cena estaba lista.
“Esther, ¿Ya está lista la cena?”
“Sí, ya estamos por servirla. Vas a cenar, ¿No?”
“Acompañaré a Lucy.
“¿Fuiste a verla?”
“Sí, me habló con frialdad”.
“Ya cambiará de opinión”.
“Eso espero”.
Amanda se sentó en el sillón y esperó que sirvieran la cena. Esther trajo a Lucy y se sentaron a la mesa; cenaron y conversaron, pero Lucy no terminaba de abrirse. Después de la cena se quedaron en el sillón viendo dibujos animados y más tarde Amanda la llevó a la cama y le dio su beso de buenas noches.
Luego bajó a la cocina, tomó un medicamento para el dolor de cabeza y, cuando regresaba, escuchó la puerta y corrió a ver quién era. Al ver a Anthony, corrió hacia él y lo abrazó.
“Me alegra que hayas venido”.
“Todo va a estar bien…” dijo él mientras la abrazaba.
“Lamento tener que molestarte”.
“No hay nada que lamentar; ya resolví lo que debía resolver y no te iba a dejar sola en este estado”.
“Tengo miedo, Anthony; sabía que no debía encariñarme demasiado con ella, pero no pude, tengo sentimientos y no puedo luchar contra ellos”.
“Oye, quédate tranquila. Rompí el contrato, ya no existe, eres y serás siempre la madre de Lucy. Nadie sería capaz de cuidarla y amarla tan bien como tú”.
“¿Cómo que lo rompiste?”
“El amor que hay entre ustedes no puede depender de un contrato”.
“¿Hablas en serio?”
“Sí, ¿Dónde está ahora?”
“Está durmiendo”.
“Mañana por la mañana hablaré con ella.
“Está bien; ahora será mejor que descanses un poco, debes estar agotado”.
“¿Qué tal un sándwich?”
“Está bien, lo prepararé mientras te das una ducha”.
“Hazte uno para ti también; sé que no comiste nada”.
“Bueno.
Amanda fue a la cocina y, mientras preparaba los sándwiches, se detuvo a pensar en lo que estaba pasando. ¿Por qué se sentía segura al lado de Anthony? ¿De dónde había salido su actitud de ir a abrazarlo así, de repente? Sentía que lo necesitaba. Puso un freno a sus pensamientos y siguió con los sándwiches.
Anthony se dio una ducha mientras pensaba en el abrazo que le había dado Amanda, su desesperación mezclada con la alegría de verlo, su fragilidad; era como si fuera a romperse en cualquier momento. Cada vez le costaba más cumplir su promesa: las sensaciones agradables y lo distinto que se sentía al estar cerca de ella lo dejaban confuso y no podía entender nada.
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